Contaba mi abuelo que hace poco más de 100 años en una pequeña aldea de la costa de un lejano país del Cercano Oriente vivía con su madre un joven llamado Bashîr que significa en árabe “alegre”. Todos los días, al despuntar el alba, el joven realizaba una oración a Dios para agradecerle estar con vida, con salud, con trabajo y tener la fortuna de conservar a su anciana madre, cuyo nombre era Afrah que significa “felicidad” y quien se desvivía por atender y halagar a su hijo preparándole amorosamente los platillos que le gustaban. Ellos habitaban la región costera de Palestina que desde tiempos inmemoriales habían ocupado sus ancestros y que ahora, iniciando el siglo xx, estaba bajo el dominio del Imperio otomano que cobraba impuestos, porque sí y porque no.
La pequeña aldea en la que habitaban, de apenas unos 800 habitantes, tenía una pequeña guarnición de 11 soldados turcos —que cada seis meses eran relevados— y ocupaban un minúsculo cuartel con dos habitaciones, una usada como oficina y la otra se destinaba como dormitorio de la tropa, además de contar con un patio donde cada mañana izaban la bandera roja con una media luna creciente y una estrella blancas. Además, había un empleado civil que realizaba el cobro de los impuestos acompañado por uno o dos soldados. En el centro de la población estaban situadas un par de tiendas de abarrotes y enseres diversos, una botica, una herrería, una peluquería, una tienda de ropa, un pescadero que despachaba en su propia casa y una farmacia cuyo dueño practicaba una medicina básica y combinaba los medicamentos de patente con remedios populares, también mantenía un servicio telefónico que fallaba con mucha frecuencia.
“El hombre no puede saltar fuera de su sombra” (dicho árabe)
Una mezquita, una escuela de nivel básico y una plaza central con unas cuantas palmeras datileras, algunas plantas con flores a donde se posaban algunas aves y así se completaba el ajuar urbano. Además, existían algunos puestos callejeros —provisionales— de pasamanería, de tapetes artesanales, bártulos de cocina, de accesorios y afeites para mujeres y zapatos para todos los miembros de la familia. Corría el año de 1916 y entre los habitantes, de mayoría palestina, vivían también unas cuantas familias judías que habían adquirido recientemente algunas tierras que dedicaban al cultivo de cítricos, limón y naranja, así como al comercio ultramarino de dátiles, aceitunas y aceite de oliva, productos que embarcaban en un puerto cercano.
Mi abuelito nos decía que el joven Bashîr era alto, esbelto, de grandes ojos negros al igual que su cabello y un gran bigote bajo una prominente nariz aguileña. Sus ropas eran modestas y solía usar sobre su pantalón de trabajo la tradicional jilbab, un vestido largo y también una prenda llamada kufiya, que era un extenso paño con dibujos geométricos para cubrirse del sol y de las tolvaneras, frecuentes en los meses de verano. La vida del muchacho estaba dedicada al trabajo en el campo de naranjas que había heredado de su padre después de que su hermana Amina recibió su dote matrimonial y se había ido a vivir a un pueblo cercano con la familia de su esposo. La mamá del muchacho le había rogado que buscara a una doncella en el pueblo o en donde vivía su hermana para pedirla en matrimonio; porque ya era hora de tener a su lado a una mujer que le diera hijos.
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“Compañía de dos, compañía de Dios”
En el pueblo vivía una joven llamada Rawdha a quien Bashîr conocía desde pequeña, pero mantenía una pequeña rencilla con su hermano mayor al disputarse, en una tienda del pueblo, una reja de arado que ambos necesitaban y que acabó en sus manos, con cierto resentimiento de parte del otro joven. Sin embargo, las miradas que furtivamente cruzaban Rawdha y Bashîr en la plaza del pueblo prometían el inicio de una relación y el muchacho se lo hizo saber a la madre quien se preparó para iniciar el ritual de “pedimento” de la mano de la joven o talbeh por parte de un tío, hermano del padre, que fue recibido por el abuelo de la novia con la presencia de ambas familias y así degustaron té y dulces tradicionales que para la ocasión preparó la madre de la muchacha y acordaron pues el matrimonio.
