Martes, junio 24, 2025

En su libro Pronóstico reservado, Diana Bracho deja ver su amor por el lenguaje

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La actriz Diana Bracho se asume como una cuidadosa y amante del lenguaje. Desde los siete años, cuando esbozó su primer poema hasta ahora que ve publicado su primer libro aparecido a sus 77 años de edad, se ha preocupado por la concisión, la precisión y la brevedad, en suma, la economía del lenguaje. 

De visita en Puebla invitada por el gestor Roberto Ariza y la Secretaría de Cultura de Puebla, la actriz de teatro, cine y televisión presentó en la Biblioteca Palafoxiana su poemario titulado Pronóstico reservado acompañada por la periodista Karla Iberia Sánchez. 

Conmovida por el espacio y el público que la cobijó, Bracho definió que es muy cuidadosa con el lenguaje y que en él no pone “palabras de más, no uso muchos adjetivos, no lo adorno, mis poemas son muy concisos”. 

Explicó que Pronóstico reservado se divide en tres partes: en la primera parte aparecen poemas precisos que tienen que ver con la paradoja, la ironía, la metáfora y muchas formas de la poesía; en la segunda parte se contienen poemas un poco más largos; y en la tercera aparecen Haikús, poemas cortos y concisos de la naturaleza y el sentimiento humano. 

“Mis poemas tienen mucho que ver con la literatura japonesa, específicamente con los Haikús, una forma poética que siempre habla de algo de la naturaleza y refiere a un sentimiento humano, con tres líneas de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. No sigo el formato del Haikú, mis Haikús son un poquito más largos, pero sí conservan el espíritu de la economía del lenguaje, la precisión, el escoger siempre la palabra justa que va a decir exactamente lo que va a decir”, explicó a los asistentes.  

Comparó incluso que la economía que busca en su escritura se parece a la forma en que actúa: “pienso para qué hago dos gestos, si con uno puedo expresar lo que siento. Si con una mirada puedo expresar que amo no necesito abundar en las acciones. Lo mismo aplica en mi literatura”. 

Diana Bracho recordó que fue su padre –el reconocido director de cine, guionista y productor- Julio Bracho, quien a los siete años “provocó” que escribiera su primer poema.  

“Cuando Xavier Villaurrutia falleció mi papa estaba llorando en el pasillo cuando supo de su muerte y me explicó lo que era. Enseguida me fui corriendo a mi cuarto, saqué un cuadernito, un lápiz y escribí mi primer poema: Cuando la muerte nos asusta”. 

Desde entonces, continúo, tuvo un enamoramiento permanente con el lenguaje, el cual creció porque aprendió a leer a sus tres años, enseñada por su papá, quien le prestó muchos de sus libros que tenía en su biblioteca personal. Así, si bien escribió a lo largo de este tiempo, dijo que apenas meses atrás, animada por su pareja que falleció hace un año, se animó a publicar su material pues “un poeta que no es leído no existe”.  

Bracho contó que tuvo la suerte que una amiga suya, promotora cultural, la pusiera en contacto con el director de Cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Celso Garza, le ayudó a concretar la publicación. “Se fue dando sin que yo en realidad pusiera algún esfuerzo más que pasar en limpio, juntar poemas de cuadernitos, de papelitos, de cubiertas de chocolate, con cositas que escribía y salió esto”. 

Por último, advirtió que este volumen no es autobiográfico, pero deja conocer parte de su historia y de su vida personal. En él, se abordan temas como el vacío, el abandono, la pérdida, que se combinan por el amor, la vida, el erotismo y la necesidad de vivir. “Mi amor por el lenguaje es tan importante como ser actriz. Cada palabra pesa con una piedra”. 

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