Inimaginable que Rocío Dúrcal, la cantante española fallecida en 2006 escriba un texto de sala para una exposición de próxima apertura. Inimaginable que un partido de fútbol celebrado en el estadio Azteca ante unas 100 mil personas tenga como alineación a los 12 apóstoles que aparecen pintados a la manera de El Greco, que posan en torno a un enorme rostro de Jesús. Inimaginable que Mick Jagger, líder de la banda de rock The Rolling Stone, y su contemporáneo David Bowie, sean retratados como monjas coronadas.
Lo inconcebible, lo extraordinario, lo impensable, lo que pudiera ser increíble en la vida cotidiana, es precisamente la materia de la obra del artista Antonio Álvarez Morán (Puebla, 24 de septiembre de 1959), quien conjunta 34 piezas recientes –acuarelas y óleos- como parte de su próxima exposición Lo inimaginable que abrirá el miércoles 19 de marzo a las 13 horas en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria de la UAP.
“Estoy representando cosas peculiares, difíciles de creer. Es una mezcla de mis lugares comunes, de mis fijaciones y obsesiones (…) Todo es verdadero siempre y cuando se pueda imaginar: el límite es la imaginación”, apunta el creador de los Neocódices o de series como Farándula Cubista durante una entrevista.
Señala que la exposición inicia con una serie de retratos familiares: una intervención sobre una obra de Faustino Salazar, un reconocido pintor poblano y tío del propio artista; y Rosa Álvarez, esposa de Salazar, una pintura regalada por el también pintor Rafael Leonor que estuvo en la casa de los abuelos, deteriorándose por el tiempo, que el artista recuperó e intervino con objetos que la también pintora utilizó en vida: lápices, pinceles y un destapador de forma caprichosa.
Destaca la propia pintura del chirimitero don Crescenciano, un hombre que entre semana se desempeñaba como boleador en Santo Domingo y los fines de semana hacía tocar su chirimía en San Bernardino Tlaxcalancingo, en una interpretación más que festiva de índole ritual. “En una de las fiestas de San Antonio Cacalotepec, el 7 de junio, después de tocar la chirimía se cayó y murió. Tiempo después me dan la noticia y me regalan la chirimía”, cuenta Álvarez Morán mientras muestra este retrato que tiene como al instrumento pieza integrada.
Se suma el retrato de su abuelo paterno hecho por un pintor español Jorge Cipitria, y que fue intervenido dos veces: por Faustino Salazar –quien lo recorta y pone el marco-, y ahora por Antonio Álvarez, quien incorpora su propio estilo, además de etiquetas de puros que él fumó.
“Otra cosa inimaginable es que Topo Gigio hubiera escrito una carta a mi tía Mari”, refiere el pintor al mostrar esta obra en la que aparece la misiva supuestamente enviada a su tía abuela por este personaje de la televisión italiana –también visto en Latinoamérica y en países como México- de los años 60 del siglo anterior, que se acompaña por la lotería que ella misma coleccionó y la pintura del ratón animado que copia las figuras de plástico verde de la época que gustaba a los niños de entonces. “Estoy haciendo una mezcla de pintura sobre vidrio y fotografía: está mi tía en un balcón del centro de Puebla y la pintura está sobre el vidrio”.
También inimaginable, continúa el artista, es la serie inspirada en el Apostolado de El Greco, un conjunto de lienzos que representan a Cristo y a sus discípulos realizados por el pintor español entre los años 1608 y 1614, que él rehízo a la manera de las Holy Watercolor: sus acuarelas hechas exclusivamente con agua bendita.
Acota que estas acuarelas fueron los bocetos de otra pintura: Apostolado Azteca, hecha a partir de un acto ocurrido en 2003 en el estadio Azteca, en la Ciudad de México, en el que 100 mil jóvenes católicos se reunieron en la semana santa “al encuentro del resucitado”, como rezaba en el cartel que él atesoró, y que se destaca por la enorme cabeza de Cristo que está en el centro del impreso. “Lo guardé 21 años y en 2024 se me ocurrió hacer esta obra, pegar el cartel en el centro, hacer este esquema de estadio de fútbol e incluir los apóstoles con cabezas pintadas como en el Apostolado de El Greco: un equipo inimaginable jugando en el estado Azteca”.
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Se suma una pieza de la serie Engaño Colorido, que a su vez parte de una obra de 1992 y fue repintada y reutilizada, dejando a un solo personaje de la versión primera que se suma a otros inspirados en El Greco: figuras que surgen de la oscuridad y se basan en una monja concepcionista cuyo retrato está en el Museo Nacional de Virreinato, en Tepotzotlán, Morelos, que se corona por un texto de Alfonso María de Liborio, “quien estuvo a punto de escribir la hoja de sala”.
No falta Rocío Dúrcal, protagonista no sólo del filme La novicia soñadora, del cual Álvarez Morán tomó el cártel como clave de la intervención, sino que es el personaje principal de una historia que aparecerá en el sitio del artista, que da cuenta de una historia sucedida en Puebla, en la que la cantante comió mole y tostadas, fue a dar a un hospital y a causa del excesivo medicamento para el dolor tuvo una serie de alucinaciones representadas en este collage de tono surrealista.
A estas obras, señala Álvarez Morán, se suma la inimaginable obra sobre el Niño Fidencio, un famoso curandero mexicano cuyo nombre verdadero fue José Fidencio Constantino Síntora, que aparece haciendo sus “milagros”; así como el inimaginable encuentro de la chamana mazateca María Sabina, con el torero español Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, más conocido como Manolete, representado en un díptico que propone un espejo de imágenes.
En la exposición Lo inimaginable no faltará la que ha sido musa del pintor: la vedette, cantante y actriz Lyn May, a quien el artista ha dedicado un ciclo pictórico y performático durante casi dos décadas. Se trata de El jardín secreto de Lyn May, un tríptico que recuerda El jardín de las delicias pintado por el artista flamenco El Bosco, el cual sólo ha sido mostrado un par de veces: en el Teatro Fru Fru de la Ciudad de México y en el Museo Universitario Casa de los Muñecos de la UAP.
Destaca que la exhibición montada en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria de la UAP, espacio ubicado en la 3 Oriente número 1008 del barrio de Analco, abrirá el miércoles 19 de marzo a las 13 horas, la inauguración formal será el sábado 22 de marzo a las 12 horas.
Luego, tendrá una serie de activaciones, iniciando el sábado 29 de marzo con la visita guiada temática Qué le pasa a Lyn May: el amor como performance, a cargo de la académica e investigadora Laurence Le Bouhellec.
En abril las activaciones serán el sábado 5 a las 12 horas con Colgando hábitos, la monja que llevamos dentro, a cargo de Adriana Alonso Rivera, quien para el miércoles 9, a las 10 horas acompañará la visita guiada que dará el propio Antonio Álvarez Morán a estudiantes en Estética y Artes de la propia universidad.
Luego, para el sábado 19 de abril a las 12 horas, se hará la visita Intervenciones pictóricas, hasta en las mejores familias pasa, a cargo de Malusa Gómez Álvarez; para cerrar el sábado 26 del mismo mes a las 12 horas con Las nuevas castas, dime con quién andas y te diré quién eres, con Victoria González.
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