A los pocos días celebraron la shara que es una fiesta nocturna con comida, música y baile para participar a los invitados el compromiso matrimonial y fue celebrada en cada familia por su lado. Los parientes y amigos del novio asistieron al afeitado de barba, bigote y cabello del muchacho. Por su parte, en la familia de Rawdha, hubo una reunión con familiares y amigas, las muchachas ejecutaban alegremente, con la lengua y la “campanilla”, la zaghrouda[1] y además se aplicaron a decorar esmeradamente manos y pies de la novia con una pasta llamada henna[2], con la técnica del mehndi con diseños muy creativos [3].
Finalmente llegó el día de la boda una vez que el novio entregó el mahr o dote a la familia de la novia; todos, parientes y amigos de ambas familias acudieron a la mezquita en donde el un anciano, de probadas virtudes, reconocidas por todo el pueblo, comenzó con la alabanza a dios, recitó tres versículos del Corán y un dicho profético aconsejando a la pareja el que sus actos estén dedicados a la exaltación de Dios todopoderoso y bondadoso y que guarden entre ellos el respeto y el amor porque seguramente así contarán con su bendición para que tengan siempre concordia y prole a quienes educarán en la fe y las costumbres de su pueblo.
El banquete nupcial consumió los ahorros de Bashîr, pero gustosamente ofreció a todos sus invitados el tradicional mansaf [4] que elaboró su madre con ayuda de las vecinas y después de la comida, que se llevó a cabo en el patio de la propiedad del novio, se inició el baile con la música de unos buenos amigos de la pareja y ésta se prolongó por varias horas, alumbrándose con antorchas al caer la noche. Rebozaba la alegría y contento de las familias, cuando de pronto… se escucharon disparos a lo lejos, pero las detonaciones se hicieron más intensas lo cual obligó a callar la música y las conversaciones de todos para intentar saber qué era lo que estaba ocurriendo en el pueblo. Pronto se supo que los soldados británicos y australianos hicieron prisioneros a los turcos y a partir de ese momento se instalaron en la aldea y establecieron un férreo dominio militar que se conoció como el “mandato británico” que propició la llegada de judíos sionistas procedentes de algunos países europeos.
El pueblo empezó a cambiar drásticamente y se mudaron a él muchas familias judías que al fin encontraron, como decían ellos mismos, “la tierra prometida” que Inglaterra, Francia, así como Estados Unidos, les “ofrecieron” para fundar en Palestina el llamado el “Hogar Nacional Judío”, lo que fue conveniente para los intereses de esas potencias haciéndose con el control político de una región poblada mayoritariamente por árabes y el aseguramiento de las abundantes reservas de petróleo de la zona. Los judíos que llegaron formaban parte de un movimiento político nacionalista europeo provistos una ideología llamada sionismo[5] y lo que buscaban era fundar su propio Estado en lo que ellos consideraban su territorio histórico, amparándose en el Antiguo Testamento de la Biblia.
Terrorismo negado
Pronto algunos de los jóvenes judíos sionistas integraron el grupo terrorista de la Haganá que fue avituallado por los ingleses quienes les proporcionaron armas, entrenamiento, apoyo logístico y así y comenzaron a hostilizar a la población musulmana lo cual generó una respuesta armada de los palestinos para combatirlos tratando de contenerlos. De esta manera, la mayoría de las familias musulmanas que ahí habitaban fueron desplazados con el uso de la fuerza y la compra forzosa de sus tierras. Muchos palestinos, como Bashîr y Rawdha, al igual que sus familias, tuvieron que salir del pueblo, huyendo de la violencia, pero las madres de estos muchachos llevaron consigo las llaves de sus casas por si algún día podrían volver. En un campo de refugiados en el Líbano, nació su primer hijo y al morir la madre de Bashîr se trasladaron junto con la familia de Rawdha a Cisjordania en donde el joven consiguió trabajo en un campo de cítricos y así transcurrieron algunos años hasta que en 1948 se fundó el Estado de Israel y se aceleró la invasión y expropiación de las tierras por parte de colonos judíos que las ocuparon para fundar nuevos asentamientos, así como las granjas colectivas o Kibutz, resguardados por el control político y militar de Israel, lo cual provocó la expulsión de más de 700 mil palestinos en lo que ellos llamaron la Nakba o “catástrofe”; es decir, la diáspora del pueblo palestino con el abandono de sus tierras y sus pertenencias.
