Nadie esperaba el desastre provocado por el huracán OTIS que, en pocas horas, evolucionó de tormenta tropical a categoría cinco, lo que prácticamente destrozó Acapulco y otra veintena de municipios guerrerenses. Quien diga lo contrario o recurra a falacias, como fue el caso de la diputada panista Michel González Márquez, del distrito 7 de Guanajuato, quien en sesión camaral del pasado lunes 6 lo llamó “el desastroso huracán de Morena”, como si este partido fuera responsable del meteoro.
La oposición de derecha no deja pasar la ocasión ni hecho alguno, para politizar las cosas, llevar agua a su molino y desprestigiar al gobierno de López Obrador. En realidad, demuestra que no le importa lo que sucedió en tierras guerrerenses y menos aún, los miles de damnificados, en su inmensa mayoría gente pobre, que se quedó sin hogar ni sustento.
En los hechos, el gobierno federal reaccionó de inmediato y de alguna manera jaló a las autoridades estatal y municipal de Acapulco. Estuvo en el lugar a las pocas horas y el mismo presidente ha estado presente en tres ocasiones y dictado acciones (veinte puntos) y planteado que se destinaría todo el dinero que se necesitase. Con los oídos sordos y la vista ciega de la derecha, lo único que se les ocurrió lanzar fue la demanda de reverdecer el Fonden.
Después del primer impacto, que nos dejó a todos sorprendidos, ha iniciado el difícil proceso de la reconstrucción, lo cual no será cuestión de poco tiempo. No sólo es limpiar, volver a electrificar la ciudad, la dotación de agua potable o ayudar en primera instancia a la población más desprotegida en alimento, vestido y hogar, sino volver a poner en condiciones al puerto para la vuelta a la actividad turística, sector que, a decir de cifras oficiales, involucra al 84 por ciento de los habitantes de Acapulco.
De ahí la postura del gobierno federal para concretar con los hoteleros, la reconstrucción de inmuebles y la operación de los mismos en tiempo record, así como la realización del Tianguis Turístico 2024, un mes después de lo programado, pero si a realizarse, lo que estimularía la reactivación económica de Acapulco. Esto acorta el tiempo para volver a la normalidad.
Aunque hay algunos comentaristas que manifiestan que incluso es conveniente volver atrás y partir de la presente coyuntura, para meter en orden a algunos sectores sobre todo desclasados, que habían incidido antes del desastre de posturas delincuenciales, las cuales pudieron haber estado detrás de los saqueos a comercios que, se dieron en las primeras horas del desastre, antes de que llegase el ejército y la Guardia Nacional.
Aun con esto último, más la actitud poco colaboradora de la derecha que sigue olvidando aquel dicho popular de que, “mucho ayuda el que no estorba”, lo que resalta es el humanismo que se ha manifestado en los más, no solo lugareños de Acapulco, sino de otras latitudes, que han acudido para ayudar y poner su grano de arena en la reconstrucción, la cual, lamentablemente, llevará su tiempo.