En esta colaboración haré una excepción, y no comentaré, algún tema que tenga que ver con Puebla, pero sí creo que el que abordaré es de interés general, por su connotación en la conciencia de todos. Me refiero a la liberación del creador de Wikileak, Julian Assange.
Fueron catorce años de persecución del gobierno de Washington, que lo obligaron a permanecer siete años en la embajada ecuatoriana en Gran Bretaña, gracias al asilo otorgado por el presidente Rafael Correa y después su reclusión en la cárcel londinense de Belmarsh, de donde salió el este lunes 24 de junio.
La presunta afrenta cometida por Assange, fue la publicación en su portal mostrando miles de evidencias de la participación norteamericana en Afganistán e Irak, lo cual incomodó a la oligarquía norteamericana, que buscó su extradición a Estados Unidos, para ser juzgado ahí, con la posibilidad de ser condenado, incluso, a muerte por traición en hechizas formaciones judiciales a la manera de Sacco y Vansetti y el matrimonio Rosenberg, ejecutados en los veintes y cincuentas del siglo pasado, respectivamente.
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En realidad, Assange evidenció al gobierno norteamericano en cuanto a su doble moral, su afán belicoso, invasor y de intervención en países soberanos. Su proclividad a la violencia y a la agresión armada, sin respeto a los derechos humanos, tal como lo están haciendo como cómplices en el genocidio que Israel está provocando en tierras palestinas.
Pero también, la práctica informativa promovida por Assange a través de WikiLeaks, fue una expresión de la defensa de la libertad de expresión, del derecho a la información, a la transparencia, pero sobre todo para conocer la verdad y no ocultar al mundo nada. Todos tenemos el derecho a conocer la verdad, saber cómo suceden en realidad. Ese fue el delito de Julian Assange.
No por nada a nivel internacional se generó y mantuvo por años, un amplio y creciente movimiento de solidaridad con Assange, que incluyó personajes como el mismo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien exigió en todo momento su no extradición, enjuiciamiento e inmediata liberación, como finalmente ocurrió.
Assange se convirtió en un símbolo internacional en la lucha por defender la libertad de expresión, pero también en víctima del autoritarismo del imperialismo norteamericano y sus aliados. De ahí el eco que produjo, como para generar un masivo movimiento, que se manifestó de muy diversas formas.
La tozudez y vista ciega del gobierno de Washington tuvo que ceder finalmente, rasgo inusual en él (que para algunos analistas internacionales tiene una explicación electoral, a algunos días que se llevase a cabo el debate entre Biden y Trump), reduciendo significativamente los 17 cargos impuestos al informador australiano, a uno solo, con lo cual se logró su liberación, después de acudir a una Corte norteamericana en las Islas Marianas, a un paso de su país, Australia.
Finalmente, tampoco podemos desvincular la influencia que Julián Assange y sus prácticas informativas, pudieron haber tenido en los procesos democratizadores en algunos países del mundo, donde sin duda no podemos excluir a México.
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