La llave
Mi abuelo me relataba con pormenores cuando huyó de su pueblo… pero la vehemencia de los recuerdos lo hicieron temblar, estalló en un copioso llanto y sollozos incontenibles, lo que me conmovió profundamente y me hizo llorar también; pero se compuso, enjugó las lágrimas, sonó su nariz y se levantó, sacó de un cajón una gran llave junto con fotografías de sus padres, de mi abuela, de mi padre, de mis tías y tíos. La llave resultó la de la entrada de su antigua casa y con ella en la mano me dijo seriamente: “pon atención muchacho y escucha lo que te voy a decir: esta llave pasará a ti, a través de tu padre y espero que tú si la uses para abrir nuestra vieja casa y puedas vivir entre nuestros recuerdos”. No quise decirle al abuelo que yo sabía que su vieja casa fue destruida, así como las casas de todo el barrio y en su lugar se instalaron las viviendas de una colonia de judíos sionistas, armados y protegidos por el ejército israelí. De su aldea no quedó el menor rastro, simplemente desapareció.
Hasta aquí el relato del inicio del conflicto entre palestinos y sionistas, pero las mil y una noches continúan cobrando vidas humanas.
Territorio perdido (78%)
Desde el año de 1967 el territorio palestino se ha reducido a menos de su cuarta parte, su población se ha visto obligada a abandonar sus casas y sus tierras ante la expulsión sistemática y apropiación ilegal de su patrimonio por parte de Israel, así como al establecimiento de un sistema de apartheid [6] que se mantiene tanto en el territorio de Israel como en el usurpado, para segregar racialmente a la población palestina y también por su religión. De acuerdo a la onu y a organismos defensores de derechos humanos como Amnistía Internacional existen más de 7 millones y medio de personas refugiadas y pese a las resoluciones del organismo multinacional y las leyes internacionales, los sionistas se niegan a acatarlas y continúan invadiendo las tierras mediante la instalación de colonias. El propio Primer ministro de Israel, Benjamín Netanyaju, en marzo de 2019 publicó en Internet lo siguiente:
“Israel no es un Estado de toda su ciudadanía […] [sino] el Estado nación del pueblo judío y únicamente de éste.”
Con lo cual se confirma, contra toda razón, que solo los judíos tienen derechos en el estado de Israel que uno supone es un estado multicultural y multiétnico como prácticamente todas las naciones del mundo; los demás ciudadanos, sean de otras confesiones religiosas o de procedencia racial distinta… simplemente no los tienen. ¿Abrase visto tamaña aberración? Esto me permite concluir que sin que me quepa duda alguna que esto es una expresión del “nazionismo” y supremacismo judío que practica el señor ministro, su pandilla y solo una minoría de la población israelí.
El más reciente evento de este conflicto fue el acto terrorista contra la población civil israelí, en octubre de 2023, que fue perpetrado por Hamas, grupo que se hizo con el poder en la franja de Gaza y que según declaración de altos funcionarios israelíes en sus inicios fue alentado y financiado por el propio grupo sionista “…entre la década de los 60 y mediados de los 80, para convertirla en un contrapeso político de la Organización para la Liberación de Palestina (olp), según dijo el propio Arafat en una entrevista, que fue Isaac Rabin, Primer ministro israelí, quien admitió el hecho.
“… estas palabras suyas [Arafat], pronunciadas en una entrevista publicada por el italiano «Corriere della Sera» en 2001 y nunca desmentidas, siguen considerándose testimonio de que el Movimiento de Resistencia islámica es prácticamente un hijo de Israel.” [7]
La olp fue fundada por Yaser Arafat en 1964, cuyo brazo político militar ha sido Al Fatah, el cual representa el poder administrativo en la parte de Cisjordania, pero esta región —separada geográficamente de Gaza— aun siendo territorios de Palestina, es controlada totalmente por Israel que ha construido un muro de 700 kilómetros de perímetro con numerosas torres de vigilancia y regula por medio de los militares todos los accesos, así como el espacio aéreo de la zona. En Gaza, que colinda con la zona costera mediterránea, tiene prohibido por Israel comerciar por vía marítima, pescar y establecer contacto aéreo; es un gran campo de concentración ahora totalmente devastado por los masivos bombardeos de la fuerza aérea israelí con un saldo en vidas humanas de cerca de 39 mil civiles asesinados, de los cuales más de 14 mil son niños y niñas.
