Nuestra América ha sido categorizada de diversos modos, comenzando con las clasificaciones sociales impuestas en la colonia. Clasificaciones que antes no existían, pero que llegaron para quedarse. El ser personas, fue redefinido en función de nociones de superioridad e inferioridad, impuestas por los colonizadores y que perduran en el México contemporáneo. Un claro ejemplo es la noción del mestizaje que refiere a la fusión de lo español y lo indígena y alude a estatus sociales según se relacione más con lo indígena o con lo español. El mestizaje blanqueado es altamente aspirado en el imaginario colectivo. Por otra parte, se dejó a las poblaciones negras, y sus descendientes, en segundo lugar. Las configuraciones raciales ubican a unas personas en condiciones de opresión y a otras en condiciones de opresores privilegiados.
Las prácticas racistas en México, no pueden comprenderse fuera del pasado colonial; sin embargo, la colonialidad que perdura, ha sido reforzada en diversos momentos históricos, como la ideología del mestizaje, significativamente reforzada durante y posterior a la revolución mexicana, como una estrategia para construir una identidad nacional blanqueada. Los indios tenían que dejar de ser indios y el resto aspirar al blanqueamiento. El genocidio sutil.
En 1991 México suscribió el Convenio 169 de la OIT, en torno a los Derechos Culturales y Colectivos de los Pueblos Indígenas y Tribales; en 1992, se modifica el artículo cuarto constitucional para reconocer a nuestro país como un país pluricultural. Sin embargo, simultáneamente, se hicieron profundas reformas estructurales a aquellos artículos clave para la reproducción de los pueblos indígenas, como las reformas al artículo 27 constitucional, que removió de los territorios indígenas su condición de inembargables, inalienables e indivisibles, posibilitando la continuidad del despojo territorial que se iniciara con la colonia.
Sin embargo, como me interesa resaltar, la dominación nunca es total. En México, han surgido diversos movimientos antirracistas que van desde las luchas y resistencias indígenas y la defensa del territorio, hasta la oposición a proyectos civilizatorios impuestos, la promoción y recuperación de sus lenguas originarias y sus saberes ancestrales, la creación de matrices epistemológicas propias, las luchas por sus autonomías, la vivencia de los afroindígena, el arte y la cultura, etc.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1994, con el grito de ¡Ya Basta! contribuyó a poner en la mesa de la discusión los más de 500 años de racismo en México, y su presencia movilizó a escala nacional y mundial la discusión sobre las expresiones racistas y los compromisos antirracistas en nuestro país. Diversos ámbitos sociales, comenzaron o continuaron la reflexión y la acción para desmontar las prácticas racistas desde diversas trincheras, la organización social, la academia, el arte, propuestas de economía alternativas, entre otras, son expresiones diversas de la resistencia y las luchas contra el racismo. Resulta fundamental fortalecer los procesos de participación social antirracistas, ya sea desde los movimientos sociales, la producción académica y cultural o desde la incidencia en los procesos legislativos, económicos, sociales, ambientales y culturales.