El tema que nos atañe es la seguridad en la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM). Esta exigencia mandatada en la declaratoria de AVGM el 8 de abril de 2019 para el Estado de Puebla es un punto controversial ya que, la sociedad mexicana, en su conjunto, reclama la misma garantía al gobierno. Aunque podemos encontrar elementos comunes en los actos violentos, sobre todo desde la perspectiva biológica, la violencia social y, en especial la de género, tienen sus propias modalidades. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) en su Artículo 6 enumera los tipos de violencia contra las mujeres y en su Título II, desde el Artículo 7 al 20 describe y enumera las modalidades de la violencia contra las mujeres.
Antes de entrar en materia de seguridad deseo señalar algunos elementos que pueden ayudarnos a comprender este acontecimiento social, el cual tiene una práctica histórica llamado “Violencia feminicida”. En su artículo, “El derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia”[1], Marcela Lagarde nos trae a colación un punto central para comprender la turbulencia en que se encuentra la mujer al intentar alcanzar lo que hoy es prerrogativa de la humanidad.
Desde mi punto de vista, su planteamiento explica el por qué el feminicidio se agudizó en este periodo identificado como capitalismo tardío o posmodernidad. El maltrato, abuso y violencia contra las mujeres se puede documentar a través de los siglos[2], sin embargo, en México, en estas últimas décadas los crímenes de odio y el constante ataque hacia las mujeres se ha generalizado en el país. Recordemos que la diferencia entre femicidio y feminicidio es la impunidad por omisión o complicidad por parte del Estado, un elemento que en México está presente en casi todo tipo de delito.
En esta ocasión, Lagarde retoma los pensamientos de Drucila Cornell[3] y Rosario Castellanos[4], dos mujeres visionarias, elocuentes y claras con respeto a lo que las mujeres deben lograr para vivir un a vida de respeto y dignidad, no necesariamente libre de violencia porque esta batalla apenas comienza: “La libertad como principio está basada en la condición humana sin restricciones… En un sentido más profundo, el feminismo comienza con nuestra exigencia de libertad, porque sólo la libertad nos permitirá asumir nuestra posición legítima como ciudadanas libres e iguales en las condiciones de reciprocidad pública que convierten el acuerdo social sobre puntos constitucionales esenciales en un legítimo consenso parcialmente coincidente[5]…
… La violencia expropia la libertad y se suma a otras formas de opresión de género que se concretan en una particular falta de libertad de género de las mujeres. Si aspiramos a ser humanas y libres de acuerdo con Rosario Castellanos, “es necesario preservar y ampliar las libertades concretas de las mujeres, tanto en sentido de emancipación e independencia, como en el de eliminación de restricciones, exige eliminar la violencia e implica el reconocimiento del principio de la libertad, en tanto autónoma de las mujeres. Así mismo, es preciso preservar la libertad de las mujeres al intervenir para abatir la violencia.”
A prima facie podemos observar como el elemento libertador del pensamiento feminista va contraponiéndose a la dominación machista, históricamente aceptada. La praxis feminista y su normalización en la vida cotidiana van desplazando la dominación machista, cada vez más insostenible, disparando en el macho su efecto nocivo, mientras van creándose las condiciones para una respuesta violenta a la pérdida de poder. Esta primera expresión de los cambios sociales entre mujer-hombre, desde mi punto de vista, es solo la punta del iceberg de la epidemia feminicida del país.
