Integrantes de la Red Plural de Mujeres y Esperanza González, madre de una de las presuntas víctimas, han acusado al diácono Gerardo Espinosa Rubí de haber abusado de por lo menos 10 menores de edad en 2021, cuando prestaba sus servicios en la parroquia de Aquixtla, aunque los padres de los otros niños, por temor a ser víctimas de más agresiones, no presentaron denuncias ante la Fiscalía General del Estado (FGE). Exigieron a las autoridades judiciales una sentencia condenatoria para quien violentó sexualmente a niños de la comunidad y que si bien fue aprehendido el 27 de octubre de 2021, fue posteriormente liberado en julio de este año para seguir el proceso en libertad.
Situación que se modificó debido a que el hecho fue denunciado en una de las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo que se giró una nueva orden de aprehensión en contra de Gerardo Espinosa y fue detenido nuevamente.
La Red Plural de Mujeres denunció en su momento que el juez Aarón Hernández Chino había dejado en libertad al menos a siete hombres acusados de abuso sexual contra menores, previo al del diácono que prestaba sus servicios en el templo Padre de Jesús en Aquixtla, ubicado en la Sierra Norte de Puebla. Advirtiendo que el juez debió haber desechado los amparos, porque el criterio jurídico obliga a que se garantice el interés superior de la niñez y se impusiera una pena conforme a los elementos probatorios del abuso.
México cuenta con una larga historia de pederastia por parte de miembros de la Iglesia, donde según la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), 426 sacerdotes han sido investigados en la última década pero en la mayoría de ellos las denuncias no prosperan debido al contubernio de los que tienen que impartir justicia con la iglesia, dejando en el desamparo a las víctimas y permitiendo la impunidad de los agresores.
En Puebla, uno de los casos más graves fue el de Nicolás Aguilar, quien fue señalado por abusar sexualmente de casi 90 niños en México y Estados Unidos a finales de las décadas de los ochenta y noventa y que bajo la protección de las Arquidiócesis de México y de Los Ángeles y con la ayuda del exarzobispo de México Norberto Rivera, hasta ofició misas en municipios de la Mixteca poblana, quedando en la impunidad sus abusos.