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Decía Mao Tse Tung que podemos perder mil batallas pero al final ganaremos la guerra. Esta afirmación lejos de ser una propuesta teleológica, fatalista, de un destino predestinado por las leyes de la historia es simplemente una deducción lógica de uno de los posibles escenarios del devenir de la sociedad de nuestros días. No es algo que ocurrirá inevitablemente, pero nos muestra la meta a conquistar en la búsqueda de una sociedad simplemente humana, en la que nadie explote a nadie y donde tampoco ningún ser humano tenga que sufrir por carencias para satisfacer sus necesidades vitales.
Pero conquistar el objetivo implica vencer al enemigo, derrotar al capital, personificado en sus representantes: los capitalistas, los dueños, los gobernantes y los integrantes y ejecutores que sustantivan al Estado en su misión de someter a los explotados, de ejercer la dominación sobre la sociedad.
Esto es una guerra y como han propuesto los estudiosos de sus leyes hay que, primero, conocer al enemigo y conocernos a nosotros mismos, luego conocer, el «teatro de la guerra», es decir el ámbito general en el que se desarrollan las hostilidades y enseguida conocer al máximo posible el «campo de batalla» para poder usar la estrategia y las tácticas que nos permita «imponer nuestra voluntad al enemigo», lo que constituye el objetivo de la guerra.
Así, como bien dijera Mao, hemos perdido muchas batallas porque tal vez no hemos sido capaces de reconocer que en la actualidad el «teatro de la guerra» se ubica principalmente en la ideología, es decir que, hoy por hoy, es en el ámbito cultural en el que se dan las batallas más importantes. Esto no quiere decir que no hay batallas en el campo económico o en el político, sino que la guerra se centra en lo ideológico.
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No está demás repetir que «la ideología dominante es la ideología de la clase dominante», porque es a través de esta ideología que se ejerce la dominación que crea las condiciones necesarias para la reproducción del capital sin sobresaltos sociales, ya que las clases explotadas se encuentran sometidas.
Sin embargo, la dominación ideológica no es ni ha sido una constante. Un momento importante en la historia de la lucha se dio precisamente en mayo: Chicago, el mercado del heno y sus secuelas. En lo inmediato la injusticia brutal e inhumana del aparato represivo ejercida por los testaferros de ese Estado encargado de mantener las condiciones necesarias para la explotación desmesurada de los trabajadores: jueces, policías, leyes, cárceles, cadalsos. Luego la conciencia del trabajador colectivo, la superación de la «individualidad» y la conquista de la jornada laboral de ocho horas.
En principio la conciencia del trabajador colectivo marcó una nueva etapa en la guerra, en la lucha de clases, surgieron los sindicatos como expresión de esa colectividad, no sólo como una expresión táctica, para la obtención de mejores condiciones de vida y de trabajo, leyes laborales, contratos colectivos, etc., sino como un punto de apoyo para superar la atomización producida por el individualismo y fundar escuelas de lucha. que de escuela de lucha se transformó primero en mero agente de ventas de la fuerza de trabajo y luego con la corrupción de los líderes en aparatos de política clientelar al servicio de los intereses de la clase dominante y, finalmente, en una extensión
informal del Estado para la dominación de los explotados.
Con lo anterior, también cambiaron las formas y los mecanismos para el ejercicio de la dominación. En la época de las grandes luchas del trabajador colectivo de finales del siglo XIX y principios del XX, la batalla ideológica se libraba en condiciones mucho más parejas. La burguesía contaba con los periódicos, que el proletariado no podía comprar y las vanguardias se defendían y atacaban con los volantes, las octavillas que burlando la vigilancia de la tira llegaban a las manos de los trabajadores.
