Históricamente la población se ha subordinado a los modelos económicos y sistemas de producción y, por más de 500 años, ha sido dominante el capitalismo extractivista, violento y explotador. Es tiempo de que la economía esté al servicio de los derechos humanos y el bienestar de las personas y no las personas subsumidas a las lógicas del capital.
La forma en que se encuentra la economía actualmente, ha ubicado en desventaja a millones de personas en el mundo, ha dañado irracionalmente los sistemas naturales y a toda la Madre Tierra. La macroeconomía transgrede y mutila, aquello que la mayoría de las personas apreciamos y que resulta fundamental para el bienestar, como el construir comunidad, conservar y promover la solidaridad, el cuidado de la Madre Tierra, la ponderación de la vida por sobre la acumulación de capital.
Es tiempo de que la economía incorpore prácticas y conceptos desde un marco de derechos humanos, justicia social y equidad. Conceptos como la justicia, la no discriminación, la amplia participación, la corresponsabilidad, el acceso a información, recursos y servicios, entre otros principios de los derechos humanos, que resultan fundamentales para resolver las formas de violencia e inequidad que el modelo productivo centrado en la acumulación ha impuesto en el mundo.
También puedes leer:Narrativas de Amor y Esperanza
Desde los derechos humanos, se reconoce la diversidad, se parte de la posibilidad de espacios colectivos para la toma de decisiones, se enfatiza en la no-discriminación, se reconoce la sabiduría de grupos sociales históricamente menos reconocidos, y se establecen estrategias y mecanismo para evitar ubicarlas en condiciones de mayor vulnerabilidad.
Los preceptos de reparación del daño y justicia restaurativa desde los marcos de derechos humanos pueden ser una herramienta para promover la justicia económica y recrear una economía por el cuidado de la Madre Tierra. Algunas propuestas económicas coinciden con los marcos de derechos humanos. Propuestas como el decrecimiento económico, la economía ecológica, el ecofeminismo, la economía feminista, la economía de la estratificación, la economía del bienestar, entre otras, permiten la reflexión en torno a las injusticias estructurales y proponen estrategias para contrarrestar y contraponerse a las mismas.
La educación, defensa y promoción de los derechos humanos, pueden ser una herramienta poderosa para incidir de forma más activa y consciente en los cambios sociales necesarios para transformar las prácticas económicas impuestas violentamente por el capitalismo heteropatriarcal, de tal manera que las prácticas extractivistas, que violentan tanto a las personas como a la Madre Tierra, no sean permitidas.
Es evidente la correlación entre la violación a los derechos humanos y las formas extractivistas de la economía para la acumulación de capital, de manera tal que resulta fundamental no sólo para la defensa de los derechos humanos, sino también para la promoción del bienestar, la justicia y la equidad, a partir de formas económicas enmarcadas en los derechos humanos mismos, por la justicia social, el cuidado de la vida y la Madre Tierra. Lo que nos reclama una perspectiva amplia, integral y emancipadora.
Te podría interesar: Buena lid política