La artista Dulce Pinzón hizo una nueva versión de Generosity. En la terraza del Museo Amparo realizó una intervención espacial que fue también un acto reflexivo, una acción política y una retribución hacia la Tierra. Esta vez, con la Catedral de Puebla como fondo, escribió “Wey, usando unicel”, una frase realizada a partir de vasos desechables de material ecológico con la que hace un llamado urgente para que de manera cotidiana sean intercambiado los productos desechables hechos a partir de este material que daña la salud y el medio ambiente.
La intervención formó parte de este proyecto que propone una acción artística: el armar frases contundentes, retadoras, transgresoras y directas que interpelan la atención del ciudadano sobre el consumo exacerbado del unicel, un material que se usa de dos a cinco minutos y tarda en deshacerse –más no en degradarse– hasta mil años.
Luego de una primera versión realizada en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, aquí en Puebla, en donde dejó escrito el enunciado “No manches con el unicel”, la artista Dulce Pinzón, su equipo de colaboradores y ciudadanos de a pie ocuparon la terraza del Museo Amparo.
Momentos antes, la becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y la gestora Marisol Castañeda, hablaron sobre este proyecto que al final buscará un cabildeo con el Estado en torno al uso desmedido de los materiales plásticos que dañan el medio ambiente y la salud, particularmente el unicel.
Generosity, explicaron, es un proyecto que envuelve tres aspectos: el crear estas escenas en espacios abiertos y públicos con una intervención que alcanza grados poéticos; el regalar una limpieza visual a los espectadores con la gestión de estos espacios; y el crear escenas con la comunidad para lograr los mecanismos que, a mediano plazo, permitan un cabildeo político que permita fraguar legislaciones que posibiliten un intercambio gradual del consumo del unicel por otros materiales biodegradables.
Abundaron que las frases son como gritos que ocupan los espacios públicos para alertar, concientizar y provocar un cambio en el consumo de este material plástico del cual se producen 160 mil toneladas de manera anual, lo que equivale a llenar 22 veces el estadio Azteca.
Por tanto, las piezas de Generosity tienen como base un conjunto de vasos elaborados a partir de almidón de papa y elementos botánicos, los cuales se degradan en el ambiente entre 90 y 240 días.
Los actos y las piezas mismas son efímeras por lo cual, el equipo integrado por Cecilia Bilbao, Raynel Ramírez, Sol Castañeda, Raquel Rodríguez, Miguel Ángel Rivera y María Coutinho realiza un registro de documentación; posteriormente, el material formará parte de un cortometraje.
Con dicho ejercicio, Dulce Pinzón se abre al cine lo que significa “una revelación y una confrontación”. Asimismo, se propone como una forma de “viralización” de la imagen distinta a la fotografía, ya que el cine que puede tener mayores alcances. Próximamente se verá un adelanto en el Museo de Queens, en Nueva York.
Destaca que Generosity tiene su inspiración en la Babemba, una tradición conservada por una tribu sudafricana que funciona como un mecanismo social para regenerar ciertos aspectos de la criminalidad.
En ella, abundó, el hombre o mujer que comete un acto contrario a la norma social es conferido a un espacio solitario para que luego, en una especie de caravana, cada miembro de la comunidad le exprese alguna de sus virtudes. Se trata de darle ánimo para que su espíritu se enaltezca y se reintegre nuevamente a la tribu.
A partir de este hecho la artista realizó una analogía: la manera en que la Tierra, pese a las continuas acciones negativas que el hombre realiza, se regenera y “actúa con generosidad” proveyendo de alimentos y servicios naturales.