México se ha convertido en un país que le ha negado el futuro a las nuevas generaciones. Esto no es una apreciación puramente subjetiva. Hay datos duros que así lo confirman: a) según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dos de cada tres asalariados de entre 15 y 29 años trabajan en México en condiciones de precariedad, tienen los salarios más bajos, carecen de contratos y no tienen cobertura de seguridad social, por lo que son la población asalariada más vulnerable del país; b) según los siniestros datos de la Secretaría de Gobernación, los gobiernos de Peña y Calderón suman ya 234 mil muertos y entre el 2013 y 2016, 31, 357 asesinados eran jóvenes. Por otro lado, del sexenio de Calderón a la fecha, la SEGOB reconoce 37, 435 desaparecidos, de los cuales, 6 de cada 10 son jóvenes. La Red por los Derechos de la Infancia de México (Redim) ha revelado que producto de la violencia generalizada, estamos ya frente a la cifra de al menos 30 mil huérfanos en todo el país, mientras que la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Cámara de Diputados ha calculado al menos 40 mil. Esto es sabido a nivel internacional. Por ejemplo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha señalado que al menos 30 mil menores de edad están en riesgo expuesto de ser cooptados por el crimen organizado para realizar actividades como extorsión, tráfico de personas, robo y narcotráfico.
Frente a este desolador escenario, Andrés Manuel López Obrador ha señalado con insistencia que será una prioridad de su gobierno la atención a los más de 30 millones de jóvenes, principalmente a quienes carecen de oportunidades de educación y empleo digno. Como parte sustancial de su plataforma de gobierno, se implementará el programa “Jóvenes construyendo el futuro”, que dependerá directamente de la oficina de la Presidencia de la República, con el objetivo de que quienes no lo han hecho, concluyan sus estudios de educación básica, se incorporen a la media superior y superior y además reciban capacitación y certificación para el trabajo. Contará con 108 mil millones de presupuesto anual y buscará la mezcla de recursos con los tres niveles de gobierno, instituciones académicas y la iniciativa privada.
Este programa atenderá a aproximadamente 2 millones 600 mil personas de los 32 estados y tendrá seis componentes que permitirán dirigir las acciones y los recursos de acuerdo a la diversidad de la juventud mexicana: 1) “Jóvenes reconstruyendo el campo”, que tendrá una cobertura para un millón de jóvenes que viven en zonas rurales y que desean desarrollarse laboral y profesionalmente en este ámbito; 2) las “Brigadas de acción comunitaria”, que estarán integradas por más de 800 mil jóvenes que participarán en diversas acciones en beneficio de su comunidad, como protección civil, limpieza y saneamiento, recuperación de espacios públicos y alfabetización; 3) “Jóvenes por la esperanza”, que buscará incorporar a 225 mil jóvenes al año para participar en actividades artísticas, como promotores del deporte y de la cultura de paz; de la salud sexual y reproductiva y de la prevención contra la violencia de género; 4) “Jóvenes + x venir”, que tendrá millones de beneficiarios que no han logrado una oportunidad de trabajo, vinculándolos con la iniciativa privada, particularmente con las empresas pequeñas y medianas que serán invitadas a fungir como tutores de estos jóvenes, principalmente en actividades económicas, agropecuarias, pesqueras y turísticas; 5) “Emprende”, para apoyar anualmente a 200 mil jóvenes interesados en iniciar un negocio o actividad económica y que requieran herramientas para desarrollar su plan de negocio e iniciar su empresa; 6) “Jóvenes becarios”, que apoyará a los estudiantes de educación superior para vincularlos con el servicio público. Este componente busca integrar a por lo menos 50 mil alumnos o recién egresados de las escuelas de educación superior, menores de 30 años, interesados en participar en prácticas profesionales y como becarios en el servicio público. Para ello, el Proyecto de Nación 2018-2024 se ha inspirado en las experiencias exitosas de varios países europeos y latinoamericanos como el “ProJovem” en Brasil, “Jóvenes con más y mejor trabajo” de Argentina y “Jóvenes en Acción” de Colombia, entre otros.
Los jóvenes mexicanos tienen claro que la presidencia de AMLO es la única alternativa para empezar a salvar al país de la barbarie. Esto se expresa en la fuerte presencia que tiene su candidatura entre la juventud, infinitamente más amplia que la que tienen Anaya o Meade: la mayor preferencia electoral de AMLO se ubica precisamente entre los 18 y 37 años de edad, lo que significa que los jóvenes votarán no por el candidato más joven, sino por el que tiene 64 años. Hay muchas razones para explicar esto pero una sin duda fuerte y poderosa es que los jóvenes saben que si acaso los detractores de Andrés Manuel tuviesen razón, ellos ya no tienen nada que perder, pues el PRI y el PAN ya les han arrebatado todo.
Otro fenómeno sociopolítico de suma importancia que ilustra de manera contundente la presencia de AMLO entre la juventud mexicana, es el conjunto de simulacros electorales que se realizaron el 17 de mayo en instituciones educativas como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Autónoma de Chapingo, en las que participaron alrededor de 9 mil 519 estudiantes y un 70 por ciento votó por López Obrador. En el Colegio de México, que es una de las instituciones académicas más prestigiosas del país, con una amplia trayectoria en investigación científica y en estudios de posgrado, Andrés Manuel obtuvo el 82.1% de las preferencias, Anaya solo 10% y José Antonio Meade y el Bronco, empataron con apenas el 2.6% de los resultados.
Una buena parte de la juventud que hace seis años formó de manera entusiasta y utópica el Yosoy132, hoy día forma parte de las brigadas que se han integrado a MORENA y que activamente promueven la transformación pacífica de nuestro país, pues han encontrado en este movimiento político-electoral un instrumento para lograr un fin superior: desterrar el México de la desigualdad, de la violencia y de la corrupción. En unas cuantas semanas asistiremos a la apertura de una etapa de esperanza para la juventud mexicana que no solo saldrá a votar para poner fin al viejo y caduco régimen, sino que será protagonista de un proceso histórico de una trascendencia fundamental no solo para nuestro país, sino para América Latina en su conjunto.
Milton Gabriel Hernández García. Antropólogo.