“Ya en 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU votó la resolución 2334, que “condena todas las medidas encaminadas a alterar la composición demográfica, el carácter y el estatuto del territorio palestino ocupado desde 1967, incluida ¿Jerusalén Oriental, incluyendo, inter alia, la construcción y ampliación de asentamientos, el traslado de colonos israelíes, la confiscación de tierras, la demolición de viviendas y el desplazamiento de civiles palestinos”.[8]
Esta guerra permanente, desigual y genocida que libra el Estado de Israel encabezado por el grupo sionista no tiene visos de terminar, porque existe un evidente empeño de Netanyaju y su grupo de exterminar al pueblo palestino. El rabino sionista Yosef Mizrachi aseguró que la Torá les da permiso para matar a niños palestinos y no hay que tener piedad con ellos.
“… si hay que lanzar una bomba en un edificio con 8 niños árabes dentro, hay que hacerlo, porque esos niños se convertirán en terroristas. No tengas piedad de los niños, mátalos a todos, no hay diferencia entre ellos y sus hijos, dios lo sabe”
Estados Unidos, Inglaterra, Francia, principalmente, son las potencias que venden armas a Israel y apoyan su política de limpieza étnica con el argumento de que solamente Israel tiene derecho a defenderse. Todas aquellas personas que realizan cualquier crítica o piden detener las masacres de los palestinos ejecutadas por el grupo sionista son considerados enemigos de los judíos, bajo el supuesto argumento del “antisemitismo”; es decir que si usted solamente se lamenta de las numerosas víctimas que diariamente provoca el ejército israelí entonces es usted un “antisemita” como lo fueron los nazis en contra de judíos civiles desarmados. ¿Qué le parece?
Las mil y una noches del pueblo palestino se prolongarán por muchos años más, pero llegará el tiempo en el que existe la esperanza de que saldrá el sol que disipe las tinieblas en las que vive un pueblo cuyo único crimen es el haber habitado, desde hace más de mil años, en las tierras que las potencias “regalaron” graciosamente para formar un Estado que aún no cumple los cien años, pero que se ha posesionado de toda una región con la complacencia de sus amos y la indiferencia hipócrita de otros gobiernos. Notarán que en este texto he hecho uso de muchos adjetivos, pero no puedo evitar calificar las atrocidades y crímenes de lesa humanidad que realiza el gobierno de Israel en contra de los palestinos. Por todo esto les ofrezco una sincera disculpa.
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[1] Zaghrouta o zaghrouda, es un sonido vocal largo y agudo que emiten las mujeres musulmanas como expresión de alegría y de contento. https://youtu.be/w4BU8ihXc6U?si=dieiy2Xmtje6yaTU
[2] Hennna. Es un tinte natural de color rojizo obscuro que se aplicaa en una técnica de coloración de la piel llamada mehndi.
[3] Mehndi. arte corporal y decoración temporal de la piel que generalmente se dibuja en manos y pies, en la que se crean atractivos diseños decorativos.
[4] El mansaf es un platillo especiado con cúrcuma que consiste en trozos de cordero cocido con yogur y servidos sobre una cúpula de arroz, que a su vez está sobre una capa de pan. Se decora con nueces o piñones.
[5] Wikipedia. Sion. Uno de los nombres bíblicos de Jerusalén). Este nombre se refiere inicialmente al monte Sion, una montaña cerca de Jerusalén, y a la fortaleza de Sion en ella. Más tarde, durante el reinado del Rey David, el término «Sion» se convirtió en una sinécdoque para referirse a toda la ciudad de Jerusalén y a la Tierra de Israel. En muchos versículos bíblicos, los israelitas fueron llamados el pueblo, hijos o hijas de Sion, ציון: El vocablo «sionismo» deriva de la palabra Sion.
[6] Amnistía Internacional. “El apartheid israelí contra la población palestina.” [Consultado: octubre de 2023]: https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2022/02/israels-system-of-apartheid/ video de Philip Luther, Asesor general de investigación y política, Amnistía Internacional. https://youtu.be/lbbyZoJDPs4
[7] “Hamás, una criatura israelí”. abc Internacional. 04/01/2009 [Consultado: noviembre 2022]. https://www.abc.es/internacional/abci-hamas-criatura-israeli-200901040300-912238022184_noticia.html
[8] Instituto Tricontinental de Investigación Social. (revista electrónica). Del 29 de junio de 2023. “Israel no puede desmentir el apartheid. Boletín 26 (2023)”. [Consultado: noviembre de 2023]. https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/palestina-walid-daqqah/