Surgió la radio primero y, hacia la mitad del XX, la televisión como instrumentos publicitarios para la venta de productos e incentivar el consumo, fuente de la riqueza al convertir la plusvalía en ganancia. Así los medios de difusión crearon nuevas necesidades e introdujeron en las conciencias la idea de progreso, identificando este con el mayor consumo de los nuevos satisfactores creados para las nuevas necesidades.
Esto arrastró consigo a toda la población, en la que aumentó su participación -o el deseo de participar cada vez más en el consumo y con esto emparejarse de alguna manera con el paradigma burgués enaltecido por los medios.
La identidad ficticia consumo=progreso enraizó y, junto con la publicidad, acentuó la enajenación de la sociedad y favoreció el avance de la dominación.
La atomización del trabajador colectivo por los compromisos crediticios y la presión del ejército industrial de reserva, generó gran temor al despido.
Progreso-consumo y terror cerraron la pinza. Las conquistas han retrocedido y el empleo y el salario se vuelven más precarios. Se ha perdido una batalla.
Se hace necesario recomponer las fuerzas y forjar nuevas armas para recuperar la iniciativa con una estrategia nueva y con las tácticas consecuentes para avanzar en nuestra guerra de liberación: liberación de la esclavitud que significa el consumo exacerbado vinculado tanto a la destrucción del hábitat como a la explotación de los seres humanos.
*PP nuestro Pepe Uriel Aréchiga El Zenzontle. Número 100, mayo 2012. Apareció en las últimas páginas de Capital Depredador y Rebelión. Editado por el Colectivo del periódico El Zenzontle y Casa de los Pueblos-México. 2019
Ideología, dominación y libros de texto
Los grupos conservadores, la extrema derecha y muchos medios de comunicación han denunciado que los nuevos libros de texto de la nueva escuela mexicana están ideologizados, pero no solo aquellos, también muchos profesores asumen está posición al plantear que los libros de texto contienen una gran carga ideológica, debido a que se emplean conceptos como neoliberalismo, comunidad, asamblea, democratización de la educación, decolonización, entre muchos otros. Así también porque se usan autores como Bourdieu, Freire, De Sousa Santos, etc., o bien porque hay contenidos como la guerra sucia en México, Lucio Cabañas o el movimiento del 68, sólo como ejemplos.
Pero estos ejemplos ¿representan una carga ideológica o un currículo ideologizado? Para los capitalistas y para los y las no capitalistas enajenadas o enajenados, cualquier palabra, cualquier acción o cualquier atisbo del saber que no este orientado a la dominación es ideología. Sin embargo ¿a qué nos referimos con la palabra ideología?
Por ejemplo, Marx cuando habla de ideología (en pocas palabras) se refiere a las acciones tendientes a hacer parecer los intereses de una clase, la clase dominante, como si fueran los intereses de toda la sociedad, esto es cubrir con un velo imaginario a la realidad y mostrar esta de forma torcida, que nos hace creer que no hay contradicciones en la sociedad capitalista. Ideología que nos hace, a los no capitalistas, a los trabajadores, a los que no contamos con medio de producción alguno a tener la ilusión de podemos ser como ellos, como los explotadores, que podemos consumir como ellos, que si somos pobres es porque queremos. Nos hacen creer que somos libres y no solo eso sino que esa forma de realidad creemos que es la única posible.
En esa dirección, en la escuela de la sociedad capitalista (y no solo en la escuela) siempre ha existido la carga ideológica y no digo aquí la carga ideológica dominante porque es un pleonasmo, la ideología siempre es ejercitada por la clase dominante porque precisamente quiere ocultar las relaciones de explotación y dominación.
Que aparezcan las palabras, los conceptos, los autores o las ideas mencionadas es un avance en los libros de texto y es el resultado de las contradicciones en la sociedad y de la lucha de los trabajadores, entre ellos los trabajadores de la educación y en particular de la lucha de la CNTE. Es Debemos aprovechar y usar esa pequeña grieta para socavar al régimen capitalista.
