Al recibir, al lado de Maritza López, la Medalla al Mérito Fotográfico 2025 que le entregó el Encuentro Nacional de Fototecas, el fotógrafo John O’Leary Simms (Temple, Texas, 1949) reivindicó el sentido colectivo del galardón. “Este reconocimiento no lo tomo a título personal. Representa los anhelos y logros de un gremio de poetas visuales. Somos una familia, y lo seguimos demostrando en cada encuentro”, afirmó desde el Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.
En el acto celebrado el pasado 22 de agosto, en el marco de este encuentro que cumplió su edición 26, el fotógrafo y antropólogo recordó sus más de cincuenta años en Cholula, Puebla, donde ha documentado la vida comunitaria en sus barrios, procesiones, fiestas patronales, luchas libres y rituales.
“Llevo más de medio siglo viviendo en Cholula, y cada proyecto que hago ahí es también un homenaje a esa comunidad. Me siento parte de ella”, dijo emocionado, antes de agradecer a su familia y colegas fotógrafos y al equipo del Sinafo por hacer posible el encuentro.
O´Leary expuso que desde 1970, Cholula ha sido su hogar y el motivo de la mayor parte de su obra, influenciada, a su vez, por los pasos de estudiosos como Gabriel de Rojas (a quien se debe el primer mapa de Cholula), Alexander von Humboldt, Francisco de la Maza y Guillermo Bonfil Batalla; además de la huella de fotógrafos como Guillermo Kahlo y Hugo Brehme.
“Curiosamente, veo la similitud entre el Tlachihualtépetl (cerro hecho a mano) de Cholula y la invención de la fotografía, en el sentido de que ambos representan el supuesto dominio por el hombre sobre aspectos físicos del mundo natural”, consideró.
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Habló también de sus proyectos fotográficos emblemáticos, como La condenada felicidad o La pasión de Cristo, y de su relación con los coloquios latinoamericanos de fotografía, que definió como momentos clave en la organización del gremio.
En ese sentido, dijo que sus influencias estéticas se encuentran en los coloquios latinoamericanos de fotografía que, coincidentemente, se llevaron a cabo a finales de los años 70 e inicios de los 80 del siglo anterior, en el propio MNA. A su vez, resaltó el trabajo del Consejo Mexicano de Fotografía, donde halló “la luz que sigue iluminando mi camino”.
La danza, el desnudo y la foto de estudio de Maritza López
En su caso, Maritza López (Ciudad de México, 1949) hizo un recorrido personal por sus inicios y recordó que comenzó muy joven, vinculada al mundo de la danza y con el trabajo con figuras como Guillermina Bravo.
Al recibir también la Medalla al Mérito Fotográfico 2025 dijo que posteriormente incursionó en el fotoperiodismo en Cuba y Nicaragua y más tarde en la prensa cultural mexicana de los años setenta, cuando, dijo, “éramos muy pocas mujeres fotógrafas en el medio”.
Al hacer este breve recuento de la versatilidad de sus intereses fotográficos, confió que éstos le llevaron a alternar la imagen periodística y artística, en particular la danza contemporánea y el desnudo, con la fotografía de estudio, en sus vertientes comercial y publicitaria, lo que no siempre fue comprendido y recibido por el gremio.
Por tal motivo, dijo sentirse honrada con la entrega de este premio, a la vez que hizo un llamado a apoyar las labores de la Fototeca Nacional, donde se resguarda, identifica, cataloga, conserva, restaura y divulga, “la mirada visual del país entero”.
“Este reconocimiento me honra profundamente. La Fototeca Nacional merece todo nuestro apoyo: reciben, catalogan, conservan y restauran la mirada visual de nuestro país”, expresó López.
López y O´Leary, ejemplo de que la fotografía, cuando nace del corazón, trasciende el instante
En la edición 26 del Encuentro Nacional de Fototecas, el director del MNA, Antonio Saborit García-Peña destacó la fuerza de la imagen como documento. “Conversamos siempre sobre la necesidad de ahondar en la conservación, el estudio, la difusión y el acopio de archivos. La fotografía es magia, necesidad en nuestra existencia y huella en nuestra historia. Por eso este encuentro tiene un valor enorme”, consideró.
A su vez, el director del Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo), Juan Carlos Valdez Marín, subrayó que el encuentro va más allá de una reunión de especialistas, y es un espacio de convergencia en el que se entrelazan la investigación, la conservación y la creación artística.
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“Cada fotografía captura un instante, una emoción, una verdad que de otra manera podría perderse en el tiempo. Las fototecas no son simples colecciones, son cápsulas que nos permiten viajar al pasado para entender el presente y proyectar el futuro. Cada vez que una imagen es exhibida o consultada, democratizamos el acceso a nuestro patrimonio”, afirmó.
En su caso, la coordinadora nacional de Difusión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Beatriz Quintanar Hinojosa, definió a la fotografía como un lenguaje que trasciende generaciones. “Una fotografía no es solo una imagen, es un latido detenido en el tiempo, un susurro del pasado que aún tiene algo que decir. El patrimonio fotográfico no es archivo muerto, es un legado vivo, y como tal es nuestra responsabilidad que siga latiendo, respirando e iluminando nuestra existencia”, expresó.
Recordó que, desde hace más de un cuarto de siglo, “este encuentro ha sido un faro para todo un país que reconoce en la fotografía, el relato visual de su historia. Una crónica tejida con luz”.
A propósito, trajo a memoria una frase del fotógrafo Rodrigo Moya, recientemente fallecido: “Yo no quería hacer fotos bonitas, quería hacer fotos verdaderas”. Esa, continuó la antropóloga, es la tarea del encuentro, “no solo preservar imágenes, sino verdades que emocionen, revelen y unan”.
En ese sentido, destacó que las imágenes capturadas por Maritza López y John O’Leary, a lo largo de más de cinco décadas, “son ejemplo de que la fotografía, cuando nace del corazón, trasciende el instante”, de ahí la entrega a ambos de la Medalla al Mérito Fotográfico, por parte del Sinafo y la Fototeca Nacional del INAH.