Deseo remontarme históricamente al Renacimiento para dar sustento a lo que planteo. Bajos los auspicios de una nueva concepción del hombre y del mundo y en los albores de la modernidad, nació Giovanni Pico della Mirandola, humanista y pensador italiano. Es conocido por su publicación, “Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae”, reconocida como Las 900 tesis, documento elaborado a sus 24 años (1486). El texto preliminar de la obra máxima de Pico della Mirandola, se intitula “Discurso sobre la dignidad del hombre[6]”, en el cual el autor italiano aborda el tema del hombre como centro del universo. Su mérito histórico, según escribe Carlos Llano Cifuentes en la presentación de esta obra editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, fue “haber formulado por vez primera la idea de que la dignidad del hombre estriba ante todo en su libertad para formar y plasmar su propia naturaleza.” Pico della Mirandola escribe los siguiente:
“Pero, finalmente, me parece haber comprendido por qué es el hombre el más afortunado de todos los seres animados y digno, por lo tanto, de toda admiración. Y comprendí en qué consiste la suerte que le ha tocado en el orden universal, no sólo envidiable para las bestias, sino para los astros y los espíritus ultramundanos. ¡Cosa increíble y estupenda! ¿Y por qué no, desde el momento que precisamente en razón de ella el hombre es llamado y considerado justamente un gran milagro y un ser animado maravilloso?…
… Estableció por lo tanto el óptimo artífice que aquél a quien no podía dotar de nada propio le fuese común todo cuanto le había sido dado separadamente a los otros. Tomó por consiguiente al hombre que así fue construido, obra de naturaleza indefinida y, habiéndolo puesto en el centro del mundo, le habló de esta manera:
-Oh Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves. La naturaleza definida de los otros seres está constreñida por las precisas leyes por mí prescriptas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna, te la determinarás según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. Te he puesto en el centro del mundo para que más cómodamente observes cuanto en él existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses. Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que Son divinas.
¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suma y admirable suerte del hombre al cual le ha sido concedido el obtener lo que desee, ser lo que quiera!”
Enfaticé en negritas algunas palabras y enunciados del texto de Pico della Mirandola para denotar su concepción del hombre. Al destronar a dios del centro del universo, Pico della Mirandola pone al hombre en su lugar, reconoce en él la posesión de una conciencia con intencionalidad, con capacidad para decidir su futuro, lo excelsa a la categoría de soberano, de juez (arbitro), el ser que puede obtener lo que desee y quiera. La libertad que el hombre posee es producto de su naturaleza indefinida, lo cual le confiere indeterminación. El hombre de Pico della Mirandola define su naturaleza, tiene voluntad y, por eso es digno de ser admirado. Pudiéramos abordar la diferencia filosófica entre el teocentrismo y el antropocentrismo, sin embargo, su tesis va más allá del antropocentrismo, resaltar el carácter androcéntrico del pensamiento renacentista.
Como elemento de reflexión quisiera retomar la opinión de Carlos Llano Cifuentes sobre Pico della Mirandola, pero sustituyendo la palabra hombre por mujer: El mérito histórico de Pico della Mirandola es “haber formulado por vez primera la idea de que la dignidad de la MUJER estriba ante todo en su libertad para formar y plasmar su propia naturaleza.”
Aun hoy, con la institucionalización que ha tenido la perspectiva de género, el intercambio de la palabra hombre por mujer produce una respuesta emocional competente que contraviene nuestras concepciones tradicionales. Esta respuesta emocional puede ser explicada perfectamente bien por Simone de Beauvoir[7] al hablarnos sobre el término ser humano-hombre: “Claro que la mujer es un ser humano como el hombre, pero tal afirmación es abstracta; el hecho es que todo ser humano concreto se encuentra siempre singularmente situado… La relación entre los dos sexos no es la de dos electricidades, la de dos polos: el hombre representa a la vez lo positivo y lo neutro, al punto de que en francés se dice “los hombres” para designar a los seres humanos, puesto que el que el sentido singular de la palabra vir se ha asimilado al sentido general de la palabra homo. La mujer aparece como lo negativo, ya que toda determinación le es imputada como una limitación sin reciprocidad:”
En un evidente rechazo a la teoría de E. Levinas (El Tiempo y el Otro), de Beauvoir denuncia la concepción que tanto los partidarios de la filosofía de las luces, del racionalismo y del nominalismo tienen sobre la mujer, y acusa: “La mujer se determina y diferencia con relación al hombre, y no éste con relación a ella; ésta es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto: ella es el Otro[8].” La ruptura con el encasillado de la Otra, la afirmación de que la mujer es, para sí, conciencia, soberana de su naturaleza, de su cuerpo y libre de tomar las determinaciones que así desee, ha creado un torbellino de violencia donde la complicidad del Estado permisivo produce el feminicidio.
