Debido al aumento en la esperanza de vida el envejecimiento del sistema nervio es un tema que cada día cobra mayor relevancia. Entre los aspectos de mayor interés en el envejecimiento del cerebro está conocer cómo ocurre la pérdida de la memoria, así como la pérdida de la capacidad cognitiva. Al igual que en muchas otras situaciones de salud, existe una relación intrincable entre genoma (los genes) y medio ambiente. Hasta el momento, la ayuda para prevenir un deterioro de las funciones cognitivas y el mantenimiento de una mente saludable durante la vejez parece provenir del medio ambiente. El punto clave está en mantener al cerebro en constante reto.
Uno de los elementos más importantes en la actividad cerebral, y por tanto el mantenimiento de un sistema nervioso funcional es su plasticidad. Los seres humanos durante toda la vida, por lo menos en principio, mantienen la capacidad de cambiar su estructura cerebral de acuerdo a las exigencias del aprendizaje, del ejercicio físico y de la capacidad cognitiva. Para sorpresas de algunos, estudios donde se midió el grosor del manto cortical demostró que el entrenamiento en adultos mayores mejoró el rendimiento de la memoria y aumentó el grosor cortical en la corteza orbito–frontal lateral y fusiforme derecha del cerebro1. Los cambios en la morfología del cerebro después del entrenamiento no se restringen exclusivamente al aumento en materia gris. Los cambios se pueden observar en el aprendizaje de procedimiento, en el aprendizaje declarativo y en la memoria de trabajo. Las publicaciones sustentadas en evidencia experimental señalan que, el entrenamiento parece aumentar la mielinización de las fibras neuronales, lo que se traduce en un aumento en la sustancia blanca del cerebro.
La actividad plástica se refiere a la capacidad del cerebro para reasignar funciones neuronales en otras áreas del cerebro. El hecho de que muchas funciones cerebrales tengan una localización típica se conoce bajo el concepto de localización cerebral. El cerebro aunque contiene una estructura genéticamente establecida para su red neuronal, esta no es inalterable. Las conexiones envejecidas pueden permanecer flexibles, y otras nuevas pueden formarse, sin importar cuán vieja sea la materia gris del cerebro. Una de las formas como los científicos han encontrado que se puede mantener esta plasticidad cerebral es a través de la actividad física. Los estudios clínicos han demostrado que los ejercicios aeróbicos de caminar mejoran las funciones ejecutivas del cerebro en personas de 60 a 75 años, el esfuerzo del sistema cardiovascular y muscular parece estimular la plasticidad cerebral.
Probablemente, uno de los actos más críticos en la plasticidad cerebral está en el ejercicio mental. La actividad mental, como los de los crucigramas, los debates políticos con los amigos y cualquier otro ejercicio mental mantienen las conexiones neuronales fuertes, de la misma forma que los ejercicios físicos mantienen las fibras musculares fuertes. La lección de la rutina del ejercicio es la misma: úsalo o piérdelo. Si usted estimula las funciones cerebrales las mantendrá, sino, las perderá. El aprender cuando se ha envejecido puede tomar un poco más de tiempo, pero permanecemos aprendices potenciales toda nuestra vida.
En muchas ocasiones una de las funciones mentales que van deteriorándose con los años son las ejecutivas. Éstas están relacionadas con la habilidad para planificar, organizar el tiempo, estar enfocado y motivado en alguna actividad. Las alteraciones en las funciones ejecutivas también interfieren con la habilidad del individuo para establecer y mantener el apoyo social. El proceso ejecutivo, también conocido como memoria de trabajo, se relaciona con la memoria de largo plazo. La memoria de trabajo utiliza el mismo sistema de memoria consciente que el cerebro emplea para formar memorias consolidadas; es decir, memorias a largo plazo. Lo que actualmente se llama memoria de trabajo, más que una simple memoria, parece consistir en un sistema general de control cognitivo y procesamiento ejecutivo que guía el comportamiento y que implica interacciones entre los diversos procesos mentales, como lo son la atención, la percepción, la motivación, las emociones y la memoria. Con la actividad física, la habilidad de los sujetos para cambiar de una tarea a otra mejora, las distracciones decrecen y la habilidad para parar cualquier cosa que estén haciendo (como quitar el pie del acelerador del carro) aumenta. Esto quiere decir que la memoria de trabajo mejora y que también lo hacen las funciones ejecutivas con el entrenamiento.
Por mucho tiempo se pensó que la pérdida de neuronas en el adulto humano era un proceso irreversible, debido a que las neuronas que han muerto no pueden ser reemplazadas. Esta inhabilidad para remplazar las neuronas se identifica como enfermedades o incapacidades neurológicas. En la mayoría de las regiones del cerebro la generación de neuronas está confinada generalmente a un periodo discreto en el desarrollo. Sin embargo, en 1998, el grupo de Peter S. Eriksson logró demostrar que las células neuronales del giro dentado se generan, estas células provienen de neuronas progenitoras. Lo que sirvió para descubrir que el hipocampo no pierde su capacidad para generar células nuevas a través de la vida2. Recientemente se ha demostrado que el ejercicio y un ambiente enriquecido mejoran la tasa de neurogénesis y mantiene las células nuevas en adultos mayores; además, estudios en vivo han demostrado la existencia de una correlación entre cambios inducidos en el hipocampo y el ejercicio físico, lo que confirma la posibilidad teórica de una angiogénesis–neurogénesis subyacente al proceso de plasticidad.
Algo simple, pero de mucha relevancia en la actividad mental, son las relaciones sociales. Los adultos mayores que permanecen en contacto con sus familias y amigos se mantienen en mejor forma física y mentalmente que aquellos que viven aislados. Los datos demuestran que una vida socialmente activa beneficia las funciones cerebrales, tanto como lo hacen los ejercicios físicos. El estar socialmente activo también ayuda a mantener una actitud positiva, al estimular los sentimientos de valoración.
En los últimos años se ha puesto mucho interés en los aspectos bioquímicos del envejecimiento del sistema nervioso. El conocimiento sobre la pérdida de neuronas, producto de la programación genética de la muerte celular (apoptosis), así como de la formación de radicales libres y del estrés oxidativo, son áreas de investigación muy importantes; además, las investigaciones sobre la reducción en el tamaño de los telomeros y la acción de las telomerasas (organelos y enzimas participantes en la división celular), el reconocimiento de los genes que controlan el ciclo celular y las vías de transducción en las señales de la membrana celular están emergiendo con un considerable progreso.
La realidad es que la capacidad para reproducirse y pasar los genes de generación en generación es lo que se puede señalar como el énfasis evolutivo. La evolución no ha tratado el envejecimiento como un evento biológico importante más allá de los años reproductivos y de parentesco. Como resultado, los cambios biológicos asociados con el proceso de envejecimiento resultan en un ambiente biológico permisivo que permite el desarrollo de enfermedades. La ciencia tendrá que enfrentar estos inconvenientes a fin de ser adultos mayores productivos y no un estorbo social.
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1 Engvig, A. et al. (2010), Effects of memory training on cortical thickness in the elderly. Neuroimage 52, 1667–1676
2 Eriksson P.S., Perfilieva E., BJÖRKERIKSSON T, Alborn A.M., Nordborg C, Peterson D.A., Gage F.H., 1998, Neurogenesis in the adult human
hippocampus, Nature Medicine,
vol 4 • Number11, 1313, 1317