Dos noticias, dadas a conocer en días pasados sobre el gobernador entrante y saliente, dieron paso a explicaciones desde mi punto de vista equivocadas. La primera, corresponde al anuncio dado por la presidenta Claudia Sheinbaum, en el sentido de que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, asumiría el cargo de titular del Instituto de Migración, cuando concluyese su periodo en diciembre próximo, sustituyendo a Francisco Garduño. El segundo anuncio, fue el relacionado a una reunión del gobernador entrante. Alejandro Armenta Mier, con 21 presidentes municipales electos. En este último caso, se mencionó malamente que Armenta Mier estaba tomando decisiones cuando seguía en funciones el gobernador vigente. No es así. En todo caso, se preparan las cosas para empezar de cero, adoptando una postura responsable y proactiva en un periodo transicional muy largo en el caso de Puebla, lo cual implica, además, tener claro que es este periodo donde se cruza quien va dejando el cargo y aquel que se acerca a él. Por mi parte, el único pero que le vería, es la duración de la transición, que para el caso de Puebla es de cinco meses y medio. Mucho en relación de otras entidades de la República o a nivel federal, lapsos que se han acortado en muchos casos, facilitando así la transmisión de poderes. Tampoco podemos olvidar que estos procedimientos y la forma de darse no es nuevo, es lo que los marxistas ubicamos en la categoría negación de la negación, que implica que en cualquier proceso se mantiene lo que se está dejando, hasta que fenezca y se van presentando los rasgos nuevos de la etapa por venir.
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Pero en abono de lo anterior, aquí ha sido un proceso terso y colaborador de ambas partes, con buena actitud y voluntad política de los involucrados, lo que ha permitido la transparencia, la comunicación y la cooperación, en un trayecto que principalmente beneficiará a los poblanos.
Opera además una cuestión en positivo, me refiero a la coincidencia del gobernador saliente y el entrante en el proyecto de Nación y de la entidad, independientemente del estilo propio que le impriman y de las singularidades que cada uno haya tenido o tenga, para mostrar una fisonomía propia, aunque la esencia sea la misma. Es lo que ya empezamos a ver con la Presidenta Claudia Sheinbaum y su antecesor, en menos de un mes de haber asumido el cargo.
Pero esto no pasa, ni ha pasado en todos los casos, pues cuando el que entra a un cargo y proviene de un partido distinto a su antecesor, muchas veces se encuentra con posturas antípodas, sin transparencia, sin cooperación, apostando, más bien, a poner obstáculos, que le vaya mal (para ello, solo ver la argumentación y voto en contra en el Senado, para convalidar el cargo de Canciller de Juan Ramón de la Fuente),
cuando en realidad es atentar contra la voluntad popular y los mexicanos en su conjunto.
Las transiciones debieran ser tersas, afortunadamente en Puebla sí lo son.
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