En un artículo anterior, publicado en la Jornada de Oriente, sobre seguridad, retomé el pensamiento de David Garland, el cual después de haber presentado una excelente exposición sobre el control del delito en su libro “La cultura del control: crimen y orden social en la sociedad contemporánea[9]”, concluye lo siguiente: “el Estado soberano pasado de moda puede proveer castigo, pero no seguridad”. Este enunciado pone en tela de juicio la multiplicad de prácticas jurídico-policiales y la cantidad del dinero que se gasta, supuestamente, en seguridad pública y privada. Además, en su libro denota y contextualiza los persistentes reclamos que tanto la ciudadanía en general, como los políticos y medios de comunicación hacen al gobierno para que éste garantice la seguridad de sus ciudadanos http://www.lajornadadeoriente.com.mx/opinion/el-estado-soberano-y-la-seguridad/.
El papel primordial del Estado soberano, como se explica en la teoría política, es imponer el orden, de no cumplir con su cometido se convierte y se le denomina: “Estado fallido”. El desarrollo de la justicia penal en la modernidad temprana nos evidencia como la emergencia de poderes soberanos (reyes), capaces de sofocar la violencia y el desorden, se fueron transformando en ley y justicia. La “Paz del Rey”, entiéndase, la aniquilación de los enemigos o la pacificación de estos, así como de sus súbditos, por la fuerza, se transformó en sinónimo de seguridad: pax et justitia. En las democracias liberales, la capacidad del Estado para imponer “la ley y el orden” es considerada como una obligación contractual de un gobierno democrático para con sus ciudadanos que obedecen la ley. Por lo que, “la “garantía” de la ley y el orden, de “seguridad”, para los ciudadanos frente a la violencia, al delito y al desorden, se convirtió en uno de los beneficios públicos fundamentales conferidos a la gente por el Estado y sus agencias[10].”
Dada la politización del concepto “seguridad” y la percepción ciudadana de inseguridad, la cual aduce que el Estado soberano no puede garantizarla, me referiré al análisis que Zygmunt Bauman hace de la seguridad. En su presentación, Bauman retoma el término alemán de seguridad utilizado por Sigmund Freud. Al enriquecer su análisis con el término en alemán, dado que tanto en inglés como en español se oculta en un vocablo el panorama afectivo-conductual del término, resalta la dicotomía expresada por Freud sobre libertad y seguridad.
En unas de sus principales obras, “El malestar en la cultural”, Freud planteó que la “cultura” (refiriéndose a nuestra cultura occidental moderna) es un trueque: un valor atesorado se sacrifica a cambio de otro, igualmente imperativo y caro al corazón[11]. Los valores a los que se refería Freud son la seguridad y la libertad. Este intercambio entre libertad y seguridad, manteniendo el equilibrio entre ellos, era el precio que habría que pagar por la civilidad: la civilización es orden.
Reformulando los planteamientos de Freud, Bauman señala los siguiente: “La pérdida de buena parte de la libertad personal a cambio de cierto grado de seguridad garantizada colectivamente era la principal causa de los males y sufrimientos psíquicos en el periodo “clásico” de la civilización moderna, ahora, en la modernidad tardía o posmodernidad, sucede lo contrario. La tendencia a perder mucha seguridad a cambio de eliminar más y más restricciones al ejercicio de la libre elección genera sentimientos difundidos de miedo y ansiedad. Estos sentimientos buscan una descarga en (o son canalizados hacia) las preocupaciones con la ley y el orden[12].”
