“No estamos liberadas”, afirma la actriz Graciela Blanco tras cruzar la historia de cinco mujeres distintas en condiciones y épocas: de Sor Juan Inés de la Cruz a ella misma, una “personaja” más de Liberación femenina, un unipersonal en formato stand up que con áspero y vibrante humor habla sobre las ataduras, los condicionamientos y las aparentes libertades de las mujeres.
De estreno este fin de semana, la pieza montada por Chela Heart, nombre artístico de la actriz, es resultado del trabajo establecido en 2024 con Jessica Torrijos, una standupera argentina con quien tomó un taller tiempo atrás y quien le propuso tomar este texto de su autoría.
Liberación femenina es, al mismo tiempo, una primera vez para Chela Heart: su primera producción y su primera interpretación en solitario en por lo menos dos décadas de trabajo teatral, no obstante al Breve Espacio no llegó sola sino acompañada por su familia y el público que abarrotó el foro cultural.
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”, recitó la actriz convertida en Sor Juana Inés de la Cruz, la poetisa conocida como “la décima musa” que en la obra se muestra actual, desparpajada y mordaz para mostrar el pensamiento de su época, que en nada dista al pensamiento actual.
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Vestida con hábito, Chela Heart habló sobre cómo al saber que las mujeres son “perseguidas, atosigadas, juzgadas, criticadas y señaladas”, Sor Juana prefirió ser monja para poder ser poeta.
“Yo quiero ser poeta y escritora y decir lo que nadie ha dicho. A las mujeres nos crían sumisas, ingenuas, fantasiosas, cortas de pensamiento y cortas de palabras (…) Nadie dice, todo es secreto, todo es tabú, todo es pecado, y es en la ignorancia donde está el pecado”, dijo la mujer intelectual.
Tras un salto actoral, el espectador conoce a Martita, una “pibe” argentina que habita el año 1940 y que da cuenta de lo que le ocasionó su primer amor: un hombre mucho mayor en edad, “moreno, alto y de dientes color marfil”, que cantaba y tocaba la guitarra, que la enamoró y abusó, marcando el que sería su futuro.
Entre risa y reflexión aparece otra mujer: un ama de casa “adicta a la limpieza” del ya lejano 1970, que entre miedos, cansancio, soledad y enfermedades –quizá inexistentes, sólo provocadas por la cotidianidad-, deja ver los juicios y prejuicios que hay en torno a una mujer que decidió no casarse: el decirle que le “falta un hombre” y que esa es la causa de todos sus males, señalamiento que ella burla alegremente con imaginación e ingenio.
Ya en 2025 salta al escenario “una mujer moderna”, una madre soltera con dos hijos: un adolescente y un par de niñas cuyos padres son ausentes casi desde su concepción. La “personaja” que se afirma feliz, tranquila, resuelta e independiente, deja ver al mismo tiempo la manera acelerada en que vive: dando clase, cocinando, limpiando los domingos, y haciéndose cargo todo el tiempo de los demás.
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Liberación femenina concluye con la propia Chela Heart quien hace una reflexión sobre ese concepto nombrando a Cleopatra, que prefirió estar muerta antes que esclavizada; Helena de Troya que por amor huyó y provocó una guerra; o Juana de Arco que terminó quemada en la hoguera y gritando que tenía razón.
La protagonista habla de la forma en que las mujeres “hacen mil cosas” y son llamadas “tontas”, el cómo trabajan, corren mil kilómetros y comen “sin harina, sin gluten y sin huevo”, pero al mismo tiempo la forma en que “están traumatizadas”, y no dejan que “las apapachen y consientan”.
Liberación femenina es, para Chela Heart y Jessica Torrijos, una forma de decir que las mujeres “no estamos liberadas”, pues dentro de toda esa revolución, es necesario “quedarse quietas”.