Un documento excepcional en la historia de la región de Puebla- Tlaxcala, escrita en papel amate en formato europeo cuya escritura glífica es única y de gran calidad, que da cuenta de las conquistas de Quauhtinchan y la división de su territorio con su vecino Tepeaca. Con esas definiciones, las investigadoras Norma Angélica Castillo Palma y Carmen Herrera Meza presentaron en Puebla la edición especial de la revista Arqueología Mexicana que, en tres números, contiene la Historia Tolteca Chichimeca, un “libro pintado” del siglo XVI cuya divulgación se abre, de manera cercana, afable y al mismo tiempo precisa, dedicada y erudita, al lector interesado por la historia de México.
En el marco del homenaje póstumo al historiador Francisco González-Hermosillo Adams (Aguascalientes, 12 de mayo de 1953- Ciudad de México, 25 de marzo de 2023), organizado por la zona arqueológica de Cholula, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la asociación civil Pro Cholula y el Consejo de la Crónica del Estado de Puebla.
En la Biblioteca Franciscana, Norma Angélica Castillo, historiadora y profesora investigadora en la UAM Iztapalapa, detalló que el proyecto impulsado por su colega y compañero de vida Francisco González-Hermosillo buscó conjuntar a un grupo de especialistas para “leer” este documento, del que se tenían muchas preguntas, pues es muy críptico, con ediciones muy buenas que no llegan a ser comprendidas por el lector general. “No basta con tener una traducción sino comprender qué hay detrás de esos lenguajes escritos”.
Así, expuso que al lado de reconocidos investigadores González Hermosillo Adams fundó el Seminario Permanente de Fuentes Indígenas de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Recordó que el proyecto nació en el año 2005 con reuniones periódicas mensuales que sólo eran leer el códice. Luego el grupo fue haciendo preguntas muy entusiastas a la par de que se hicieron proyecto como la Mesa de americanistas celebrada 2012 que se repitió en 2015. A partir de ahí, pensaron en que sus investigaciones podrían ser publicadas en esta revista, por lo que se acercaron a su director, quien propuso hacer una edición explicada.
“Paco tomó la decisión de hacerlo. De 2015 a 2018 el seminario cambio para hacer un proyecto de edición del códice y buscar las formas de abordarlo para su comprensión al público. Esta es la diferencia de nuestro trabajo con otras propuestas editoriales”, dijo en referencia a la versión publicada por Heinrich Berlin y Silvia Rendón en 1947, quienes tradujeron al español la versión de 1937 elaborada por Preuss y Mengin, a la par de lo hecho en 1976 por Paul Kirchhoff, una traducción del náhuatl al español por Luis Reyes y Lina Odena.
En ese sentido, Carmen Herrera recordó que en un inicio el seminario estaba conformado por Perla Valle, especialista en códices presentados ante el sistema jurídico mexicano e investigadora de la Dirección de Etnohistoria del INAH; Margarita Menegus, conocedora de la interacción entre legislaciones hispanas y sus adaptaciones en la Nueva España, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM; Hildeberto Martínez, experto en archivos del valle de Puebla, Tepeaca y la región que abarca el espacio geográfico de los relatos de la Historia Tolteca Chichimeca, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social; la propia Norma Angélica Castillo, con su conocimientos sobre la organización de las poblaciones.
Dijo que más tarde se uniría ella, miembro de la Dirección de Lingüística del INAH, conocedora de los textos del siglo XVI que en ese momento trabajaba la Matrícula de Huejotzingo; y Tomás Jalpa, de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, experto en el Señorío de Chalco.
“Había distinto intereses académicos que confluían en el deseo de comprender el tipo de texto que se resguardó bajo el nombre de Historia Tolteca- Chichimeca, además de la dimensión textual alfabética como la confluencia y divergencia que había respecto a los textos en escritura glífica, de una tradición gráfica mesoamericana del náhuatl del centro de México en el siglo XVI”, expuso.
Agregó que editada con “contratiempos” porque se cruzó la contingencia causada por el Covid-19, la publicación en tres números –los 107, 108 y 109- lograron llegar a puntos de acuerdo en temas polémicos, siendo que Francisco González Hermosillo, Norma Ángelica, Margarita Menegus, Tomás Jalpa, Hidelberto Martínez y ella lograron la edición del valioso material.
Detalló que Hildeberto Martínez, ya fallecido, propuso entender este documento como un documento hecho como cuatro grandes fragmentos, pues si bien esta resguardado como una unidad, no fue pensado así. Por tanto, dijo que la propuesta fue identificar estos cuatro grandes relatos, narraciones cortas con un principio, un clímax y un final, en donde se subraya el carácter puntual de la historia, sin detenerse en descripciones o ir más allá de los sucesos que dan movimiento a la narración.
“La propuesta fue identificar estos cuatro relatos: el primero, el relato Nonoalca- chichimeca; el segundo, el relato Tolteca Chichimeca; el tercero, el relato Tepilhuan chichimeca; y el cuarto, los Anales de Quauhtinchan”, expuso.
Confió que la publicación no es “una nueva traducción sino un acompañamiento de lectura” para cubrir algunas de las múltiples ausencias o dificultades de interpretación, a partir del cruzamiento con información complementaria.
En ese sentido, Norma Angélica Castillo expuso que el documento es “excepcional” porque este documento de 52 fojas en su parte final cuenta con un discurso pictográfico, que tiene una gran calidad en su manufactura en los propios glifos, que además fue desencuadernado, lo que implicó una reorganización por parte de los miembros del seminario.
“Tratamos de un buscar un nuevo orden que sí siguiera una secuencia”, dijo respecto a este documento cuyos primeros relatos corresponden a la década de 1530 y los últimos registros a la de 1540, que es producto “de la unión de diversos tipos de fuentes y estilos narrativos como anales, mapas y genealogías”, como se apunta en el texto introductorio aparecido en el número 107 de la revista Arqueología Mexicana.