El ámbito de los cuidados, aquel que posibilita la sostenibilidad de la vida, se expresa en múltiples formas y dimensiones, el cuidado y crianza de los hijos e hijas, de los enfermos, de las personas mayores, del medio ambiente, tanto en el denominado ámbito privado, como en los espacios públicos y comunitarios, como dentro y fuera del mercado, resultan fundamentales para la vida y, sin embargo, se ubican en condición marginal y subvaluada.
La complejidad que subyace a la forma en que se encuentran organizados los cuidados, cuyas prácticas se han visto estratégicamente feminizadas desde la división sexual del trabajo, misma que adquiere un grado mayor de dificultad cuando se interseccionan múltiples opresiones en la práctica de los cuidados, como el género, la raza, la clase, la edad, entre otros.
Es evidente, que se requiere urgentemente de formas creativas y efectivas que permitan garantizar el derecho a los cuidados, la calidad y dignidad de vida, y el cuidado de la madre tierra.
Desde los diversos feminismos, y desde los feminismos diversos, se convoca a la sociedad a la colaboración y corresponsabilidad en el ámbito y las prácticas de los cuidados. Se demandan políticas sociales que protejan y garanticen el derecho a los cuidados, a la salud y al bienestar integral de las personas y de la Madre Tierra.
Los cuidados no son responsabilidad exclusiva de las mujeres, aunque históricamente han sido feminizados y subvaluados, no son un acto de amor y sumisión, sino el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y dependencia e interconexión con el resto de la humanidad y la naturaleza. Desafortunadamente, tal como los conocemos en la actualidad, los cuidados parecen ser una forma de control sobre el cuerpo y vida de las mujeres. Cuando deben ser un proceso creativo de organización social que permita equilibrar las prácticas de los cuidados en todos los ámbitos de la vida social, para que no se conviertan en una estrategia de las relaciones inequitativas de poder, sino en una herramienta para la justicia social.
El ámbito de los cuidados, que permite producir y reproducir la vida, demanda de la paridad e involucramiento de todos los sectores sociales, y requiere de formas diferentes de organización social que privilegien la vida por encima de las ganancias financieras. Resulta urgente un sistema de producción centrado en el cuidado de la vida y no en la acumulación de capital. Necesitamos derrotar la inmoralidad del capitalismo y desmontar el relativismo de la moral que han legitimado las múltiples formas de violencia que observamos en la actualidad.
Se requiere de un sistema de producción basado en los cuidados, para acabar con la violencia y la explotación hacia las personas y hacia la Madre Tierra. El cuidado de la vida y la naturaleza como estrategia contra todas las formas de violencia. Requerimos diálogos para crear nuevas formas de organización social desde un enfoque de sostenibilidad de la vida, desde la dignidad, la equidad y la justicia socio–ambiental.