Jueves, abril 17, 2025

La última enfermedad de Músorgski

La música de Modest Petróvich Mússorgsky (1839–1881) es una de las más originales y revolucionarias del siglo XIX, pues rompe con las convenciones europeas de su época, para crear un estilo auténticamente ruso. Utiliza melodías, armonías, ritmos y escalas típicas de la música tradicional. El autor siempre buscó una expresión legítimamente personal y para lograrlo, evitó formas clásicas, como la sonata o la sinfonía, de la cual solamente existe una, denominada Sinfonía en Re mayor (1856); sin embargo, es un proyecto juvenil que abandonó y del cual solamente quedan bocetos sin desarrollar; es decir que está particularmente incompleta.

Su obra no fue extensa en cantidad, pero sí revolucionaria en calidad e influencia. Aunque su producción fue limitada por su corta vida (solamente vivió 42 años), sus composiciones marcaron un antes y después en la música, tanto rusa como occidental.

Para valorarlo en su justa dimensión, lo primero que recomiendo escuchar es una obra para piano llamada Cuadros de una exposición, compuesta en 1874 y que compuso en memoria de un amigo, el pintor y arquitecto Víktor Aleksándrovich Hartmann (1834 – 1873), quien murió a los 39 años y que afectó muy profundamente en lo emocional a Músorgski.

Unos meses después del fallecimiento (febrero y marzo de 1874), se organizó una exposición póstuma de sus obras en San Petersburgo que, por supuesto el músico visitó, quedando profundamente emocionado y conmovido. De este proceso hondamente emotivo, compuso esta partitura como un “paseo musical” por 10 cuadros de Hartmann, unidos por un tema recurrente llamado “Promenade” o “paseo”, que representa al propio Músorgski caminando entre las salas. En una forma impresionante fue escrita solo en 20 días, con un estado sorprendente de arranque en creatividad. Cada movimiento corresponde a una obra de Hartmann de las cuales, algunos cuadros originales ya se han perdido.

Con nombres como: El gnomo; El viejo castillo; Tullerías; Bydło (Carreta polaca tirada por bueyes), Ballet de polluelos en sus cáscaras; Samuel Goldenberg y Schmuÿle, que son dos judíos polacos, (uno rico, otro pobre); El mercado de Limoges que representa a dos mujeres discutiendo en un mercado francés; Catacumbas; La cabaña sobre patas de gallina y la realmente portentosa Gran puerta de Kiev, que combina el tema del “Promenade” con una grandiosa culminación. Esta es una obra maestra de valor incalculable, tanto musical como histórico, pues por su innovación revolucionaria, rompe con formas clásicas anticipando el impresionismo y el modernismo, expresando emociones que van desde lo grotesco como en El gnomo, hasta lo épico como en La gran puerta de Kiev. Desde el punto de vista histórico, no solamente brinda un testimonio a la amistad de Víktor Hartmann, que de otra forma hubiese caído en el olvido siendo un artista clave del nacionalismo ruso; sino que, además, es digno de mencionar que algunos cuadros de Hartmann solo sobreviven gracias a esta música.

Por supuesto la forma más fácil de acercarse a Músorgski es a través de la orquestación de Cuadros de una Exposición creada por Joseph Maurice Ravel (1875–1937), quien bajo el encargo por el director de orquesta y contrabajista ruso Serguéi Aleksándrovich Kusevitski (1874–1951), logró algo tan inefable como prodigioso, 41 años después de la muerte del autor.

Otra obra realmente soberbia de Músorgski es la grandiosa ópera Boris Godunov, que narra sucesos históricos en un prólogo y cuatro actos, basándose en el drama escrito por Aleksandr Serguéievich Pushkin (1799–1837), donde describe el ascenso y la caída del zar Boris Godunov (1551–1605), quien fue un gobernante real de Rusia acusado de asesinar al zarévich Dimitri, heredero legítimo al trono. La trama explora temas como la culpa, el poder y el sufrimiento del pueblo ruso. Yo no puedo dejar de escuchar una, otra, otra y otra vez La coronación de Boris Godunov. Que es la escena final del Prólogo, que es un gran coral, con un solista y orquesta monumental. Combina la suntuosidad real con un tono de culpa y presagio trágico. Utiliza campanas, metales y por supuesto, toda la orquesta que en su conjunto es realmente muy intensa y emocionante.

Sin embargo, en 1852, es decir a los 13 años de edad, Músorgski ingresó en la Escuela de Cadetes de la Guardia Imperial en San Petersburgo, donde desarrolló un temprano alcoholismo debido al ambiente libertino de la institución. Esto no impidió que, en 1856, se graduara como oficial del Regimiento Preobrazhensky (el más prestigioso del ejército ruso).

Fue entonces cuando conoció a Alekséievich Balákirev (1837–1910) quien lo introdujo en el “Grupo de los Cinco”, que fue un círculo de compositores rusos que revolucionaron la música al crear un estilo nacionalista, alejándose de las influencias europeas occidentales. Lo formaron Tsézar Antónovich Kiuí, mejor conocido como César Cui (1835–1918); Nikolái Andréievich Rimski-Kórsakov​ (1844–1908); Aleksandr Porfírievich Borodín (1833–1887) y por supuesto Modest Petróvich Músorgski (1839–1881) y Mili Alekséievich Balákirev (1836–1910) quien fue el fundador.

Para 1858, Músorgski renunció al ejército para dedicarse a la música, aunque su falta de formación académica lo llevó a desarrollar un estilo antiacadémico y experimental; sin embargo, ya tenía graves problemas con el consumo de alcohol que se acentuaron con la muerte de su madre (1865) y su amigo Hartmann (1873). Las consecuencias fueron difíciles, perdiendo múltiples trabajos, viviendo en pobreza y dependiendo del apoyo de amigos.

Gradualmente sufrió delirium tremens, cirrosis hepática y episodios de psicosis que en 1881 condicionaron que fuese internado en el Hospital Nikolaevsky de San Petersburgo. Un gran amigo suyo llamado Iliá Yefímovich Repin (1844–1930) lo visitó y pintó un famoso retrato, poco antes de morir y en el que refleja su patología con el rostro hinchado, mirada perdida, desaliño y un llamativo desarreglo en el pelo.

Un día como hoy, 28 de marzo, murió por enfermedad hepática secundaria a cirrosis alcohólica, insuficiencia cardiaca y falla orgánica múltiple.

Músorgski fue un artista revolucionario cuya música, cruda y emocional, rompió con las convenciones de su época. Aunque su vida fue corta y turbulenta, su legado perdura como uno de los pilares de la música rusa y en este día en el que se conmemora un aniversario más de su fallecimiento, propongo cerrar simbólicamente La gran puerta de Kiev, como una despedida breve que lo hará renacer después, cuando queramos, escuchando nuevamente las primeras notas del “Promenade” de Cuadros de una exposición.

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