El legado fotográfico de Honorato Reyes Nieva “es fundamental para escribir una historia desde los márgenes”, concibió la historiadora y catedrática María Graciela León Matamoros respecto al trabajo de este hacedor de imágenes que retrató la ciudad y los personajes de Puebla en la primera mitad del siglo XX.
En conversación con Jean Michelle Azofeifa García y Alfredo Luna Montesinos señaló que es necesario dimensionar la labor hecha por Honorato Reyes (1905-1980), quien retrató a personajes y sucesos políticos, sociales y religiosos, además de hacer fotografía de estudio y, como empleado del Ayuntamiento de Puebla, se encargó de fotografiar a reos, hombres y mujeres, en los reclusorios de la ciudad, así como a los cadáveres que irían a la fosa común, encargándose de su registro.
“Son fotografías que no son de estudio y no se fotografiaron para perdurar, pues quizá esa no fue la intención. Eso es algo fundamental para dimensionar: pareciera que se hablan de memorias colectivas que podrían parecer menores, pero no lo son, sino que son fundamentales para quienes hacen historia, para quienes indagan en los archivos. Simbólicamente nos transmite una memoria colectiva que se va construyendo poco a poco”, expuso León Matamoros.
Como parte de la charla Honorato Reyes Nieva y su incorporación a la amplia y compleja memoria visual de Puebla acotó que durante la época de este fotógrafo hubo una transformación tecnológica; así, las fotografías de grupo que se hacían en estudio, con un cupo limitado, pudieron hacerse ahora al aire libre permitiendo una popularización de la disciplina.
De paso, la docente en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y la Universidad Autónoma Metropolitana distinguió que Honorato Reyes retrató a los “estatus” sociales de su época: hombres y mujeres clase alta aparecidos como en una puesta en escena, y mujeres y hombres del pueblo en la calle y los espacios públicos.
“Hizo una traducción del estatus, pensó en lo que quería comunicar, es una significación de la que es parte el fotógrafo sobre cómo queremos ser vistos”, destacó la otrora gerente del Centro Histórico de Puebla.
En ese sentido, la arquitecta Jean Michelle Azofeifa García destacó que el legado de Honorato Reyes deja ver que un archivo fotográfico no sólo es el compendio de imágenes, sino un conjunto de historias, memorias y miradas que al ser vistas llevan a recuperar parte de la historia de Puebla.
“Ha sido una responsabilidad grande darle voz a este fotógrafo y entregarle su obra a la ciudad, la misma donde fue su trabajo, tuvo sus clientes y su fotografía fue vista en otros lugares, por lo que es justo darle un espacio de este tipo para que se pueda difundir”, dijo la también museógrafa, quien al lado de Alfredo Luna Montesinos trabajó en la consolidación y curaduría de este acervo.
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Azofeifa García completó que además de las imágenes, Honorato Reyes dejó un legado de cartas que han sido leídas, separadas y ordenadas, y “que dejan ver su forma de ser, pues lograba tener cierto carisma y lograba derribar la barrera entre la cámara y el que estaba siendo retratado”.
En su caso, Alfredo Luna recordó que con Javier del Río fundó Ojo fotográfico, un proyecto enfocado en fotografía de producto, que “cambió de brújula” cuando entre las maravillas del anticuario Francisco Aguilar, en marzo de 2020, encontró los más de 3 mil 800 negativos en distintos formatos de película fotográfica que formaron el Archivo Reyes.
“Decidimos crear el Archivo Reyes que es investigación y digitalización para ver el contenido, que implicó la inversión en equipo y tiempo, pero al mismo tiempo fue una ventana al pasado, pues es ver a la Puebla de hace 100 años, ver cómo era la gente, que no hemos cambiado tanto, pues quizá la moda es lo que podría definir la diferencia de época, pero no como sociedad”, confió el gestor cultural y artista visual.
Una muestra de ese archivo, alrededor de 115 imágenes, forma la exposición La mirada a través del negativo, que estará montada hasta septiembre próximo en el Museo Regional de Puebla como un homenaje a Honorato Reyes.
Dicha exposición contó con apoyo del Programa de Interacción Cultural y Social del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico Puebla 2024, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, y la Secretaría de Arte y Cultura estatal a través de la Escuela Taller de Restauración que trabajó en contenidos visuales y físicos, así como en la museografía que trasladará a los visitantes al pasado.
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