De acuerdo con Bauman, en la traducción de la obra de Freud leemos que el mayor don de la cultura es la seguridad, la cual ofrece; seguridad respecto a los muchos peligros que proceden de la naturaleza, del propio cuerpo y de las demás personas. En otras palabras, la cultura libera del miedo o, por lo menos, hace que los miedos resulten menos intensos y terribles. A cambio, sin embargo, la cultura impone restricciones -a veces severas, generalmente oprimentes, siempre irritantes- a la libertad individual. Los seres humanos… Los malestares más comunes y conductas transgresoras del orden emanan, según Freud, del sacrificio de gran parte de la libertad individual en aras de lo que hemos ganado -colectiva e individualmente- en términos de seguridad individual[13].
Ante esto, el autor señala: tuviera razón o no Sigmund Freud al sugerir que la pérdida de buena parte de la libertad personal a cambio de cierto grado de seguridad colectivamente era la primera causa de los males y sufrimientos psíquicos en el periodo “clásico” de la civilización moderna, a hora, en la modernidad tardía o posmodernidad, sucede lo contrario[14]. “En pos de cualquier cosa identificable con una mayor libertad de elección y expresión individual, hemos perdido buena parte de aquella seguridad que ofrecía la cultura moderna, y todavía más, de la seguridad que prometía darnos; peor aún, casi hemos dejado de escuchar las promesas de que volveremos a tenerla, y a cambio escuchamos cada vez más a menudo que la seguridad conspira contra la dignidad humana, que es demasiado engañosa, que engendra una dependencia adictiva y que deseándola no llegaremos nunca a pisar terreno firme[15].”
Bauman destaca que, en el original alemán, Freud habla de Sicherheit, y ese concepto alemán es, de hecho, considerablemente más amplio que en su traducción al inglés, “seguridad”[16]. Para obtener una buena traducción del concepto “Sicherheit” es necesario al menos tres vocablos: “seguridad”, “certeza” y “protección”. El autor ofrece la definición de seguridad señalándola como: “todo aquello que ha sido ganado o conseguido seguirá en nuestro poder; todo aquello que se ha logrado conservará su valor como fuente de orgullo y respeto; el mundo es estable y confiable, al igual que sus cánones de rectitud, el aprendizaje de los modos eficaces de actuar y de las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de la vida[17].
En términos sociales e individuales, esta seguridad provenía de la potencia del Estado, de su capacidad para supervisar, controlar, regular y dar dirección a las actividades económicas que la atañen. El nuevo sistema económico y social globalizado desreguló y privatizó las prácticas e iniciativas colectivas que antes eran guiadas por el Estado, lo cual le permitía ser el motor más poderoso de bienestar universal.
A este respecto, Bauman señala: “En su situación actual, el Estado carece de los medios y los recursos necesarios para realizar las tareas que se requerirían para una supervisión y un control efectivos de los mercados (y no digamos ya para una verdadera regulación o dirección de estos) … el Estado se ha visto expropiado de una parte considerable (y creciente) de su antaño genuino o presunto poder (para hacer cosas), del que se han apropiado fuerzas supraestatales (globales) que operan en un “espacio de flujos” (Manuel Castells dixit) fuera de todo control político, mientras que el alcance efectivo de las agencias y los organismos políticos existentes no han logrado ir más allá de las fronteras estatales. Esto significa, lisa y llanamente, que las finanzas, los capitales de inversión, los mercados laborales y la circulación de mercancías están fuera de las atribuciones y del alcance de las únicas agencias políticas actualmente disponible para encargarse de la labor de la supervisión y la regulación[18].” Por lo que el Estado ha perdido su capacidad para cumplir su cometido de garante de la seguridad de sus ciudadanos.
