Manuel de Santiago. No puedo afirmar categóricamente que las doncellas pertenecientes a la inútil nobleza tienen el cutis del trasero “lisito”, “lisito”; lo que yo digo es que: “como que se les siente”. Al parecer, la aspiración de muchas y muchos corresponde a una urgente y obstinada intención de cambiar su apariencia buscando ocultar las “patas de gallo”, disimular la papada, contener las “llantitas”, atenuar el aspecto de los ojos “papujos”, esconder el paño del rostro, cortar los pelos de las orejas y de las fosas nasales, lidiar con los barros, alisar las arrugas, tapar las manchas de la vejez, cubrir las canas, añadir “extensiones” de cabello natural o sintético para ocultar la calvicie y la exhibición de las “lonas”, extirpar los callos, mezquinos y verrugas, blanquear las “clavijas”; así como muchos otros elementos de la fisonomía considerados como “imperfecciones” del cuerpo, los cuales no son mas que deterioros naturales del proceso de cambios y envejecimiento que todos experimentamos, así como de una vida social revolucionada.
Quedaron en el pasado de las clases económicamente débiles, del mundo urbano, en nuestro país el empleo del “hueso” de mamey quemado para oscurecer las canas, el papel de china de color rojo —mojado con salivita— para ponerse chapas redonditas en los cachetes, el polvo de arroz para blanquear la cara y no dar el “charolazo” con la grasa facial, el té de manzanilla para aclarar el pelo de las criaturas, los “chiquiadores” de papa para combatir el dolor de cabeza y relajar el cuerpo. En el ámbito campesino, al menos en México, estas preocupaciones no existen ya que los contextos culturales, las condiciones económicas y el alejamiento de los medios de comunicación masiva apartan a la gente, en algunas medidas y sentidos, de la influencia del sistema social dominante.
Para la clase media, que casi siempre ha andado a la zaga de todo aquello que aparece en las “revistas femeninas” y ahora en las “masculinas”, su fin ha sido la imitación de modelos de belleza y glamour atribuidos a los actores, actrices o miembros de la rancia “nobleza” con un carácter marcadamente racial que exalta a los integrantes de una supuesta “raza aria” considerada superior. Pero ya desde finales del siglo xix y el siglo xx se han venido materializando los medios para alcanzar los ideales de hermosura y buena figura que ofrece la publicidad: belleza y apariencia juvenil son las dos grandes promesas de estos emplastos.
La moderna industria cosmética, ha venido proveyendo sucesivamente a las mujeres y luego a los varones de un amplio arsenal de productos diversos que se han puesto al alcance de la mayoría de los bolsillos y fue así como nacieron las primeras marcas cosméticas de difusión universal; la más antigua fue la compañía francesa Guerlain (1823), la también vetusta Pond´s, estadunidense de mediados del siglo xix, la corporación Avon (1886), la empresa del polaco Maksymilian Faktorowicks nombrada Max Factor (1909), L´Oreal (1909), la también polaca Elena Rubinstein (1915) por sus cosméticos preparados con base en la lanolina (grasa de ovejas), el negocio de “salones de belleza” de la canadiense Elizabeth Arden que “dignificó” el maquillaje para señoras “decentes”. Las mujeres que iniciaron este fenómeno fueron las gringas “pelonas” o flappers[1] que se zarandeaban al ritmo del “charleston” y vestían “atrevidamente”.
Lo que siguió fue un verdadero alud de empresas que se han dedicado a la elaboración de cosméticos con los más variados ingredientes y los más extravagantes procesos, mismos que se anuncian a voz en cuello con nombres procedentes de la terminología de la biología molecular o biotecnología. No dudo que existan investigaciones serias en ese sentido, pero en la mayoría de los casos son parte de una publicidad mañosa que tiene el propósito de “dorarles la píldora” a los incautos con mensajes convincentes del uso de “técnicas alemanas”, la nueva y maravillosa Coenzima Q10, la aplicación de nanopartículas, el estudio de los péptidos biomiméticos y todo aquello que suene a alta tecnología en los procesos de la actual clean beauty, orientada a lo natural y orgánico.
Los afeites se venden diariamente por toneladas y generan inmensas cantidades de ganancias, por lo que su publicidad promete “el oro y el moro” resaltando la investigación y la ciencia, a esto súmele los coquetos envases y frasquitos de diseñador y pocos serán los que no caen en la trampa. Todo esto se encuentra inscrito en la sociedad de consumo como lo expone la tesis de maestría “Atrapados en las apariencias. Análisis filosófico del homo consumens en la sociedad de consumo” de Miguel Ángel Corral y Martha Petersen[2].
Pero la modificación corporal alcanza expresiones inimaginables, empezando por el vanidoso metrosexual de las grandes ciudades, empeñado por lograr una apariencia excepcional que lo distinga de la mayoría de las personas, para convertirse en un sujeto de admiración y reconocimiento por quienes le rodean, lo cual me parece corresponde a rasgos de personalidades narcisistas que “se acostumbran a asociar su autoimagen, sentido de sí mismos con la admiración y la estima de los demás”[3], ya me corregirán los profesionales sobre esta apreciación de “culto al cuerpo”, pero he visto a algunos sujetos que se muestran en público como maniquíes, todos acicaladitos, perfumaditos, totalmente lampiños como “criaturas de pecho” y vestidos a la moda, pero con grandes aires de suficiencia y de “huelepedos”.
