Libros y archivos. Una biblioteca personal y un compendio de fuentes para lograr un deseo: el hacer una historia del arte regional. Entre estos dos polos, oscila una de las últimas acciones de Montserrat Galí Boadella (México, 1947-2023) cuando legó su biblioteca personal de más de tres mil volúmenes y su vasto acervo de fuentes documentales con las que buscó escribir y que otros escribieran la historia del arte de Puebla.
Contenidos desde hace unos días en la Casa del libro “Gilberto Bosques Saldívar”, un espacio académico y cultural de la Universidad Autónoma de Puebla, los libros ya están dispuestos en un 50 por ciento del total de ellos para la consulta de investigadores y estudiantes universitarios, mientras que el archivo es intervenido por académicos del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, otrora pares de la historiadora del arte.
Al respecto, Miguel Vélez, coordinador de la Casa del libro, explica que los libros forman parte del Fondo Montserrat Galí Boadella, mismo que cuenta con su propia clave de catalogación y su propio sello. “Son cerca de tres mil 700 piezas, no están todas todavía; es una mitad”, dice señalando a los estantes que conviven con el Fondo de Daniel Cazés y Marcela Lagarde, también donado.
“Lo que estamos haciendo ahora con aquellos investigadores que nos han legado su fondo en vida como fueron Marcela y Montserrat es que a todos les ponemos la nota de que fondo pertenecen, pero a éstos los hacemos de consulta. Es algo extraordinario, porque si hiciéramos así con las colecciones en general no habría como clasificarlas de manera convencional”.
Este fondo, refiere Vélez, se compone por títulos de estudio de la historia del arte, ejemplos múltiples de la historiografía de la disciplina, libros de arte mesoamericano, colonial moderno y contemporáneo, además de europeo, mexicano y latinoamericano, a los que se suman catálogos y libros de investigación.
En su caso, el archivo de investigación tiene que ver con el corpus de materiales que Montserrat Galí trabajó para hacer su obra publicada; “son un conjunto de indicios de investigación, fuentes de todo orden, que utilizó para hacer los libros y artículos que conocemos”.
Ubicados en la parte superior del antiguo ex convento de Clarisas, el comunicólogo de formación indica que los documentos están separados por marbetes que dejan ver las temáticas de las fuentes.
Así, concibe el funcionario universitario, la colección de libros revela las influencias y el universo de lo social que tiene un investigador y un intelectual que no tiene que ver con su trabajo como tal, pues habla de sus intereses, sus relaciones, sus afectos y su trabajo intelectual. “Tiene que ver con lo que uno quiere tener a la mano, lo que uno quiere revisar y consultar, pues la biblioteca sólo es en función de la consulta”, afirma. Por tanto, considera que donarlo a lo público rompe “esa mística y al mismo tiempo es un acto generoso y de compartir el universo de la vida intelectual”.
Por otro lado, prosigue el coordinador de la Casa del Libro, es “más audaz y más generoso aún”, pues tiene que ver con el límite del investigador y al mismo tiempo con la manera en que el trabajo de investigación sigue abierto, vigente y en construcción.
“El archivo es una cuestión de criterio y de enfoque, y de quien lo trabaja. Darlo como tal es excepcional, es confiar en el futuro, que hay otros investigadores que pueden acceder a las fuentes que uno en su momento trabajo y que puedan tal vez retomar el trabajo dejado”, menciona.
“Creo que a la doctora Galí le impresionaba la falta de este tipo de aproximaciones, por supuesto hay museos e historias del arte; más bien el deseo fue por ahondar. Esto va más allá del ámbito académico, es porque la sociedad haga conciencia de sí misma, porque una vez que una escuela de pensamiento se desborda de lo académico y sangra hacia lo social, la sociedad cambia y creo que el deseo académico y que se refleja en la biblioteca, los trabajos y los archivos de ella, es su profundo deseo que esta sociedad se conociera a sí misma desde una perspectiva académica y sensible, porque es una historia de lo sensible lo que ella escribió”, considera el también escritor, fotógrafo y académico.
Destaca que en homenaje a la propia investigadora universitaria, y en el marco del coloquio internacional Montserrat Galí Boadella: trayectoria, obra y legado que reunió a amigos, pares y familiares en torno a su figura, fue abierta la instalación Archivo y escrituras que preparó el también investigador, escritor y editor Marcelo Gauchat.
“Es en homenaje a la donación del archivo porque todo investigador hay cosas que trabaja y cosas que omite, hay siempre por hacer o que no dio extensión ni tiempo, o simplemente proyecto que no finalizó. Uno de esos indicios que dejó Galí Boadella, según refieren todas las fuentes vivas, es que siempre quiso hacer una gran historia del arte en Puebla.
“Ese archivo está ahí, catalogado por la propia doctora, con fuentes para la historia del arte en Puebla, son los indicios que ella consideró pertinentes de revisar y eventualmente historiar el arte en Puebla: hay fuentes documentales de alfareros, de pintores, de escultores, de arquitectos”, expuso Miguel Vélez.