Participaba de la opinión de quienes consideraban que, en las universidades del país no pasaba nada, que los jóvenes universitarios se desinteresaban de lo que ocurría en su entorno social, más preocupados por ser emprendedores, que participantes en las soluciones a los problemas de la sociedad; sin embargo, va siendo tiempo de corregir esa percepción si reflexionamos sobre el significado del simulacro electoral, organizado por los estudiantes de instituciones públicas y privadas de educación superior del país, que se llevó a cabo el pasado martes 7 de mayo.
Al parecer, luego del evidente fracaso del régimen neoliberal en materia educativa, entre muchos universitarios surgió el deseo de cambio de sus instituciones y se hace cada vez más fuerte, por lo menos eso parece indicar la participación y el resultado del simulacro mencionado.
Organizado exclusivamente por estudiantes del nivel superior, se instalaron urnas de recepción de la votación en 480 planteles educativos distribuidos en las 32 entidades de la República. A la convocatoria, según cifras preliminares, acudieron poco más de un cuarto de millón de universitarios: pues sufragaron 255 mil 707 universitarios.
También puedes leer: El debate en Puebla
Los resultados, para el caso de quien ha venido punteando las preferencias electorales, se mantuvo acorde con los resultados de las encuestas levantadas en el país durante el proceso electoral, pero lo que fue un tanto sorprendente fue el resultado lo que ocurrió en el segundo y tercer sitio de la votación.
Pero vea usted los resultados, en términos absolutos y relativos, para formar su propia opinión: de la votación total, el 63.5 por ciento de los sufragios (162 mil 444 votos), fueron a favor de Claudia Sheinbaum; el 23.1 por ciento del total (59 mil 128 sufragios), correspondieron a Jorge Álvarez Máynez; mientras el último lugar correspondió a Xóchitl Gálvez, quien obtuvo el 8.5 por ciento del total de la votación (21 mil 845 sufragios).
Los organizadores, para responder a las sospechas respecto de este ejercicio, señalaron enfáticamente: “el simulacro no fue para que le gustara o no a alguien, o para provocar alguna reacción de algún partido; solamente es demostrar el nivel de participación que hay en las universidades” (La Jornada, 10–05–24: p. 13).
Buen ejercicio político –electoral, que desmiente el desinterés de los universitarios en los problemas sociales.
Un tema que venido ocupando la atención de los medios, ha sido el de las pensiones que se pagan en PEMEX, como ejemplo de lo que ocurre en otras paraestatales.
En la empresa productiva, como gusta llamarla el neoliberalismo, para evitar toda tentación social, paga mensualmente más de 25 mil pensiones vitalicias post mortem, es decir, rentas vitalicias para la viuda de los trabajadores fallecidos. De ninguna manera la pensión por viudez es criticada, se trata de una conquista legítima de los trabajadores; el problema va por otro camino. Hay un grupo reducido de 61 familias con pagos privilegiados que van de 120 mil a 180 mil pesos mensuales, lo que significa para la empresa una erogación anual de 104 millones de pesos al año, más otras prestaciones que también reciben. Estas pensiones contrastan, con los 14 mil pesos que, en promedio, recibe el resto de las familias.
No son, pues, el problema la pensión vitalicia que recibe el trabajador, y a su fallecimiento sus viudas, sino la perversión que se hace con ellas para crear una casta privilegiada en un país donde hay, todavía, mucha riqueza concentrada y una desigual distribución del ingreso.
Te podria interesar: PEMEX, empresa soberana