Mas no nos confundamos, el manto que oculta la realidad y la tuerce, es decir la ideología, sigue presente en los libros de texto y sigue en las escuelas, puesto que nos quieren hacer creer que con esos contenidos ya vivimos una realidad diferente. Sin embargo, no se cuestiona la explotación de los trabajadores, ni se muestran las aspiraciones consumistas, competitivas e individualistas del sistema, es decir no se muestran las contradicciones del modo de producción y dominación capitalista. Es más, la estructura de opresión, control y dominación siguen formando parte de la escuela en pequeñas acciones: dividir a los y las estudiantes por hombres y mujeres, formarlos para cualquier cambio de actividad, la estructura jerárquica de directivos, profesores y profesoras, estudiantes, la burocracia de la misma SEP.
La lucha contra las formas de explotación y dominación capitalistas, la lucha por transformar el mundo donde prive el interés común y no el individual, la lucha por desvelar el manto ideológico, la tenemos que dar todos los días, en todos los frentes. La escuela es uno de ellos.
20 AÑOS APENAS
Al final -pero no al último- comenzamos nuestros 20 años, con muchas voces honestas más y con lectores y distribuidores, cansados de rollos electoreros y oportunistas, las lecturas de El Zenzontle sirvan para junto con nuestras publicaciones, talleres y redes organizadas para construir y ejercer el poder del pueblo.
Nosotros vamos de las manos de nuestrxs compas fallecidxs en estos años: Uriel-PP, Raquel-Elia, Ricardo Loewe, Javier Sam, Daniel-Mich, Betoldo Dr., Enrique, Treviño, El Simpson, Novales, Juan Galván Zapatero; Omar Castro, Conchita costurera, el padre Gus, Chava-Joc, Alberto López Limón… y más anónimos de México y del mundo
Con ellos y ellas, en la lucha de los Pueblos por la liberación. ¡Viva Palestina libre!
A corazón entero
Los invisibles hablan, oyen las oscurecidas.
Andan con manos y pies volando los mutilados.
A corazón entero tejen sus rostros y desatan sus lenguas
con sangre de víctimas, quienes resisten.
Con saliva de niñas y niños hilan
los pueblos, los barrios, las cocinas y las escuelas
la trasparencia de vida buena, la digna.
Están en armas de palo los que defienden territorios,
van con fogatas en el pecho las muchachas y van con ramos
de molotovs sus novios, y usan resorteras las jubiladas y los despedidos.
Protegen identidades, el bien común, las uniones de lucha, las rebeldías,
las dislocadas y los amores a pierna suelta y en asamblea permanente.
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Dejarán de creer en fetiches los crédulos, se despabilarán los pasmados,
hablarán por los codos los atrevidos y quienes callaban por mandato
del patrón, el padre, el presidente, el esposo o el partido
ahora aprenden a valerse en grupo y en persona, juntas.
Así van llenando el buche del ave sencilla que los canta y los publicita,
no con piedritas de impotencia, sino con moronas del pan de rabia
que compartimos y producimos. No quieren migajas de tercer uso,
ni entusiasmarse con ilusorias ofertas de las tiendas
de raya y bórrate de la cuenta y de la lucha.
Son voces sin muros, sin bozales, ni sordinas.
Les dicen los sin miedo, aunque sientan cómo cosquillea y pica
cuando suben el volumen en sus radios y radicalizan el tono con el rap
del Anonymous resucitador que todos llevamos encendido.
Van del volante manchado de tinta al rayado de cada esquina.
Son palabras de multitudes y de pequeñísimas células y colectivos,
los invisibles hablan, oyen y gritan las oscurecidas.
Se teje con sangre y saliva el beso que regenera al corazón entero.
Ya traman con sus redes hamacas para el amancebarse,
para dar de mamar resistencia a los hijos, para que los sueños se movilicen,
para que cuatrocientas revoluciones den la vuelta al mundo.
RL poema insignia de El Zenzontle