Tamalli. pan de mayz embuelto
en hojas y cozido en olla.
(Molina, 1571)
La fiesta de la Candelaria tiene orígenes muy remotos y diversos, pero en la tradición judía corresponde a la purificación de las mujeres después del parto y en la cristiana, está asociada al pasaje de la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. En ambos casos es la luz –de las candelas– el elemento iconográfico y simbólico que distingue y da nombre a esta celebración.
Se empezó a conmemorar, con carácter mariano, en Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias) a finales del siglo XV, de donde llegó a América y particularmente en la Nueva España su fecha coincidía con el inicio del ciclo agrícola que era celebrado con importantes rituales y que hoy en día sustenta la tradición de algunos agricultores de pueblos del centro de México, quienes llevan a las iglesias sus semillas para que sean bendecidas.
Otra tradición –más reciente y de carácter festivo– se produce en un contexto urbano y consiste en que aquellas personas que encontraron al “niño” en la rosca de reyes el 6 de enero, tengan que ofrecer a los demás tamales y atole precisamente el día de la Candelaria, el 2 de febrero. En este caso el simbolismo original prácticamente ha desaparecido y sólo se trata de desayunar a expensas de los compañeros. Sin embargo, la fiesta es el pretexto ideal para celebrar a la mexicana con “convivios” en las áreas de trabajo y ganarle un poco de tiempo de descanso a la jornada laboral.
Existe en nuestro país una enorme variedad de tamales, pues se trata de una comida típica de diversos grupos culturales y los tamalitos están presentes en muchas celebraciones tradicionales y en la comida de la mañana. No faltan en las esquinas de las ciudades las tamaleras con sus vaporeras y ollas atoleras, sobre braseros, ofreciendo su humeante contenido a los transeúntes quienes hacen “bolita” en torno a ellas para esperar su turno. Algunos, para llenar la tripa, piden su tamal en una torta y se atipujan el denso mazacote, el cual bajan con dificultad por el gaznate, buscando lubricarlo con el champurrado.
He sabido que en Estados Unidos hay tamalerías de “catego” que ofrecen tamales light para quienes no quieren echar más alforzas a la timba. También hay tamales kosher para cumplir con los preceptos alimentarios de las religión judía y la oferta tamalera se diversifica aún más con la propuesta de hacer tamales para veganos, que no son para los nacidos en La Vega, sino para los vegetarianos fundamentalistas; habrá tamales especiales para musulmanes, sin carne de puerco; tamales Gourmet que seguramente serán muy pequeñitos y en algunos casos “deconstruídos” o sea… desmadrados.
Y qué me dicen de los tamales de chapulín que preparan algunos políticos para seguir mamando del presupuesto.
A todas las personas correctas les deseo que tengan una buena celebración de la Candelaria con la tamaliza que les espera, ya que “la luz” tenemos que conseguirla chambeando. ¡No queda de otra!