A los llamados de unidad que hace la presidenta Claudia Sheinbaum para defender al país de las acciones de castigo que realiza el gobierno imperialista de Donald Trump, ha tenido enorme respuesta. Pero hay que tener claro que, en esta búsqueda de la unidad, nuestra sociedad no es igualitaria en cuando a condiciones de vida con enormes carencias que provocan magnates con enormes fortunas.
¿Cuál sería el interés común ante la disyuntiva de que las clases trabajadoras siempre están al frente cuando se trata de defender su territorio y la vida, y que, a los capitalistas, lo único que le interesa es defender sus ganancias a costa del sacrificio de las primeras?
Nos enfrentamos al hecho de que Trump sabe que su país se ha debilitado económicamente dada la emergencia de otros países, que salen de su área de influencia y le disputan mercados y recursos naturales, en diversos grados y circunstancias. Quiere proteger su industria y comercio, evitar su gasto en cuestiones inútiles como su cooperación a Naciones Unidas y financiamiento a guerras como la Ucraniana. Para lograr eso, impide la entrada de productos extranjeros y asegurarse la exclusividad del consumo de los suyos en todo el mundo. Y si no puede, entonces les cobra una alta cuota por ingreso: los aranceles. Ve una competencia al trabajo y al consumo de sus ciudadanos por la presencia de desplazados del empleo y el ingreso en sus países de origen: los inmigrantes. No reconoce que su sociedad genera mucho tiempo de ocio, lujo y despilfarro, lo que los lleva a la búsqueda de distractores en el mundo de las drogas, como el fentanilo.
Esa articulación de factores y estrategias del gobierno estadunidense afectan a México en la medida ue las relaciones entre ambos países están fundadas en la producción de mercancías para el intercambio utilizando mano de obra asalariada, mercancías que luego los empleadores venden para cobrar la plusvalía generada por el trabajo y obtener una ganancia por arriba del capital invertido. Su economía en su conjunto es producir “cosas” para el intercambio mercantil, pero las personas y sus necesidades no tienen ninguna importancia. Son sólo fuerza bruta para manipular y transformar objetos.
En el caso de aranceles, los que salen perjudicados de inicio, son los empresarios exportadores, porque sus mercancías van a costar más caras en Estados Unidos, con gran preocupación en la disminución de sus ganancias. Ahora bien, no le interesa que el tamaño de la población demandante de empleo sea muy alto. Tampoco aumentar la cantidad de puestos de trabajo en función del aumento de la población demandante, pues no lo considera asunto suyo las penurias de la población asalariada y la solicitante de empleo.
Entonces, para que exista unidad de la población nacional y resistir las agresiones externas, se necesita primero igualar las condiciones de vida de los mexicanos. Y esto se logra si nos organizamos para atender lo que es común en las necesidades humanas fundamentales. Si, el intercambio mercantil con el exterior es necesario, y puede darse a partir de la producción excedente, pero después de satisfacer tales necesidades fundamentales.