Tal como el trueque de San Pedro Cholula y el mole de caderas de la región de Tehuacán, el chile en nogada y su elaboración en diversos municipios cercanos al volcán Popocatépetl fueron reconocidos como Patrimonio cultural intangible del estado de Puebla.
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Mediante un decreto emitido por el gobierno estatal se indica que los chiles en nogada son un ejemplo clave de la gastronomía poblana que representa valores culturales antropológicos, históricos y tradicionales.
Así, la declaración “Elaboración del Chile en Nogada Poblano” oficializa al platillo como un elemento representativo de la gastronomía poblana, cuya producción está caracterizada por transmitirse de generación en generación, con un sentido de identidad y continuidad por realizarse en la entidad con productos agrícolas locales.
Mediante una comunicado, se indica que “derivado de la labor entre la Secretaría de Gobernación, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), cocineras de la región de Calpan y San Nicolás de los Ranchos, además de representantes de la industria restaurantera que elaboran dicho platillo”, el gobierno estatal promovió la adopción de medidas que salvaguarden las manifestaciones culturales no palpables, que posean un valor especial para la sociedad y formen parte de su identidad.
Se expone además que tras la publicación de dicho decreto, el gobierno estatal, a través de la Secretaría de Cultura, trabajará en la gestión, trámite y administración de la marca Chile en Nogada, orgullo poblano, ante el IMPI.
Lo hará, se agrega, mediante la comprobación de elementos como la vinculación geográfica, temporada de elaboración y el procedimiento que distinguirán la identidad de dicho platillo, lo que facilitará el reconocimiento comercial en los mercados de interés y con ello lograr la certificación.
Se añade que “el gobierno de Puebla, en sinergia con los ayuntamientos, implementará acciones de promoción, preservación y salvaguarda de esta manifestación patrimonial inmaterial, tales como el desarrollo de un manual con la receta tradicional, talleres, actividades en planteles educativos, estudios e investigaciones, promoción turística, entre otros”.
Destaca que el nacimiento del chile poblano, un platillo que consta de un chile poblano relleno de carne de cerdo y frutas de estación bañado en salsa de nuez de Castilla y adornado con granada y un toque de perejil, está envuelto en dos grandes relatos.
El primero, pese a que no hay fecha ni dato que lo afirme, indica que su creación data del año de 1821, luego de la consumación de la Independencia, cuando religiosas agustinas del convento de Santa Mónica prepararon un banquete para Agustín de Iturbide en agosto de aquel año.
El otro relato, concibe al platillo conventual como una leyenda, un elemento de orden propagandístico de una gran obra culinaria poblana, pues el chile en nogada es más bien visto como un producto de tres siglos, es decir, un elemento que refleja la herencia culinaria y cultural vinculada a la historia, territorio y clima de Puebla. De paso, se considera que el chile en nogada fue objeto de las creaciones intelectuales y periodísticas que se produjeron en la primera mitad del siglo XX, en los periódicos de la época, a la par que deja ver que a cada sociedad le gusta construir este tipo de mitología alrededor de sus cocinas.