“Tan solo por Nuestro Sustento,
Tonacáyotl, el maíz, subsiste la tierra, vive
el mundo, poblamos el mundo.
El maíz, Tonacáyotl, es lo en verdad
valioso de nuestro ser”
Códice Florentino
Como escribí anteriormente, el maíz es un alimento fundamental, omnipresente en prácticamente todo el territorio de nuestro país. Con él se realizan infinidad de preparaciones alimenticias que forman parte de la dieta diaria la cual se encuentra dispuesta en las mesas de la mayoría de la población. Esta planta con significados que exceden su condición alimentaria tiene una larga historia que, de acuerdo con algunos investigadores, sobrepasa los 10 mil años de antigüedad y no es un vegetal estrictamente natural, sino que existe una intervención decisiva del ser humano en la selección y desarrollo de las plantas cultivadas cuyo origen silvestre es importante conocer para procurar la conservación y el mejoramiento genético en los escenarios naturales de donde surgieron. Se estima que solo en México existen 65 razas diferentes de maíz y entre 220 y 300 razas en el continente americano.
Esta historia comienza, como dije antes, muchos años atrás en algunos lugares del territorio que hoy es México, cuando los primeros agricultores comenzaron a seleccionar y a domesticar las plantas que les eran útiles, principalmente aquellas que constituían su alimento. Existen en el mundo algunas regiones en las que estos mismos procesos se produjeron como el suroeste asiático con la domesticación del centeno, el trigo, la cebada y el chícharo; el sureste asiático con el plátano, la caña de azúcar, el ñame[1] y el arroz; Asia Central con el trigo; China con la soya, el mijo y el arroz; el Mediterráneo con la avena; Abisinia con cebada, trigo y mijo; Norteamérica con el girasol; los Andes con la papa y la quinua; Colombia con la yuca y Mesoamérica con el maíz, frijoles, chiles y jitomates, entre otros. Estos sitios se han denominado “Centros de origen” o “Centros Vavílov”[2]. El doctor Eckart Boege ha señalado que:
“México es un país megabiodiverso, multicultural y centro de origen —de la domesticación— y diversificación genética de 15.4% de todas las especies que constituyen el sistema alimentario mundial; esto se debe a la persistencia de los sistemas agrícolas tradicionales, en donde se cultiva germoplasma nativo, principalmente en el territorio de pueblos indígenas y comunidades campesinas.”[3]
¿Tehuacán cuna del maíz?
Se ha acudido a la arqueobotánica y a la paleoecología para obtener muestras del maíz halladas en contextos arqueológicos que puedan ser fechadas directamente sin necesidad de obtener carbón relacionado con los especímenes analizados, los cuales han sido estudiados mediante modernas técnicas de análisis cuantitativo como la espectrometría de masas con la cual se han obtenido resultados más precisos acerca del origen, la antigüedad, diversificación y distribución del maíz cuyos resultados han modificado propuestas anteriores. En un artículo realizado por un grupo de investigadores y publicado en 2001 en la revista Anales de Antropología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam[4] se dan a conocer los nuevos datos de los sitios ya estudiados de Tamaulipas, Oaxaca y Tehuacán con el consiguiente cuestionamiento de aquellas referencias que se dieron a conocer originalmente. Así, “… los especímenes de las cuevas de Coxcatlán y San Marcos del Valle de Tehuacán eran posiblemente entre 800 y 2300 años más recientes de lo que se suponía”[5]. Se ha reconocido que el “teocintle” (planta silvestre que aún existe) es el ancestro del maíz que se ha venido cultivando a lo largo de miles de años