En relación al segundo vocablo, como parte del significado de seguridad, Bauman entiende por certeza lo siguiente: “Implica conocer la diferencia entre lo razonable y lo insensato, lo confiable y lo engañoso, lo útil y lo inútil, lo correcto y lo incorrecto, lo provechoso y lo dañino, y todas las otras distinciones que nos guían en nuestras elecciones diarias y nos ayudan a tomar decisiones de las que esperamos no arrepentirnos; y conocer los síntomas, los presagios y los signos de advertencias que nos permiten saber qué debemos esperar y cómo discernir una buena jugada de una mala[19]. Hoy en día, como bien señala Alain Touraine[20] asistimos a la separación de la economía del conjunto de la sociedad. Un buen ejemplo de esto es la crisis financiera de 2008, la cual se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2006 (como consecuencia provocó en 2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime). De acuerdo con Touraine, la principal causa fue que gran parte del capital financiero se desvió de su función económica de inversión y crédito, y que la finalidad principal de sus actividades son ahora sus propias ganancias. Además del efecto inmediato del colapso del capital financiero, la crisis financiera de 2008 demostró lo impotencia en que se encuentran los Estados soberanos ante un evento de esta naturaleza, además de la incertidumbre en que se juegan las apuestas en la bolsa de valores.
La mundialización del capital financiero trajo consigo el desmantelamiento y debilitamiento de los sindicatos existentes como consecuencia de una separación cada vez más nítida entre los asalariados de las empresas. El desquebrajamiento de la vida sindical ha redundado en la perdida de beneficios, incapacidad para defender el trabajo bien remunerado, así como la permanencia laboral. De igual forma, se han visto impedidos de detener la imposición de la flexibilidad laborales. “El impacto sociopsicológico más profundo de la flexibilidad implica precariza la posición de los más afectados y mantenerla en esa condición. Medidas como el remplazo de contratos permanentes y protegidos legalmente por empleos temporarios o con limites fijos -que permiten despidos instantáneos, contratos flotantes y la clase de empleo que socava el principio del ascenso mediante la evaluación permanente del desempeño, que hace depender la remuneración de cada empleado de los resultados individuales obtenidos y que induce a la competencia entre distintas secciones de la misma empresa, privando a los empleados de la posibilidad de asumir una postura colectiva razonable- producen una situación de permanente incertidumbre endémica[21].”
Las actividades sindicales no podrían entenderse si no fuera por el elemento de solidaridad: comportamiento afectivo, el cual refuerza los lazos sociales. En este sentido Bauman señala: “La solidaridad -o, más bien, la densa red de solidaridades (grandes y pequeñas, superpuestas y entrecruzadas)- sirvió en todas las sociedades (aunque sea imperfectamente) como refugio y garantía de certidumbre y, por lo tanto, de autoconfianza y de seguridad, proporcionando el coraje imprescindible para ejercer la libertad y el deseo de experimentar. La teoría y la práctica neoliberales han hecho de esa solidaridad su primera víctima. “La sociedad no existe”, afirmaba la desafortunada alocución en la que Margaret Thatcher proclamó su credo neoliberal. Existen, agregaba, hombres y mujeres en su carácter de individuos, y familias[22].” El Estado soberano en la modernidad tardía, lejos de actuar en provisoriamente, favorece estas relaciones laborales. Mundialmente se han hecho los ajustes legales necesarios a fin de para impedir cualquier obstáculo en el libre juego del capital.
Ante esto, Bauman añade: “La novedad no radica en la necesidad de actuar en condiciones de incertidumbre parcial o total, sino en la presión sistemática tendiente a desmantelar las defensas concienzudamente construidas: por un lado, abolir las instituciones destinadas a limitar el grado de incertidumbre y los daños que ha causado la incertidumbre salvaje; por otro, frustrar los intentos de idear nuevas medidas colectivas para mantenerla a raya. En vez de unirse a las filas que combaten la incertidumbre, casi todas las agencias institucionalizadas de acción colectiva se unen al coro neoliberal y cantan loas al libre comercio y a las “fuerzas del mercado” irrestrictas, que son la fuente fundamental de la incertidumbre existencial, considerándolos “el estado natural de la humanidad”; también unen sus fuerzas para para imponer la idea de que la liberación de los capitales y de las finanzas, sumada a la eliminación de cualquier intento de desacelerar o de regular sus erráticos movimientos, no representa una elección política entre muchas otras, sino la única razonable, además de ser una necesidad política[23].”
