Hablar de La Jornada es, sin duda, hablar de uno de los diarios más importantes del país en los últimos 33 años. Indispensable para entender la realidad de México sobre todo desde esos espacios donde no todos los medios llegan. A través de sus páginas hemos leído las voces de las víctimas del terremoto de 1985; las reacciones tras las controversias electorales de 1988 y 2006; el seguimiento al movimiento zapatista desde su aparición en 1994 hasta la designación de María de Jesús Patricio Martínez como vocera de los pueblos indígenas rumbo a 2018; los reportajes de Blanche Petrich tras el terremoto en Haití en 2010 o los cables filtrados por Chelsea Manning vía Wikileaks. Esa es parte de la historia por la cual La Jornada se ha convertido en un referente indispensable para entender nuestra realidad.
La Jornada –al igual que otros medios como Proceso– son parte del consumo informativo diario que realizamos los que participamos en “Medieros”. Algunos fuimos testigos del nacimiento de este medio; otros más, hemos crecido con él.
Para los infoadictos la noticia de la huelga nos tomó por sorpresa casi iniciando el fin de semana. La tarde–noche del viernes las redes sociales mostraron una actividad inusual ante el acontecimiento. La incertidumbre nos hizo presa a los lectores habituales ante saber si habría o no edición el día sábado. Ésta se fue diluyendo conforme se dio a conocer que dentro del edificio –que en ese momento estaba encadenado– había cerca de 100 integrantes de la redacción que al pie del cañón hicieron posible la edición del 1 de julio. A ellos nuestro reconocimiento por el compromiso profesional mostrado.
Entendemos que cada medio de comunicación tiene diferendos al interior; que como toda empresa, es difícil mantener en la misma sintonía a todos los trabajadores sobre todo cuando se trata de revisiones salariales o condiciones de trabajo; pero sabemos que es el camino del diálogo lo que habrá de fortalecer los proyectos y encontrar la mejor solución en favor del bien común. Así como en su momento La Jornada destacó por la implementación de un contrato colectivo de avanzada, que pocos medios de comunicación tienen, estamos seguros que lograrán encontrar una solución que permita afrontar la realidad financiera que enfrenta el diario.
Para nadie es nuevo que el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información, de internet y el auge de las redes sociales, han puesto en aprietos al periodismo, sobre todo a los medios impresos. La crisis es latente a nivel mundial. Cientos, por no decir miles, de diarios a nivel internacional están o estuvieron contra las cuerdas. Pocos de ellos, quizá el más significativo es The New York Times, han encontrado la forma de sortear la crisis; otros más siguen en la búsqueda de ese camino; algunos más no lo lograron.
Ante el contexto que vivimos en nuestro país en materia de libertad de expresión, una voz como La Jornada se vuelve indispensable. En lo que va del año, esta casa editorial ha sido víctima de la violencia que impera en el país. Los asesinatos, aún sin esclarecerse, de Miroslava Breach y Javier Valdez son una muestra de que el trabajo periodístico que se realiza desde estas páginas es incómodo para los poderes formales y fácticos. De cara a la sucesión presidencial del próximo año, es necesario seguir contando con un espacio informativo como éste, que contribuya al diálogo y a la reflexión.
Los que suscribimos este texto, académicos y estudiantes, pero sobre todo lectores de La Jornada, nos unimos a las voces de apoyo y solidaridad expresadas estos días para los que conforman el equipo de trabajo del diario y hacemos un llamado para que se mantenga el diálogo al interior de esta casa editorial para lograr una salida que beneficie a todos los trabajadores, para que las pérdidas sean menores y para permitir seguir contando diariamente con este medio.