¡Lograr la Liberación de México y una Patria Nueva… o Morir por ella! Es el lema que el profesor y comandante guerrillero Genaro Vázquez Rojas se dio junto con sus compañeros y compañeras para constituir la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, ACNR en 1967 para luchar hasta las últimas consecuencias luego de masacres, encarcelamientos y fraude que se enfrentaron en el estado de Guerrero para aplacar los levantamientos cívico populares que exigían justicia, democracia y libertad.
La frase del maestro Genaro a 73 años de su muerte en manos las fuerzas represivas del Estado mexicano (2 de febrero de 1972) resuena vigente y precisa como vía de la larga lucha de los pueblos de México por liberarse del yugo capitalista, terrateniente e imperialista que sigue obstruyendo las luchas pacíficas y civiles que hagan cumplir el mandato constitucional que reconoce en el pueblo al poder soberano.
Liberar a México en 2025 de la dependencia y el dominio imperialista, se vuelve un grito necesario ante el regreso de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos, quien redobla la estrategia imperialista mostrando las más perversas intenciones de someter a su dominio a los pueblos y, en este caso, a los mexicanos. Vemos a ese empresario racista y delincuente burlar las soberanías nacionales, aplicar la economía proteccionista de despojo, depredación y explotación redoblada, y reforzar el intervencionismo para atacar a los migrantes y entrometerse con sus planes de seguridad nacional militarista y de inteligencia represiva en los asuntos que el negocio de las armas y las drogas del que Estados Unidos es el gran productor y consumidor.
Si no queremos que se refuerce la dependencia y se vuelvan rehén al pueblo mexicano de los intereses yanquis, se necesita ir más allá de las respuestas discursivas del Estado mexicano y su gobierno que son débiles en la práctica, al pretender que se es “socio” y colaborador de la llamada “grandeza de Norteamérica”, propaganda del presidente de Estados Unidos.
Y una Patria Nueva…
Porque el pueblo trabajador mexicano, sus pueblos y comunidades necesitamos recuperar la soberanía construyendo una nueva sociedad, una Patria Nueva como decía Genero Vázquez y a su modo, los Flores Magón, Zapata, Villa, Jaramillo, Lucio Cabañas y tantos pueblos y luchadores sociales que se levantaron dejando atrás la vieja cultura política que se heredó del PRI. Necesitamos otra manera de vivir sin depender de los programas y decisiones de los de arriba, para no ser sometidos e ilusionados con promesas de “prosperidad compartida” por y con los capitalistas. Necesitamos romper con la conducta de clientelismo y corrupción de líderes o dirigentes arrodillados ante el presupuesto del Estado, la conquista de puestos en el gobierno y el doblarse ante el desprecio de los empresarios. Es preciso recuperar la memoria histórica crítica y el pensamiento propio que revalore las luchas y las culturas que buscaron y todavía desean darnos la independencia y justicia para vivir en libertad y con dignidad.
¡O morir por ella!
Pero estamos dispersos, nos fragmentan como clase y comunidad las formas de explotación capitalista, el corporativismo de las organizaciones, la violencia represiva y la de la criminalidad autorizada. Ilusiona a muchos el sueño del rendimiento al consumo y al goce individualista que se pierde del sentido de comunidad, de solidaridad, de ayuda mutua, de fiesta, de autogobierno y dignidad. Necesitamos un proyecto dedicado a crear formas directas de democracia sobre cómo gobernarnos, qué producir y consumir, cómo defendernos con un horizonte de justicia y libertad. Necesitamos compartir y consolidar las formas de poder de los pueblos que se experimentan y crecen, a pesar de que se conozcan menos que los programas asistencialistas del gobierno.
Nos falta como decían los maestros de la lucha comunista y de liberación nacional y social: construir la organización de los aspirantes a revolucionarios, construir la unidad de los revolucionarios y construir el poder popular en todos los rincones de nuestra patria: tres en uno, uno en tres. El capitalismo nos impone el desarrollo desigual, pero cuando el enemigo imperialista camina desnudo asociado con empresarios y gobiernos que confían en él, nosotros podemos convertir en oportunidad el combinar lo que aportamos como personas, colectivos, organizaciones del pueblo y organizaciones de los revolucionarios. El poder del pueblo no confía ni un tantito así en la colaboración con el imperialismo y sus “socios”.
