En San Miguel Canoa Andrés Manuel López Obrador tuvo el viernes 22 de noviembre un diálogo con indígenas nahuas de Puebla y Tlaxcala, la etnia de mayor peso demográfico en el país: un millón 800 mil parlantes de su lengua materna, según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Se trató de la primera vez en que un presidente de la República visitaba esta junta auxiliar de la Angelópolis, la cual por desgracia aparece solo en la historia del país debido al linchamiento de un grupo de trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) a manos de una turba alentada por un cura católico sanguinario.
Los hechos infaustos se perpetraron en 1968, cuando los atavismos del poder masacraron todo lo que no se alineaba a su lógica de control absoluto; sin embargo, la de este viernes no fue la primera vez que el tabasqueño pisó el suelo de este poblado que ha permanecido por más de un siglo abandonado a su suerte por el estigma del fanatismo religioso y la intolerancia asesina.
“Me da gusto estar aquí con ustedes. A lo mejor no lo sabían algunos, pero ya conocía San Miguel Canoa, ya había estado porque tengo la dicha enorme de conocer todos los municipios y muchos pueblos de México. Llevamos bastantes años en esta lucha y logramos conocer todo Puebla y Tlaxcala y todo el país, porque es un gran orgullo conocer todos los pueblos de México”.
Sobra decir que la ovación al jefe del Ejecutivo fue la de casi siempre en cualquier lugar en el que se presenta: una idéntica a la que suele brindarse a las estrellas de rock.
El mandatario reconoció la importancia e influencia histórica de sus anfitriones hasta nuestros días: “A mí me da mucho gusto estar aquí en Canoa, este pueblo con tanta cultura, con tanta historia, con gente buena, gente trabajadora, como todas las comunidades nahuas. Imagínense ustedes si no se van a sentir orgullosos de pertenecer a la cultura náhuatl, la civilización náhuatl. ¿Saben hasta dónde dominaban los náhuatl, hasta dónde?… Centroamérica, allá en Nicaragua (…) La mayoría de los nombres (en México) son nahuas, incluso en regiones donde está la cultura maya, existe el nombre en maya y en nahua (…) Entonces, imagínense, ser heredero de esa gran civilización que son ustedes. ¿Se sienten orgullosos ¿verdad? ¡Que viva el pueblo náhuatl! ¡Que viva la cultura náhuatl! ¡Que viva la civilización náhuatl! ¡Que viva Canoa! ¡Que viva Puebla! ¡Que viva Tlaxcala! ¡Que vivan los pueblos originarios! ¡Viva México!”.
Fue así que en un bastión tradicional de Antorcha Campesina desde hace tres décadas, al menos, el tabasqueño que ha sido tildado como enemigo público número uno de la organización filopriista, fue vitoreado con más enjundia que Aquiles Córdoba Morán, sempiterno líder de los antorchitas.
Esta vez, el titular del Poder Ejecutivo federal se abstuvo de motejar a la organización con el alias de “Antorcha Mundial” (sic) que habitúa para hacer ejemplificaciones chuscas de la política clientelar que primó en el régimen neoliberal del PRIAN, a la cual combate la actual administración izquierdista. No obstante, sin tapujos, habló del tema. Tras mencionar los programas de la Secretaría del Bienestar, López Obrador expresó:
“Todos estos apoyos van a llegar de manera directa. Esto es lo que ha generado cierta inconformidad porque se destinaban recursos, no mucho, poco, además se hacía a través de intermediarios de organizaciones y no llegaba a la gente se quedaba en el camino o llegaba incompleto con moche, con piquete de ojo. Ya eso se acabó. Ahora todos los apoyos directos. El adulto mayor su tarjeta, la persona con discapacidad, la tarjeta de quien lo cuida, de quien lo apoya, del familiar de la niña, del niño discapacitado, la tarjeta para el que tiene la beca, la tarjeta para el campesino que recibe el apoyo. Así, todo de manera directa”.
Explicó también los instrumentos oficiales que servirán para cercar al coyotaje:
“Ahora nos está costando trabajo porque no hay sucursales bancarias. Los bancos no se interesaron en poner sucursales en los pueblos, se dedicaron a otras cosas, además apenas dejaron un banquito del gobierno que se llamaba Bansefi; ahora ese banquito va a convertirse en un bancote, porque es el Banco del Bienestar que estamos creando. Va a tener 13 mil sucursales en todo México para que con la tarjeta se reciba el apoyo, que ya no se maneje efectivo, porque esa es una tentación también para la corrupción y mucho riesgo para los que distribuyen el apoyo en efectivo. Ha pasado que han asaltado, que han lesionado y que han asesinado a quienes llevan el apoyo en las comunidades más apartadas.
“Por eso estamos avanzando, se va a tener ese banco. Ya se están estableciendo las bases para el funcionamiento de ese banco y al mismo tiempo esto va acompañado de la instalación –a través de los cables de la Comisión Federal de Electricidad– del internet, va a haber comunicación por internet en todo el país. Todo esto se combina para que tengamos comunicación y se dé este sistema que llaman los técnicos de inclusión financiera para avanzar”.
Pintas y hospitalidad
De todas maneras la sombra de Antorcha Campesina pareció cernirse sobre la visita presidencial. En la estrecha carretera, abundante en baches, que conduce de la capital poblana a San Miguel había varias bardas con pintas que no dejan lugar a dudas de la pauta uniforme que caracteriza a cualquier campaña: todas tenían la misma grafía y el color azul del grafiti era similar al que usa el Partido Acción Nacional (PAN), como si se hubiera querido responsabilizar a ese instituto político derechista de la propaganda.
Los mensajes lo mismo tenían denuncias que acusaciones y hasta insultos a Andrés Manuel López Obrador, el gobernador poblano, Luis Miguel Barbosa Huerta, y la edil angelopolitana, Claudia Rivera Vivanco, militantes del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quienes estuvieron en el podio del Centro Escolar Coronel Raúl Velasco de Santiago de Canoa.
De hecho, desde la noche anterior, el ayuntamiento que preside Rivera Vivanco tuvo información de que, a través de whatsapp, mensajes de texto directos, servicios de mensajería en las redes sociales, perifoneo y hasta visitas a domicilios, personeros de Antorcha Campesino persuadían a los vecinos de la junta auxiliar a abstenerse de acudir al plantel educativo donde estaría el presidente y a salir a protestar.
Lo cierto es que se montó un dispositivo policiaco que no había sido visto en las anteriores seis visitas del mandatario y el acceso al acto presidencial no fue sin restricciones como se acostumbra. Vaya, esta vez ni siquiera pudieron llegar los tradicionales vendedores de parafernalia lopezobradorista que hacen su agosto desde que este era candidato, vendiendo toda clase de objetos que pueda servir para recordar que el portador vio a López Obrador en carne y hueso.
Tampoco hubo manifestaciones de repudio. Muy por el contrario: antes del acto había a ras del asfalto varios piquetes de campesinos con pancartas de saludo al presidente de la República y cuando López Obrador –quien recibió el Bastón de Mando– se marchaba, eran cientos de personas en casi todo el trayecto hasta la primera gasolinera, que salieron en numerosos grupos al encuentro del tabasqueño para despedirlo.
Los pobladores de la región de Canoa dieron así constancia de su apertura y hospitalidad, alejada del estigma de violentos y sádicos que les impuso un hecho sucedido hace más de un siglo y que ahora, desafortunadamente, es cosa común en casi cualquier localidad de Puebla, incluida la “civilizada” (sic) ciudad capital.