En los 151 años de vida del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) –surgido en la época del presidente Benito Juárez— pocas veces se había visto la caída de un magistrado presidente como ha sido el caso de Héctor Sánchez Sánchez, quien ayer presentó su renuncia como consecuencia de que le perdieron la confianza en el Poder Ejecutivo, en la Fiscalía General del Estado y hasta entre varios togados del Poder Judicial.
Por lo menos en las últimas cuatro décadas nunca se había visto una salida tan penosa como la de Héctor Sánchez, a quien le faltaban dos años y dos meses para que acabara su segundo periodo como presidente del TSJ.
Hace 4 años, el morenovallista Roberto Flores Toledano renunció a la presidencia del Poder Judicial, pero en aquella ocasión su dimisión se entendió que era parte de un cambio de ciclo. Había terminado el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas, quien trajo a Puebla a dicho personaje y lo encumbró como cabeza del TSJ.
Ahora Héctor Sánchez no se va del puesto porque acabe un ciclo, sino porque ya era escandalosa su gestión. Al revés, estaba a la mitad de su gestión, ya que en enero de 2021 lo habían electo para un segundo periodo al frente del TSJ.
Su súbita renuncia se da porque se tiene la percepción de que con él habría regresado al TSJ el vicio de vender la justicia al mejor postor.
“La gota que derramó el vaso”, sin duda alguna, ocurrió a medidos de septiembre pasado cuando fue liberado Pavel N por decisión de un tribunal local. Este hombre era el único detenido por el asesinato de Meztli Sarabia Reyna, la hija del líder y fundador de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre, Rubén Sarabia Sánchez, alias Simitrio.
No fue un asunto menor: el caso de Meztli Sarabia es el asesinato político más grave del morenovallismo y el poner en libertad al único detenido por este asunto, parecería ser una operación para evitar que la pista de este crimen llegue al ámbito de los grupos políticos del morenovallismo y el galismo.
El homicidio de Meztli Sarabia aconteció en junio de 2017, cuando Gali Fayad era gobernador de Puebla y no es ninguna coincidencia que, la carrera política-judicial de Héctor Sánchez nació directamente por obra y gracia de José Antonio Gali, quien primero lo colocó como síndico del ayuntamiento de Puebla y luego lo llevó de la mano al Tribunal Superior de Justicia.
Por esa razón la interpretación que hubo en diferentes círculos políticos es que la liberación de Pavel N pareciera ser el intento de evitar que las pistas del caso de Meztli Sarabia llegue a quienes fueron integrantes de los gobiernos de Rafael Moreno Valle Rosas y José Antonio Gali Fayad, que tenían una unidad orgánica.
Antes del caso de Meztli Sarabia, había otro fuerte escándalo que involucraba a la familia del exgobernador Gali Fayad.
Uno de los hijos del exmandatario ganó la disputa de un predio, donde se asienta la agencia de autos Automotriz Fórmula Angelópolis, y el perdedor de ese juicio fue José Layón Aarún, el hermano de Norma Layón, la edil de San Martín Texmelucan.
Al parecer, por la influencia de su hermana, el empresario José Layón llevó su queja ante altas instancias políticas de Puebla para exponer que había perdido el litigio no por carecer de argumentos jurídicos a su favor, sino porque habría existido un tráfico de influencias a favor de la familia Gali.
Otro caso grave es el del magistrado Jared Albino Soriano Hernández, quien fue pillado en una grabación al parecer recibiendo órdenes y un soborno de Eukid Castañón Herrera, el principal operador político del morenovallismo y quien se encuentra preso por diversos delitos, siendo uno de ellos el de extorsión por el que recientemente fue sentenciado a 7 años de cárcel.
Actualmente hay una investigación en curso contra Jared Albino Soriano Hernández, pero el malestar por este caso recayó en contra de el presidente del TSJ, quien es visto como un personaje que tiene un pie dentro de la 4T y el otro pie del lado de los intereses del morenovallismo.
Lo de Héctor Sánchez es un caso muy peculiar: sorteó las diferencias políticas, ya que logró saltar del grupo del exmandatario José Antonio Gali Fayad y obtener un buen acomodo en el círculo del actual gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.
Sin embargo, lo que no pudo librar fueron los escándalos de tráfico de influencias que toleró en los últimos meses.