De niño crecí con la idea de que, en algunas cuevas de mi terruño, la risueña población de Tehuacán, se habían encontrado los restos del maíz más antiguo y así el origen de la agricultura en Mesoamérica, datado en 3 mil años antes de nuestra era, pero ahora se ha considerado un origen multicéntrico, simultáneamente en diversas regiones, y no el de un lugar específico. En el documento Origen y diversificación del maíz. Una revisión analítica, los autores de dicho estudio “se inclinan por la hipótesis del origen multicéntrico debido a que desde el punto de vista morfológico, citológico y molecular se explica mejor el origen y la diversificación del maíz. El origen unicéntrico es una explicación limitada, considerando que los procesos evolutivos son complejos y multidimensionales.[6]”
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Los dioses del maíz
El doctor Enrique Florescano, acucioso investigador dedicó muchos trabajos a los dioses y héroes de la antigüedad mesoamericana y entre ellos destaca para este tema el mito del dios del maíz, título de un apartado de su libro Dioses y héroes del México antiguo en cuyo inicio nos dice: “El relato del nacimiento, muerte y resurrección del dios del maíz es el mito más antiguo y extendido en el territorio mexicano”[7]. Su origen se encuentra en la época en que se produjo la domesticación de la planta, hace unos 5 mil años. Es entre la cultura olmeca, la más antigua de Mesoamérica, cuando aparecen representaciones del dios maíz acompañadas de ofrendas a dioses agrícolas. Algunas imágenes esgrafiadas representan diferentes momentos del desarrollo del maíz, desde los granos hasta la planta adulta y en particular, las imágenes de las mazorcas, se muestran reiteradamente en piedra y en otros materiales. Estas imágenes pasan a otras culturas y particularmente los mayas las adoptan como es el caso del sitio arqueológico de San Bartolo en el Petén guatemalteco en cuyas pinturas murales se muestra la veneración a este dios[8].
La complejidad de las mitologías mexica y maya —de las cuales existe mayor información —hace muy difícil establecer para este texto los atributos, las fiestas, el desempeño, la vinculación de los dioses del maíz y de la fertilidad con otros dioses y entre sí. Como ejemplo, en la parte central de México, tenemos a Centeotl (náhuatl. centli=mazorca y teotl=dios), dios dual cuya identidad femenina es Centeocíhuatl= “señora del maíz” o Chicomecóatl= “siete serpientes”, que eran los protectores de la planta y tenían su fiesta en el Hueytozoztli correspondiente a un periodo entre los meses de abril y mayo, fecha que coincidía con las mazorcas tiernas del maíz de riego por lo que se veneraba en las mismas fechas a Xilonen=“la de los cabellos” (“jilote”) que en sus representaciones escultóricas lleva en las manos una doble mazorca de maíz. Los Cinteteo, ayudantes de Centéotl, están identificados con los colores de los granos.
Según el mito, Quetzalcóatl transformado en hormiga, robó el maíz a los dioses del inframundo para obsequiarlo a los hombres y de esta manera el dios es también el protector de las milpas. Tláloc, además de ser el dios de la lluvia entre los pueblos del Altiplano Central de México, estaba relacionado con la agricultura y la fertilidad ya que se le representa con mazorcas.
Entre los mayas, las deidades identificadas con el maíz aparecen en diversas representaciones hechas en piedra, cerámica y en los códices, distinguiéndose por la asociación con las hojas de la planta y los granos y es en fecha relativamente reciente que se ha propuesto el nombre de Hun Nal Yel que se ha identificado con Hun Hunahpu, padre de los dioses gemelos Hunahpu e Ixbalanqué del relato quiché Popol Vuh que, nos dice que los Primeros Creadores, Tepeu y Gucumatz, después de varios intentos fallidos lograron crear al hombre de maíz, cuyas mazorcas blancas y amarillas fueron llevadas por el gato montés, el coyote, la cotorra y el cuervo; fue entonces que el grano entró a formar parte de la carne y de la sangre de los humanos. El “nene semilla” —con características de jaguar— era hijo del dios Itzamná y una mujer casada llamada Wayaab. Al enterarse el marido del adulterio, arrojó al nene al interior de la montaña Pa’axil y Yax Ha’al Chaahk, deidad de la lluvia, abrió la montaña con su hacha para recibir al bebé y así inició la travesía del Dios del Maíz hacia el inframundo.[9]
¿Será que poco veneno no mata?