Es imposible entender la seguridad sin contar con la protección y, sobre esto señala: “Siempre que uno se comporte de manera correcta, ningún peligro externo -ningún peligro del que no podamos defendernos- amenazará nuestro cuerpo y sus extensiones, es decir nuestras propiedades, nuestro hogar y lo que nos rodea, y tampoco amenazará el espacio en el que se inscriben todos esos elementos del “yo más amplio”, como el terreno de nuestra propia casa y sus alrededores[24]. Ante la impotencia del gobierno-políticos para proteger la “seguridad individual” ésta se ha transferido al discurso de la “seguridad pública”, por lo que cualquier medida arbitraria o urgente es considerada como necesaria: “No hay otra alternativa”. Políticamente es imposible, o por lo menos muy poco probable que, del gobierno-políticos salga un enunciado honesto donde afirmen que no puede prometer una existencia segura ni un futuro cierto. De hecho, las personas poco pueden hacer -individual o colectivamente- para repeler, por no hablar de vencer, las amenazas contra la seguridad de su lugar social o contra la incertidumbre respecto a sus perspectivas futuras[25].
El panorama actual no es de buenos augurios para ningún ciudadano en especial para las mujeres que, además de tener que enfrentar la violencia estructural enfrenta los delitos del orden común (contra la vida, la libertad, la integridad y la propiedad), así como la violencia machista. Esto nos lleva de vuelta al enunciado de David Garland: “el Estado soberano pasado de moda puede proveer castigo, pero no seguridad”.
Sin embargo, debemos revisar las medidas de seguridad mandatadas en el resolutivo Quinto de la declaratoria de AVGM. Desde mi punto de vista, los mandatos IV y V son fundamentales para preservar la vida de las mujeres, sobre todo cuando el agresor es su pareja:
IV. Garantizar la aplicación del Protocolo para la Emisión de Órdenes de protección de Mujeres y Niñas Víctimas de Violencia emitido por la Fiscalía General del Estado de Puebla y capacitar en la materia a las y los servidores públicos u operadores jurídicos facultados para su emisión, con la finalidad de sensibilizarlos y dotarlos de herramientas para que, desde su quehacer institucional puedan proporcionar a las mujeres que viven violencia, de una manera sensible y acorde a la situación particular, las medidas adecuadas y necesarias para protegerlas.
V. Fortalecer la emisión, seguimiento evaluación de riesgo y registro de medidas de prevención y órdenes de protección involucrando a los cuerpos de policía de proximidad, fiscalía, centros judiciales y poder judicial, a partir de la coordinación institucional.
Además de estos mandatos expuestos en la declaratoria de AVGM, la LGAMVLV en su Título II, Capítulo VI, desde el artículo 27 al 32 ofrece ordenes de protección de urgencias:
Artículo 27.- Las órdenes de protección: Son actos de protección y de urgente aplicación en función del interés superior de la Víctima y son fundamentalmente precautorias y cautelares. Deberán otorgarse por la autoridad competente, inmediatamente que conozcan de hechos probablemente constitutivos de infracciones o delitos que impliquen violencia contra las mujeres.
Artículo 28.- Las órdenes de protección que consagra la presente ley son personalísimas e intransferibles y podrán ser:
I. De emergencia;
II. Preventivas, y
III. De naturaleza Civil.
Las órdenes de protección de emergencia y preventivas tendrán una temporalidad no mayor de 72 horas y deberán expedirse dentro de las 8 horas siguientes al conocimiento de los hechos que las generan.
