Los retos de la museografía en el tema ferroviario es que la colección que se resguarda contiene piezas que son especiales, variadas, de gran magnitud y peso, por lo que hay que tener cuidado en su manipulación, señaló Martha Patricia Albores Morales, jefa del departamento de Museología y museografía del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM).
Como parte del proyecto Las mujeres en entorno ferroviario, que impulsa el Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF) a través de la Red Interdisciplinaria de Mujeres del Ferrocarril (Rimfe), la especialista ofreció la primera charla de este año denominada Experiencias museográficas.
La arquitecta de formación con estudios de diseño de interiores que entró al mundo del ferrocarril desde 1988, confió algunas de las anécdotas, experiencias, retos y satisfacciones que le ha llevado la disciplina museográfica, la cual no solo consiste en “montar las piezas” sino en contar una historia.
En conversación con Aída Rangel, del Museo Ferrocarrilero de Aguascalientes y miembro de la Rimfe, recordó que tras su regreso de Estados Unidos, donde estudió y trabajó en la Universidad Estatal de Michigan, ingresó a Ferrocarriles Nacionales al lado de su primer jefe, César Agustín Vergara, quien le enseñó a ver las bellezas de las piezas, del diseño y la parte industrial de las piezas del ferrocarril.
De paso, Albores Morales rememoró que otros ejercicios museográficos iniciales consistieron en hacer stands en congresos y ferias de ferrocarriles, pues en lugar de poner una mesa con un paño y el logotipo de la empresa, ella optaba por montar piezas del ferrocarril que rescataba.
“Cuando entré a ferrocarriles no había quien viera esta parte. En la museografía no había alguien que hiciera las presentaciones de las piezas”, recordó y refirió que entonces montó la que sería su primera exposición, Partes y componentes del ferrocarril, que significó su primer acercamiento a la disciplina.
Entonces, prosiguió, le pidieron que interviniera coches del ferrocarril, que incluso “estaban listos para la chatarra”, que le pedían desmantelara pero que más bien ella rescató, como el Ávila Camacho, que actualmente está en el MNFM. Con esa tarea, llamó la atención de Lorena Cedillo, entonces directora del recién abierto museo nacional, quien buscaba trasladar vagones hacia Puebla, por lo que se convirtieron en “aliadas”.
Ya en el MNFM trabajó al lado de José Antonio Ruiz Jarquín para realizar una exposición siendo ese su “primer contacto serio con la museografía”, con un guión museográfico, una historia que contar y una museografía.
“Las exposiciones tienen que tener una historia que contar: es el guion museológico, el concepto, el mensaje que se quiere enviar, y de ahí con la curaduría, pues no puedes contar todo con texto sino con objetos; depende entonces de esa historia cómo es que se seleccionan las piezas, haciendo ambientaciones”.
Martha Patricia Albores destacó que a lo largo que a lo largo de estos más de 35 años de trabajo, en el MNFM han sido montadas grandes e importantes exposiciones que no solo se han expuesto en el recinto de Puebla, sino en ciudades y espacios –no solo ferroviarios- de San Luis Potosí, Aguascalientes, Coahuila, Ciudad de México y otros estados más.
Como ejemplo, fue Cine y ferrocarril, una exposición extraordinaria montada en el MNFM en 2005 que implicó retos en el montaje por el peso de las piezas que se incluyeron, así como delicadeza con los documentos y fotografías que también formaron parte de la exhibición. Dicha muestra, se mostró luego en San Luis Potosí y en la Ciudad de México, en la Biblioteca Vasconcelos.
Otro ejercicio, refirió la museóloga, fue el proyecto Cambio de vía que al MNFM le ayudó a acercarse de una manera distinta a la colección que resguarda: a través de la mirada de los artistas. Un ejemplo ocurrió en 2006 cuando se trabajó en una exposición de la reconocida Helen Escobedo, que les implicó montar clavos en el techo de la estación principal para que, apoyados por una luz directa, la sombra proyectada fuera la silueta de una locomotora.
Recordó que un momento importante fue el sismo del 19 de septiembre de 2017 que dañó la estructura de la antigua estación, sede expositiva del MNFM, por lo que el trabajo se centró en usar los vagones como espacios de exhibición. “Eso a la gente le gusta, porque es entrar a los espacios. En los vagones estas dentro del tren y es un espacio que no es cualquier museo, es como si fueras en movimiento”.
En suma, Martha Patricia Albores mencionó que son alrededor de 40 exposiciones las que han sido montadas, mismas que se pueden compartir con otros museos y otros públicos, pues éstas ya cuentan con una producción, una investigación, un concepto gráfico y archivos editables, que facilita a los museos no montar desde cero, sino ya con un concepto integrado.
“Más que un reto, ha sido un gusto el trabajar. A donde vamos es un trabajo en equipo que es profesional desde la conceptualización, el guión, la historia que se cuenta, los archivos para las autoridades. Nos da satisfacción que el trabajo del museo se reconozca, el de la museografía, que es la cara que damos, el producto final, pero que lleva una investigación, un guion, una curaduría, un trabajo en equipo”, concluyó la experta.
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