La ingeniería genética es una disciplina muy joven, pero muy exitosa en cuanto a la modificación de plantas y animales para para crear plantas con mayor resistencia a factores biológicos, climáticos, geológicos, pero también a los herbicidas químicos. Para el capitalismo estos nuevos conocimientos son una gran revelación de la aplicación de la ciencia a los negocios, aunque no garanticen necesariamente el bienestar de las personas. Las grandes empresas que producen estos cambios profundos en los organismos vivos siempre declaran que su intención es crear bienestar y contribuir a la alimentación del planeta, pero… hay un largo pero que algunos científicos y ambientalistas tratan de investigar para probar que esas alteraciones a la genética de los vegetales y animales pueden generar a mediano y largo plazo efectos nocivos en la salud de quienes los consumen. En 1982 se inicia esta aventura que algunos defienden y otros combaten ardorosamente.
La Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, reformada en 2022, en sus artículos 2 fracción xi y 86, 87 del Título cuarto, que se refieren a los centros de origen debe ser continuamente revisada, a la luz de los estudios científicos, para que la semarnat y la sagarpa adopten las medidas necesarias para garantizar la debida protección de estos lugares que conservan una gran riqueza del germoplasma[10] del maíz, producido y mejorado por los agricultores mexicanos por miles de años en beneficio de nuestro país y del mundo, dado que este cereal es el de mayor producción a nivel global y es por esta razón que todo el maíz que existe en el mundo es resultado de las selecciones prehispánicas e históricas de Mesoamérica.
El Decreto de Andrés Manuel López Obrador respecto de la prohibición a la importación de maíz transgénico (febrero de 2023) suscitó una controversia en el marco del t-mec, por lo que Estados Unidos y Canadá propusieron la celebración de paneles en los que se ha presentado evidencia científica acerca de la probable afectación a la salud humana y animal debido a productos transgénicos, especialmente para el caso del maíz. Numerosas comunidades científicas y organismos de diversos países fueron consultados acerca de este tema y todas coinciden en que a la fecha no existe prueba alguna de que los transgénicos produzcan daños. Tal vez sea necesario “echar los granos de maíz” para predecir el futuro que nos espera en este asunto.
En relación al maíz, la académica de la Universidad Iberoamericana, la Dra. Ruth Pedroza Islas señala que no ha podido ser demostrado el daño a la salud humana en 28 años del uso de esta planta genéticamente modificada. Agrega que el ser humano ha seleccionado y modificado las plantas a través de cruzas manuales y que este proceso es equivalente a la modificación que la tecnología aplica a los vegetales. Los cultivos tolerantes al glifosato y a algunas plagas son los más extendidos y este herbicida de Monsanto es altamente tóxico. La investigadora de la universidad Veracruzana, Martha Cristina Daniels Rodríguez, afirma que aún no existen pruebas de la afectación a la salud humana. La ingeniería genética es una herramienta importante para la medicina y otras áreas de la investigación, pero esta se realiza en ambientes limitados y controlados en un laboratorio, pero no abiertos al público.