La lucha por la emancipación de la mujer no es una tarea fácil, es violenta y acarrea consecuencias afectivo-conductual. Simone de Beauvoir señala: “Negarse a ser el Otro, negar la complicidad con el hombre sería para ellas, renunciar a todas las ventajas que les puede conferir la alianza con la casta superior. El hombre -soberano protegerá materialmente a la mujer vasallo, y se encargará de justificar su existencia; junto con el riesgo económico, la mujer esquiva el riesgo metafísico de una libertad que debe inventar sus propios fines sin ayuda. En efecto, al lado de la pretensión de todo individuo de afirmarse como sujeto, que es una pretensión ética, también hay en él la tentación de huir de su libertad y constituirse en cosa; ése es un camino nefasto, por pasivo, equivocado y perdido, y entonces resulta presa de voluntades ajenas, mutilado en su trascendencia y frustrado de todo valor. Pero es un camino fácil: así se evitan la angustia y la tensión de la existencia autentica[26].”
Sin denostar el carácter existencialista de la autora, representante de su momento histórico, su pensamiento sigue siendo tan poderos como cuando lo expuso por primera vez. Depender del Estado para la seguridad ciudadana, en especial de las mujeres, es una quimera. La única protección potencialmente viable ocurre cuando las mujeres comprenden el riesgo en que se encuentran.
[1] Manquieira V (editora, varias autoras), 2013, Mujeres, globalización y derechos humanos, Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia, segunda edición, Capítulo 9, Marcela Lagarde, El derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia, 2013 edición digital posición Kindel 7965- 7980)
[2] Gil-Ambrona A, 2008, Historia de la Violencia contra las mujeres, Ed. Catedral, Madríd
[3] Drucila C., 2001. En el corazón de la libertad, Feminismo, sexo e igualdad, Madrid, Cátedra
[4] Castellanos R, 1972, Poesía no eres tú, México, FCE.
[5] Drucila C., 2001. En el corazón de la libertad, Feminismo, sexo e igualdad, Madrid, Cátedra, (Tomado de Manquieira V (editora, varias autoras), 2013, Mujeres, globalización y derechos humanos, Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia, segunda edición, Capítulo 9, Marcela Lagarde, El derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia, 2013 edición digital posición Kindel 7965- 7980)
[6] Giovanni Pico della Mirandola, Discurso sobre la dignidad del hombre, ed UNAM, 2018
[7] de Beauvoir S., 1981, Segundo Sexo, Volumen I, Ediciones Argentina, Buenos Aires, pág. 10-11
[8] Ibid de Beauvoir S., 1981, Segundo Sexo, pág, 12
[9] Garland D., 2005, La cultura del control: Crimen y orden social en la sociedad contemporánea, ed Gedisa, Barcelona, España, primera reimpresión 2012, pp 323
[10] Ibid Garland D., 2012 pp 76
[11] Tomado de Zygmunt B., 2001, En busca de la política, FCE, Argentina, primera edición electrónica 2016, kindel ed. posición 332
[12] Bauman Z., 2001, La globalización, consecuencias humanas, En busca de la política, FCE, Argentina, primera edición electrónica 2016, kindel ed. posición 151
[13] Bauman Z., 2001, En busca de la política, FCE, Argentina, primera edición electrónica 2016, kindel ed. posición 331-332
[14] Ibid Bauman Z., 2001, La globalización, Kindel posición 151
[15] Ibid Bauman Z., 2001, En busca de la política, Kundel posición 346
[16] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 345
[17] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 357
[18] Bauman Z., Bordoni C., 2014, posición 225-226
[19] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 357
[20] Touraine A., 2016, El fin de la sociedad, FCE, México, primera edición electrónica 2016, kindel ed. Posición 427
[21] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 614
[22] Tomado de Tomado de Zygmunt B., 2001, En busca de la política, FCE, Argentina, primera edición electrónica 2016, kindel ed. posición 614. Entrevista a Margaret Thacher, Woman´s Own, 31 de octubre de 1988.
[23] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 576-588
[24] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 357
[25] Ibid Zygmunt 2016, En busca de la política, posición 988
[26] Ibid de Beauvoir S., 1981, Segundo Sexo, pág, 17