Tokio había obtenido de parte del COI la sede para organizar los XII Juegos Olímpicos, a realizarse en 1940; sin embargo, ya para finales de los 30 les fue posible a los japoneses ver que no podrían ofrecer las condiciones mínimas de seguridad. El estallido de la Segunda Guerra Sinojaponesa, tras el incidente del puente de Marco Polo, el 7 de julio de 1937, catapultó la renuncia definitiva del país oriental a la organización del certamen olímpico, la cual se hizo oficial el 16 de julio de 1938.
Pese a lo anterior, Japón ya había preparado la mayor parte de sus instalaciones y calendarizado un programa de competencias que incluía al judo y al beisbol como deportes de exhibición. Se planeaba utilizar el estadio Meiji Jingu Gaien, en torno al cual se comenzó a construir la villa olímpica. Luego de la cancelación y de la guerra, dicho recinto fue demolido y sobre el mismo predio se construirían, sucesivamente, los estadios que albergaron las ediciones de 1964 y 2021.
Toda la infraestructura que el gobierno imperial había preparado para estos Olímpicos se utilizó para los denominados Juegos del Este Asiático, llevados a cabo precisamente en 1940, con motivo del 2600 aniversario de Japón y que pretendieron ser una extensión de los Juegos del Lejano Oriente, que se habían efectuado entre 1913 y 1934. Sin embargo, tanto esta edición como la segunda que se realizó –en 1942 en Manchukuo– no fueron sino un escaparate para que la delegación japonesa se luciera compitiendo únicamente contra representantes de la esfera de influencia que crearía con su vertiginosa expansión. Manchukuo, Mengjiang (Mongolia Interior), el resto de la zona ocupada de China y Filipinas fueron sus principales rivales, con los resultados que obviamente se pueden deducir. En otras palabras, con estos juegos Japón no hizo sino emular lo que la URSS había hecho con las primeras Espartaquiadas, cuya historia fue contada ayer en este mismo espacio.
Con la renuncia de Tokio, Helsinki, la capital de Finlandia, patria del inolvidable Paavo Nurmi, tomó la estafeta. Al igual que los japoneses, Finlandia puso manos a la obra de inmediato: en el mismo 1938 se inauguró el estadio olímpico y comenzó a construirse la villa. También se calendarizaron las pruebas, que de la planeación original nipona en septiembre y octubre se recorrieron a julio y agosto, en una temporada más adecuada para el clima del país escandinavo.
Pero cuando las tropas de Stalin invadieron Finlandia, en 1939, los juegos simplemente se quedaron sin sede y el COI terminó por aceptar su definitiva cancelación. Lo mismo ocurriría con los de la XIII edición, en 1944, originalmente otorgados a Londres. Y así como ocurriera con los juegos de la VI Olimpiada –aquí sí empleado correctamente el término–, que habían sido otorgados a Berlín en 1916, los de la XII y la XIII fueron contabilizados pero nunca llevados a cabo. Londres albergó los de 1948 y Helsinki aprovechó lo que había construido para ser sede en 1952, del mismo modo que Tokio también utilizó en parte sus instalaciones de 1940 para 1964 e incluso para 2021.