Para la X edición se designó a Los Ángeles, con su Memorial Coliseum, como sede de los Juegos Olímpicos. Pese a sufrir todavía los estragos de la Gran Depresión, Estados Unidos consiguió financiar el certamen, y hasta conseguir un millón de dólares de ganancia.
En estos juegos las innovaciones fueron el uso del podio y el izamiento de las banderas de los medallistas, y, en el campo tecnológico, la implantación del cronómetro con centésimas de segundo y sincronizado con la fotografía final. La villa olímpica se construyó en Beverly Hills, lo cual favoreció la convivencia de las figuras deportivas con los ídolos de la meca del cine. Douglas Fairbanks, Charles Chaplin y Gary Cooper brillaron entre los espectadores de las competencias.
La prohibición estadounidense generó una anécdota curiosa: las delegaciones francesa e italiana solicitaron al gobierno una excepción a la ley seca, que al final obtuvieron, argumentando que el consumo de vino era parte esencial del entrenamiento de sus competidores.
Como resulta lógico suponer, el país anfitrión encabezó el medallero final de este certamen, con 41 preseas de oro, 32 de plata y 30 de bronce, seguido muy de lejos por Italia, con 12, 12 y 12, respectivamente.
Paavo Nurmi culminó en estos juegos su amplia cosecha de medallas. En total, de 1920 a 1932, obtuvo 12, nueve de ellas de oro. Su efigie aparecería, 20 años más tarde, en el cartel oficial de los juegos de Helsinki. Los japoneses dominaron la natación varonil, ganando cinco de las ocho finales disputadas. Sin embargo, no cabe duda de que la mayor figura de estos juegos, sería, por primera vez, una mujer.
La deportista más versátil de la historia
A Mildred “Babe” Didrikson, apodada así por su parecido físico con “Babe” Ruth, solo pudo frenarla el COI en su cosecha de medallas en Los Ángeles 1932. La misma se limitó a dos de oro –en lanzamiento de jabalina y 80 metros con obstáculos– y una de plata –en salto de altura– debido a que el organismo rector del olimpismo prohibió la participación de un mismo atleta en más de tres pruebas individuales. Así, la mujer nacida en 1914 y fallecida en 1956 se quedó sin la oportunidad de añadir más anécdotas a su rico historial. De un físico impresionante, nada común para una dama de la época, Mildred estableció récords mundiales en las tres pruebas en las que participó en los juegos. Durante tres años fue seleccionada de basquetbol por Estados Unidos. Practicó también el beisbol. En golf, ganó el Campeonato de Aficionados de su país en 1946, y el Open femenino en 1948, 1950 y 1954. Sobresalió, según se cuenta, en varios deportes más. En 1950 la agencia AP la nombró la atleta más sobresaliente de la primera mitad del siglo XX, y sin duda podría serlo de la centuria entera.
Medallas mexicanas
En 1932 la delegación nacional, que luego de su participación en polo en 1900 no asistió a los juegos hasta 1924, obtuvo medallas nuevamente: en box, peso mosca, Francisco Cabañas logró plata al llegar a la final y perderla ante el húngaro Istvan Enekes. Tal derrota encontraría compensación en la prueba de tiro con rifle de pequeño calibre, en la cual también un húngaro sumó puntos… en un blanco que no le correspondía, con lo cual le dio al mexicano Gustavo Huet la suma necesaria para obtener la plata en la competencia.
Te puede interesar: Ámsterdam 1928: los juegos que la reina no quería