*Editorial de la revista Comunera número 73 de la Casa de los Pueblos-México
La cultura de lo miserabilista: una estrategia política perversa*
Juana Francis Bone
Lo que estamos observando en los últimos años, tanto en Ecuador como en el resto de América Latina y el Caribe, es una estrategia profundamente perversa: la de instrumentalizar la pobreza y la miseria para la construcción de narrativas políticas que desvían la atención de los problemas estructurales del sistema. Esta «cultura de lo miserablista» no sólo busca mantener una imagen de preocupación por los pobres, sino que propone soluciones superficiales y temporales como «donaciones» o programas de «emergencia» que nunca llegan a abordar las causas de la pobreza.
En lugar de invertir en políticas públicas que reparen la deuda social y que apunten a la dignificación de las condiciones de vida de las grandes mayorías, los gobiernos optan por soluciones cosméticas que sirven para mantener la imagen de un Estado preocupado por su pueblo, sin comprometerse a cambiar las condiciones de fondo. Esta cultura es promovida por sectores de derecha y conservadores, que prefieren mantener a la población en una situación de dependencia, en lugar de crear condiciones para una verdadera emancipación económica y social. (De hecho es una política recomendada desde los organismos multilaterales y que también aplican los gobiernos autodenominados Progresistas en América Latina. Nota: el Zenzontle)
Desigualdad, violencia y democracia: un contexto en crisis
La crisis que atraviesan las democracias de América Latina está marcada por un fuerte incremento de la violencia, particularmente la violencia de género, y una creciente criminalización de sectores históricamente marginados como las poblaciones indígenas, afrodescendientes, LGBTIQ+, y las comunidades empobrecidas. Esta violencia estructural se expresa en la criminalización de la protesta social, y también en la persecución y asesinato de líderes sociales, defensores de derechos humanos y activistas. La incapacidad de las organizaciones políticas tradicionales para romper con el pacto patriarcal y las estructuras de poder desigual ha agravado la situación.
La falta de representación política genuina y de una participación real de las comunidades más afectadas por la desigualdad está poniendo en jaque la misma existencia de las democracias en nuestra región. La marginalización política de estos sectores se intensifica cuando las élites dominantes continúan promoviendo un modelo económico que perpetúa la pobreza y las injusticias sociales.
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Recuperar el tejido social: un llamado urgente
En un contexto de creciente descomposición social y política, es urgente un cambio de estrategia. No basta con seguir reproduciendo las lógicas de gestión y de soluciones temporales que han mostrado ser ineficaces. Es necesario un cambio profundo en las formas de hacer política, que apunte a la reconstrucción del tejido social, que recupere la confianza en la política como una herramienta para la transformación social. Debemos ser críticos, pero también cuidadosos de no caer en prácticas que reproduzcan la lógica de la «miseria instrumentalizada».
Es fundamental recuperar el reconocimiento de las necesidades reales de las comunidades y trabajar por una política pública que dé respuesta a estas necesidades de forma sostenible y a largo plazo. La internacionalización de los esfuerzos, a nivel regional y global, debe ser una prioridad para enfrentar los desafíos comunes de la región. No podemos seguir aceptando la idea de que la pobreza y la miseria son el destino natural de nuestras comunidades; debemos construir un futuro en el que el acceso a los derechos no sea un privilegio, sino una realidad para todos.
Conclusión
La cultura de lo miserabilista que predomina en la política ecuatoriana y latinoamericana actual es una estrategia de control y manipulación de la pobreza, destinada a perpetuar un sistema desigual que beneficia a las élites mientras condena a la mayoría a la miseria. La forma de superar este ciclo es a través de una transformación radical de nuestras democracias, donde la participación, la representación y la justicia social sean los pilares de la política pública. Es un llamado urgente a la reflexión, a la acción y a la recuperación del tejido social, para que las futuras generaciones puedan vivir en un mundo verdaderamente digno.
*Fragmento de “La cultura de lo miserabilista y la política ecuatoriana y latinoamericana”. Ecuador.
