- Fortalecer la competitividad de América del Norte. Quieren fortalecer la competitividad con mayor acceso preferencial de los productos manufacturados y agropecuarios, así como agilizando las aduanas y evitar barreras al libre comercio. Parten del hecho de que la mayor apertura, la cual propicia mayor flujo de mercancías y competencia, beneficiará a México, sin considerar que dicha política nos ha llevado a que las importaciones crezcan más que las exportaciones, a costa de que la producción nacional sea desplazada y se incremente el déficit de comercio exterior. El libre comercio y la mayor competencia que éste genera, no se ha traducido en mayor crecimiento de la inversión y de la productividad y competitividad en el país, sino por el contrario, ello ha roto cadenas productivas y desindustrialización, y menos sector agrícola. La mayor competitividad pasa por incrementar la inversión productiva para aumentar la productividad y la capacidad productiva, y ello ni siquiera se menciona en los documentos gubernamentales. El gobierno tiene años reduciendo la inversión, lo que atenta sobre la capacidad productiva y el crecimiento de la productividad y la competitividad. Asimismo, la competitividad también se logra con tipo de cambio competitivo (devaluando la moneda), cosa que el gobierno de Estados Unidos quiere evitar, y el gobierno mexicano no se ha pronunciado en contra.
- Avanzar hacia el comercio inclusivo y responsable.
Aquí el gobierno mexicano retoma la preocupación del gobierno de Estados Unidos que ha venido hablando de un comercio “responsable”, pero para ellos implicaría reducir su déficit de comercio exterior para que el comercio se traduzca en crecimiento económico y en más empleo. En cambio, para el gobierno mexicano lo inclusivo y responsable, es dar mayor participación a las Pymes en las cadenas productivas. El problema es que en un libre comercio esa participación se logra con altos niveles de productividad y competitividad, y no por decreto. Para que las Pymes vean incrementada su participación en dicho proceso, el gobierno tendría que apoyarlas en su desarrollo tecnológico para que alcancen los niveles de competitividad para que se inserten en las cadenas productivas de la globalización, y no instrumenta política alguna para que ello se de. En el libre comercio no hay lugar para ser inclusivo y responsable, para ello hay que dejar de lado el libre comercio y pasar a regularlo, para que el comercio (que es lo que quiere Donald Trump) sea benéfico para aumentar la producción y el empleo, pero eso no pasa por la mente del gobierno mexicano, que sigue apostando al libre comercio.
- Aprovechar las oportunidades económicas del siglo XXI.
En relación a éste rubro, el gobierno mexicano señala que hay que aprovechar el potencial energético. Para ellos la tónica del siglo XXI es avanzar en la mayor apertura del sector estratégico, para “fortalecer la seguridad energética de la región”, evienciando la clara subordinación del gobierno mexicano a los intereses de Estados Unidos. Ya se hizo la reforma energética, ya se han abierto todos los sectores de la economía, y no se han alcanzado los mayores niveles de productividad y crecimiento prometidos, y ahora al incluirlos dentro del TLCAN, es con la finalidad de hacer irreversibles dichas reformas, y ampliar la esfera de influencia de Estados Unidos en nuestra economía. Ello debilitará más la posición del Estado frente al gran capital internacional en estos sectores estratégicos, lo que lo subordinará más a sus intereses, a costa de relegar más las demandas nacionales.
- Promover la certidumbre del comercio y la inversión en América del Norte.
En este punto, el gobierno mexicano plantea que hay que consolidar el régimen legal de las empresas productivas del Estado para hacerlas eficientes, que es el mismo planteamiento del gobierno de Estados Unidos, quien demanda que no se trabaje con subsidios, por lo que colocarán a Pemex en igualdad de circunstancias que las empresas petroleras privadas, frente a las cuales en tales condiciones no tiene capacidad de competir, por lo que el sector petrolero nacional sería copado por transnacionales y sobreexplotará los yacimientos petroleros, comprometiendo al presente y futuro del país. Asimismo, en dicho Eje se “modernizará” la solución de controversias, dando pie a que Estados Unidos imponga su posición, y bajo la “modernidad” México justifica su subordinación a los intereses de Estados Unidos.
Los cuatro ejes de negociación presentados por el gobierno mexicano, reflejan que no tiene Proyecto alguno de Nación que defender y anteponer a los intereses de Estados Unidos. Va a la mesa de negociaciones ya habiendo cedido frente a los planteamientos del gobierno de Estados Unidos. El gobierno mexicano está dispuesto a ello para que continúe el TLCAN esperando que ello se traduzca en mayor entrada de capitales, dada la importancia de éstas para mantener la apertura comercial y financiera, como para cubrir el pago de la deuda externa. Los beneficiados serán, las empresas transnacionales, como el sector financiero, a costa de que siga la desindustrialización del país, el rezago de la producción agrícola de granos básicos, el subempleo, los bajos salarios, las presiones sobre el sector externo, el bajo crecimiento, la creciente desigualdad del ingreso, como el clima de marginalidad y de violencia en el país, y la pérdida de manejo de la política económica para revertir tal situación, todo lo cual nos llevará a una crisis de proporciones.