“Ahora sí ya te entendí”, fue la frase que soltó un hombre de unos 50 años de edad cuando vio proyectada en el suelo la figura de un pequeñísimo círculo cubierto más o menos en 70 por ciento de su totalidad. “¡Wow! qué belleza”, completó una adolescente mientras miró el mismo círculo de color oscuro puesto como una mancha en el piso. Así, entre el conocimiento y la curiosidad, fue experimentado el eclipse parcial de Sol registrado este lunes 8 de abril que en Puebla tuvo su punto máximo a las 12:15 horas, que comenzó a las 10:56 horas y concluyó a las 13:36 horas.
Temprano, antes de las 10 de la mañana, el zócalo de Puebla ya tenía un movimiento particular. De fondo, el repique de campanas de la Catedral competía con el bullicio provocado por los equipos de divulgación científica que instalaban y apuntaban sus telescopios.
Hipatia, joven que lleva el mismo nombre de la filósofa griega que destacó en matemáticas y astronomía, hizo honor a su nombre y preparó la observación del fenómeno guiada por Manuel, líder del equipo de la preparatoria Emiliano Zapata de la UAP que participó en el acto.
En conjunto, los jóvenes promotores científicos comunicaban las acciones que no se debían hacer para observar el eclipse: verlo directamente, a través de las nubes, con el uso de vidrios ahumados, películas veladas, radiografías o lentes para Sol, pues hacerlo podría quemar la retina y por tanto causar ceguera.
De fondo, un grupo distraído de turistas escuchaba en inglés la explicación que hacía un guía sobre la fundación de Puebla. Mientras, los espectadores de este fenómeno cuya franja de totalidad cruzó por la zona norte del país, desde Sinaloa hasta Coahuila, mientras que en el resto del país incluida esta entidad se observó como parcial, esperaba impaciente el momento de observación.
Apostado a un lado de la fuente de San Miguel, Juan Carlos Vera, un astrónomo aficionado, disponía de su aparato para ver el eclipse. Acompañado por sus pequeños hijos, recordó que este día tenía el mismo sentimiento experimentado el 11 de julio de 1991, cuando presenció el eclipse total de Sol visto en México y en su natal Puebla.
Además de recordarlo, dijo el profesor de formación, lo importante era transmitirlo a sus hijos y a otros niños para que valoraran el fenómeno astronómico y a la ciencia misma. Contento, señaló que quizá como le ocurrió a él, podía sembrarse una pequeña semilla científica.
Cerca de las 11 de la mañana, a pesar de que hubo algún tipo de desorden porque los que no se formaron empezaron a acercarse a los telescopios sin respetar la fila organizada por los propios asistentes, uno a uno de los que se dieron cita en la plancha principal de la capital pudo observar lo que no ocurrirá sino hasta dentro de 28 años, es decir, en 2052: como el Sol, la Luna y la Tierra se alinean provocando la proyección de la sombra de la Tierra sobre la Luna o de la Luna sobre la Tierra.
A cuadras de la primera plancha, en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, otro tanto de telescopios se instalaron para recibir particularmente a menores de edad. Se trató de la gestión que hizo el Consejo Puebla de Lectura (CPL) en el barrio del Alto, donde dispuso de seis aparatos y alrededor de 50 visores para que los asistentes a la observación pudieran experimentar el fenómeno.
Contrario a lo ocurrido apenas el 14 de octubre pasado, cuando en Puebla se pudo ver un eclipse solar anular que fue perceptible desde las 9:38 de la mañana pasando por un punto máximo a las 11:12 horas y hasta las 12:54 horas del mediodía, este 8 de abril el CPL optó por alentar la observación del fenómeno astronómico, apostando por la instalación de telescopios, el uso de lentes certificados y la observación indirecta.
Ahí, con mayor orden y alegría, las adolescentes Karen y Claudia tomaron un altavoz para invitar al acto de observación. Entre risas, señalaron que para ellas la ciencia se parece mucho a la lectura que practican en las sesiones organizadas por el CPL: las hace conocer de temas, les anima a platicar y tener algo que contar a los suyos.
Cerca de las 12:15 horas, tiempo señalado como el mayor punto de ocultamiento del Sol, un leve viento frío se sintió correr por la avenida de la 14 Oriente. A cargo de una fila que no paraba de nutrirse, la preparatoriana Rangel informó que ya se acercaba el punto máximo y era momento de volver a disfrutar del fenómeno o verlo por primera vez.
Mientras el pequeño Sebastián leía un cuento prestado por la Biblioteca Alma, que era una historia de ciencia y del espacio exterior, los observadores que se dieron cita en el barrio del Alto aprovechaban el momento para tomarse selfies y fotografías de cuando ponían su ojo en el lente del telescopio.
A un costado, fotorreporteros trataban de obtener la mejor toma: aquella en donde el Sol era ocultado por la Luna, ensombreciéndose y brindado un fenómeno que en Puebla pudo ser observado en 45 sedes, gracias a la organización de varias instituciones encabezadas por el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).
En suma, la cita que reunió a cientos este lunes 8 de abril se sabía era única: significaba la oportunidad de observar un eclipse solar pues pasará alrededor de un lustro para que en Puebla puedan verse otros eclipses, el 26 de enero de 2028 y el 14 de enero de 2029, que serán “pobres” pues registrarán más o menos 25 por ciento de ocultamiento solar, además que pasarán 28 años para que se registre otro evento similar en México.