Se han hecho comunes las cirugías para retirar costillas y reducir así la cintura, son comunes los implantes de mamas para hacer a las mujeres más “chichonas”, lo mismo ocurre en las nalgas para hacerlas “petaconas”, las ya conocidas y ordinarias liposucciones o modelados para quitar la manteca corporal mediante el aspirado, la cirugía bariátrica que practica la gastrectomía o manga gástrica para quienes tienen sobrepeso u otras afecciones derivadas de esta condición y tampoco falta uno que otro prójimo y prójima que, de acuerdo con médicos poco escrupulosos, les es realizada como un medio rápido para reducir su peso; las inyecciones de bótox, droga hecha de una toxina, de usos médicos variados, posee también utilización cosmética que elimina temporalmente las arrugas faciales, aunque el problema viene con el “desarrugue” dejando a la persona con la “cara ajada” como bolsa de papel de estraza. La blefaroplastia o cirugía de párpados consiste en la eliminación del exceso de grasa y conjura el hechizo devolviéndoles el aspecto de príncipes y princesas a algunos batracios.
Todas estas operaciones cuentan con indicaciones médicas en beneficio de la salud, pero las dudas surgen cuando se trata de modificar el organismo con propósitos estéticos. No puedo dejar de mencionar los terribles efectos que llegan a ocurrir en estas intervenciones por las condiciones propias de cada persona, por una mala práctica médica o por la participación de cualesquiera sujetos no calificados para realizarlas. Hay que leer en los periódicos y medios electrónicos la cantidad de demandas que “los famosos” interponen en contra de profesionales de la salud por algunos procedimientos médicos que les han causado problemas graves, no solo en cuanto a su estética, sino algunos conflictos de carácter sistémico que involucran a otros órganos.
Pero existen quienes transforman radicalmente su aspecto no solo con elaborados tatuajes que cubren casi toda la superficie de su piel, sino con cambios drásticos en su anatomía como partirse la lengua a la mitad, practicarse operaciones quirúrgicas para ponerse protuberancias en la frente a manera de “cuernos”, hacerse orejas puntiagudas como aluxe o chaneque, provocarse intencionalmente cicatrices queloides (engrosadas) con formas diversas para modificar una parte de su cuerpo, anillos en el tabique nasal y una serie de argollas insertadas en la espalda o en las piernas para tejer diseños geométricos con listones o tiras de cuero. Colorear en rojo, verde o azul las corneas de los ojos, penes bífidos, implante de descomunales colmillos artificiales para parecer vampiro de película o don “Satán Carroña”, personaje de “La Familia Burrón; amén de los ya conocidos piercing (perforación) en el ombligo, en la lengua, en los cachetes, en las orejas, en los pezones, en la frente[4], etc.
A decir de algunas de estas personas las modificaciones corporales extremas que practican en sus cuerpos simbolizan un rechazo a lo establecido, a la sociedad tradicional, una ruptura de las normas y al convencionalismo sociales, una forma de ofrecer una estética actual de la figura tomando la piel como un lienzo en blanco y una materia moldeable; algunos buscan imitar ritos de culturas no pertenecientes a sociedades industrializadas; búsqueda de lo exótico para paliar la gran insatisfacción de algunos individuos que viven sociedades opulentas reivindicando su marginación social, etc. Lo que sí puedo asegurar es que se trata de un asunto de difícil compresión que entraña riesgos para la salud, que marginan aún más a quienes adoptan estas conversiones corporales y cuyas repercusiones para el resto de la sociedad son prácticamente imperceptibles.
Para terminar con el tema quisiera hacerles una pregunta a los estimados lectores de esta columna, consulta que considero viene a propósito considerando lo anteriormente expuesto: ¿Con cuál de sus órganos u otras partes de su anatomía busca usted llamar la atención de otras personas?
[1] Flapper (ing. Del verbo flap que significa en español cuando una tela que se agita vigorosamente). Estilo de vida de algunas mujeres jóvenes estadunidenses, del mundo urbano, de los años 20 del siglo pasado. Usaban faldas cortas, vestidos brillantes, en ocasiones con flecos, peinados cortos, maquillaje exagerado, largos collares, numerosas pulseras, diademas, etc. Se considera a las flappers las portadoras de una moda ampliamente difundida.
[2] Corral Chagoya Miguel Ángel/ Martha Petersen Farah. “Atrapados en las apariencias. Análisis filosófico del homo consumens en la sociedad de consumo”. (tesis de maestría), iteso, Tlaquepaque, Jalisco, 21 de septiembre de 2016. (https://rei.iteso.mx/bitstream/handle/11117/4054/Tesis%20Apariencias.pdf?sequence=2&isAllowed=y
[3] Trastorno de la personalidad narcisista (Andrew Skodol) 2019 (https://www.msdmanuals.com/es-mx/professional/trastornos-psiquiátricos/trastornos-de-la-personalidad/trastorno-de-la-personalidad-narcisista)
[4] Las 9 modificaciones corporales más bizarras. “Belagoria la web del tatuaje”. Página electrónica de tatuajes que ofrece también un catálogo de alteraciones somáticas extremas. (https://www.belagoria.com/2012/o3/las-9-modificaciones-corporales-mas.html)