La primera huelga (y las de hoy)
Estalló en Egipto, en el Valle de los Reyes, el 14 de noviembre de 1152 antes de Cristo.
Los protagonistas de la primera huelga en toda la historia del movimiento obrero fueron los picapiedras, carpinteros, albañiles y dibujantes que estaban construyendo las pirámides y se cruzaron de brazos hasta que recibieron los salarios que les debían.
Los trabajadores egipcios habían conquistado tiempo atrás el derecho de huelga.
También tenían servicio médico gratuito por accidentes de trabajo.
Hasta hace poco tiempo, nada o casi nada sabíamos de eso.
Quizás por miedo a que cundiera el ejemplo.
Eduardo Galeano
Hoy en cambio, en México, el gobierno y los supuestos líderes sindicales festejan que no se hayan desatado más de 2 decenas de huelgas en 2024. Lo hacen blandiendo al modo empresarial y de su gobierno “progresista”, que ha sido la conciliación laboral antes del estallamiento y si este se dio, las formas para considerarlas existentes y presionar para que aceptaran los topes salariales a los contratos formales, aunque se predique que se superaron los modos neoliberales de mantener a la baja el poder adquisitivo del ingreso de la clase trabajadora.
Pero hay algo más en huelgas vivas como las de trabajadores de ingenios como el de Calipan en Puebla, las de trabajadores de salud sin pago oportuno y con basificación que se aplica con menor categoría y salario a la anterior en el paso de la Secretaría de Salud al IMSS Bienestar. Otras son huelgas pasmadas por burócratas que se niegan a utilizar ese recurso de resistencia a las malas condiciones laborales y salariales, al robo y pérdida de pensiones en universidades, en escuelas públicas, en el IMSS, en Pemex, en refinerías y en casi todas las empresas del Estado y entre trabajadores del sector gobierno.
Sin conciencia organizada, sin preparación de esta forma de lucha las bases trabajadoras chocan como siempre con las tres cabezas del poder: charro-neo charro, gobierno y patrón, que como aún se dice: ¡son el mismo cabrón!
Las huelgas persisten en el mundo contra viejas y nuevas formas de explotación
En el mundo, al cierre de 2024, siguen de pie las huelgas defensivas o los paros y protestas contra los despidos por la implantación de alta tecnología y por relocalización de las plantas automotrices por el mundo: en General Motors, en Volkswagen y en otras más parece ser desquite patronal del capitalismo contra los triunfos que en la primera parte del año. Los pretextos más que reales son la oleada de nuevos productos automotrices en la generación de autos eléctricos, y principalmente por motivos en apariencia incongruentes: el crecimiento de la robotización y el crecimiento de la precarización de los trabajadores de las matrices en países como México, Brasil, Sudáfrica, China, que abaten costos en sus proveedoras con trabajadores bajo las formas de nueva esclavitud d asalariada sin contratos con seguridad, sin estabilidad ni prestaciones.
Pero la ola huelguística mundial se anima con las luchas en las multinacionales de las plataformas para distribución de productos como Amazon y de servicios y ventas como Starbucks, así como en empresas de aeronaves como Boeing y en Universidades. La necesidad de recuperar lo mucho que el trabajo vivo ha perdido con el llamado tecno-feudalismo de las empresas que gozan a la vez de plusvalía y renta con la explotación de trabajadores en plataformas de reparto y transportación o las que explotan el trabajo a domicilio que domina las vidas con el poder digital.
Es hora de buscar la unidad de la muy fragmentada clase trabajadora, de superar los mitos del emprendurismo y socios subordinados en outsourcing o en las plataformas digitales. Aunque son millonadas las fuerzas de trabajo en la gran industria de construcción de infraestructura para la expansión de un capitalismo que busca el saqueo en su fase de declive productivo, la clase trabajadora en fábricas, escuelas, hospitales y servicios necesita de la reorganización que integre las luchas del sector que trabaja a domicilio y en formas individualizadas de servicio. Como dice Galeano no se sabe de las luchas de otros… Quizás por miedo a que cundiera el ejemplo.
“Entre los de arriba/hablar de comida es considerarlo bajo./Ésta es la razón: ellos/ya han comido (…)”
Bertolt Brecht: Entre los de arriba.
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