La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), en voz de su principal representante, el señor Ángel Gurría (destacado neoliberal mexicano), dio a conocer lo que, según él, eran los avances en distintos aspectos de la vida de los mexicanos, lo cual el inquilino de Los Pinos tradujo como “grandes triunfos” del régimen.
En efecto, Enrique Peña Nieto, sin el menor rubor y con exaltado fervor, dijo: “México ha hecho enormes progresos en las últimas décadas en términos de mejorar la calidad de vida (sic) de sus ciudadanos, especialmente en las áreas de educación, salud y empleo”. Pero ¿cuál es la realidad? De acuerdo con la propia OCDE, de los 36 países que la integran México ocupó el 34 en educación; en salud alcanzó el lugar 33, y en seguridad, el 36.
Una rápida revisión a otro indicador del bienestar, puede evidenciar las mentiras del gobierno y asegurar que las agresiones contra el ingreso de los trabajadores continúan de parte del “nuevo gobierno priista”, que insiste en señalar que la inflación no pasa de estar “entre un 3 por ciento y 4 por ciento”. No obstante, por poner un ejemplo, tenemos que en el año 2009 la gasolina Magna costaba 7.98 pesos y la Premium 9.59 pesos y el diesel 8.16 pesos. Hoy, en 2013, la Premium cuesta 12.14 pesos, Magna, 11.58 pesos, y el diesel 11.94 pesos. Todos ellos han aumentado 48.4 por ciento y su impacto en los precios es determinante. ¿Son esos los “enormes progresos” proclamados por los señores Gurría y Peña Nieto?
En otro orden de ideas, las declaraciones del señor Peña Nieto con respecto a temas como la Soberanía Nacional, muestran el grado de entreguismo del actual gobierno al imperialismo: “En México, dijo recientemente, Estados Unidos no tiene una amenaza, sino una oportunidad para invertir” ¿Invertir o entregar a los voraces intereses extranjeros los pocos recursos que aún le quedan al país?
Contrasta mucho la actitud de este señor Peña, con las posiciones tomados por otros presidentes de América Latina, como el de Venezuela, Bolivia y Argentina. Todos ellos exigieron al gobierno estadounidense explicar las acciones de espionaje emprendidas contra sus países por las agencias que se entrometen en la vida interna de las naciones. En cambio, Peña Nieto, puso en tela de juicio el espionaje y dijo que de haber ocurrido sería “lamentable.” Declaraciones como esa provocan pena ajena.
Con tantas mentiras y burlas, luego se extrañan del por qué la ciudadanía no asiste a votar y los gobernantes son electos por una escasa minoría, lo que pone en duda su legitimidad.