Faltan unos días para que concluya el plazo para que las organizaciones políticas, que hayan decidido notificar al INE su pretensión del alcanzar su registro electoral, lo hagan. Hasta el fin de semana pasado, habían dado ese paso 33 agrupaciones. Quizá, entonces, no lleguen a 40, cifra muy debajo de las que se registraron hace seis años, que fueron 106.
Ya hemos tocado el espectro ideológico-político, de aquellas agrupaciones que habían solicitado el registro, afirmando que no había, hasta ahora, referentes socialistas. Ahora quisiera comentar sobre la procedencia política y las expectativas para convertirse en reales contrapesos para el actual régimen.
Las “nuevas” agrupaciones tienen dos particularidades: o son la misma gata, pero revolcada de antiguos partidos que, en su momento perdieron el registro legal, como es el caso del PES, el Frente por México, Redes Ciudadana, entre otras, o son esfuerzos reciclados por parte de ex priistas como Ulises Ruiz, César Augusto Santiago, ex perredistas como Somos México, de Guadalupe Acosta Naranjo o filomorenistas, como Cuarta República de Elías Moreno Brizuela. Ellas, sin contar a las dos que están asociadas a la ultraderecha internacional.
Es posible que la mayoría de ellas cubra los primarios requisitos impuestos por las leyes electorales, otra cosa sería el segundo filtro, que corresponde al número mínimo de afiliados y a la concreción de las asambleas distritales y/o estatales. Ahí, muchas de ellas se quedarán en el camino y las que lo logren, tendrían que refrendar el registro con un mínimo de tres por ciento en las elecciones del 2027, donde tendrían que ir solas, sin alianzas. El otro problema es que tal cantidad de agrupaciones, que han notificado al INE, expresan la gran dispersión que caracteriza a la oposición mexicana y que, aisladamente no lograrán mucho en un escenario donde Morena tiene casi el ochenta por ciento de aceptación, más por los gobiernos de López Obrador y Claudia Sheinbaum, que de él mismo. Morena, actualmente, vive la grandilocuencia de un triunfo holgado, sin competencia real ni sostenida, pero con fortaleza interna, lo cual se puede expresar en su decisión de alcanzar en este año un caudal de afiliados de diez millones, paso no tan sencillo de tal manera que podría convertirse en una rémora para un gobierno exitoso y efectivo, sobre todo en el ámbito nacional.
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Y la oposición pareciera no contar con ninguna asidera programático–política que incida en sectores crecientes de la población, para crecer, influir y contrapesar. Persiste en el anti gobiernismo contestatario, pero no propositivo, vive de sus viejos programas, sin querer divorciarse del neoliberalismo, ni buscar el interés colectivo y si el de los intereses de unos cuantos. Así, no tiene futuro, ni expectativas competitivas y ganadoras en las elecciones del 2027, apostándole al fracaso de lo realizado por la Cuarta Transformación, no por sus aciertos, sino por los errores de estos y el desgaste de su instrumento electoral, dígase Morena. Tendría, que venir otra fuerza, de un horizonte distinto a la derecha.
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