Hace años leí un libro, presuntamente escrito por Donald Trump, cuyo título es El arte de la negociación, si no me equivoco, publicado en 1987, donde Trump hablaba, entre otras cosas, de su política sobre cómo tratar a los adversarios en negocios, manifestando con todo cinismo que a ellos se les hostigaba, presionaba al punto de la liquidación, para después negociar y sacar la mejor tajada. Concluyó, diciendo que así había llegado a hacer buenos negocios y acrecentar su fortuna.
El problema es que ahora pretende seguir ese tratamiento con aquellos que no son sus adversarios en negocios, sino socios comerciales a partir del T-MEC, dígase Canadá y México. Su propuesta no es nada nueva, intentó hacer lo mismo, al principio de su primera ocasión en la Presidencia de los Estados Unidos, en 2016.
No se da cuenta que el trato debiera ser con y de iguales, no con países lacayos, serviles ni subordinados, sino todo lo contrario, por lo menos ahora; tampoco se da cuenta (o no quiere verlo), que tiene mucho que perder, de aplicar lo que ha anunciado, cuando asuma la Presidencia el próximo 20 de enero. Más se asocia a una postura de quedar bien con los sectores conservadores norteamericanos y con la expresión proteccionista que tiene sus asegunes.
En el caso de la migración seguridad, crimen organizado y, particularmente, el fentanilo, Trump sólo ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio, sin considerar todo lo que le toca, sin hacer lo conducente. Concluye que la solución está fuera de su país, en este caso en México, no en lo que podría hacer al interior de su Nación.
También puedes leer: Presupuesto al campo mexicano y el Paquete Económico 2025
Le parece más fácil amenazar, presionar, despotricar, a la manera de como lo ha hecho su gobierno (no solo los republicanos, sino también los demócratas), con los países que tiene relaciones comerciales o si no los tiene, por lo menos intereses manifiestos a partir de las riquezas de otros, de ahí su afán expansionista e intervencionista.
Ante las bravatas de Donald Trump, referidas a imponer aranceles del 25% a los productos elaborados en México o expulsar migrantes, no necesariamente mexicanos, sino de otras naciones que tienen que atravesar nuestro territorio nacional para poder ingresar a los Estados Unidos, es respetable y loable la carta enviada por la presidenta Claudia Sheinbaum al electo norteamericano.
Cabe aquí apostarle a la negociación y convencimiento de lo que implicaría la caída del PIB norteamericano con la imposición de aranceles a los productos mexicanos o de otros países elaborados aquí, pero también se podría reaccionar con aranceles mexicanos a productos del vecino país. No creo que ello vaya a ocurrir con el gobierno de Claudia Sheinbaum, pero sin duda es una situación que no hay que desdeñar.
Lo otro que no debemos perder de vista es que, aunque el actual gobierno es de continuidad del anterior, la actual presidenta es diferente en estilo y forma de gobernar que su antecesor, por lo que es poco factible que se repita lo del 2019, sobre todo en la contención migratoria.
Te podría interesar: Los organismos “autónomos”