Sin maíz no hay país
Recordemos el movimiento social, en 2007, que dio origen a la campaña que creó la expresión “sin maíz no hay país”, frase que hoy todo mundo emplea sin profundizar en su origen y en su contenido. México importa regularmente de Estados Unidos una gran cantidad de maíz; solo en el 2023 el volumen fue de 19.5 millones de toneladas métricas y para esta fecha hemos alcanzado los 20.4 millones. Buena parte de este grano es transgénico y se manifiesta en los productos derivados. En un estudio realizado por el Instituto de Ecología y del Centro de Ciencias de la Complejidad, ambos de la unam, y encabezado por la doctora Elena Álvarez- Buylla Roces se reveló que el 90% de las tortillas contienen secuencias de maíz transgénico y que “en las tostadas, harinas cereales y botanas hechas a partir de maíz, el nivel de transgénico es del 82%.”[11] De manera que la invasión de transgénicos se ha ejecutado y queda solo esperar qué sucederá para los mexicanos cuyo consumo de maíz para la alimentación es diez veces superior a la de los ciudadanos estadunidenses. No hay que perder de vista que existe una concentración en la producción y comercio de semillas a nivel mundial, así como de la investigación agrícola y que son unas pocas y grandes empresas trasnacionales las que cubren gran parte del mercado mundial y patrocinan “generosamente” a la investigación científica que curiosamente no ha reparado en el surgimiento de super plagas y super malezas resistentes a herbicidas. De manera que está muy claro a quienes beneficia este asunto.
Cuatro milpas tan solo han quedado
de aquel rancho que era mío
Ay, ay, ay, ay
De aquella casita tan blanca y bonita
lo triste que está.
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[1] El término ñame (del fulani, nyami, comer). Los fulanis son un grupo étnico distribuido por todo el continente africano. De piel color caoba claro, su complexión espigada, la nariz recta o aguileña (jamás achatada), los ojos almendrados y el pelo fino, no tan crespo como las tribus vecinas.
[2] Fernández Sanmartín, Ernesto. Vavílov y las plantas cultivadas. “Nikolái Ivánovich Vavílov fue uno de los científicos más destacados del siglo XX, biólogo y especialista en Genética, pero a la vez geógrafo, agrónomo y mejorador vegetal. Recorrió gran parte del mundo y recolectó la mayor colección mundial de especies y variedades vegetales.” [Recurso digital consultado: abril de 2021]. https://www.redalyc.org/pdf/644/64412119004.pdf
[3] Boege, Eckart. (2009) “Centros de origen, pueblos indígenas y diversificación del maíz”. En Revista Ciencias, Núm. 92 – 93, octubre-marzo, 2009, p. 18-28 Universidad Nacional Autónoma de México. [Recurso digital consultado: febrero 2020]. https://www.redalyc.org/pdf/644/64412119004.pdf
[4] McClung de Tapia, Emily. Diana Martínez Yrizar et all. “Nuevos fechamientos para las plantas domesticadas en el México prehispánico”. En Anales de Antropología. Vol. 35, 2001. [Recurso digital consultado: junio de 2017]. https://www.academia.edu/71013925/Nuevos_fechamientos_para_las_plantas_domesticadas_en_el_México_prehispánico
[5] Ibidem
[6] KATO, T.A., C. MAPES, L.M. MERA, J.A. SERRATOS, R.A. BYE. 2009.
Origen y diversificación del maíz: una revisión analítica. Universidad Nacional Autónoma de México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad [conabio]. 116 pp. México, D.F. [Recurso digital consultado: diciembre de 2022]. https://www.biodiversidad.gob.mx/publicaciones/versiones_digitales/Origen_deMaiz.pdf
[7] Florescano, Enrique. “El mito del dios del maíz” p. 71-92. En Dioses y héroes del México antiguo. México: Ed. Taurus, 2020.
[8] Urquizú, Mónica/ Heather Hurst. “Las pinturas murales de San Bartolo: una ventana al arte y cosmovisión del hombre prehispánico” 2003. En XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), p.325-334. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala. [Recurso digital consultado: marzo de 2018]. http://www.asociaciontikal.com/wp-content/uploads/2017/01/30.02-Monica-Urquizu-en-PDF.pdf
[9] Regueiro Suáres, Pilar. “Morir y renacer: el mito del Dios del Maíz entre los mayas prehispánicos”. Publicado por el Archivo de la Provincia Agustiniana de Michoacán (6 de mayo de 2021).
[10] “El concepto de germoplasma se utiliza comúnmente para designar a la diversidad genética de las especies vegetales, silvestres y cultivadas, de interés para la agricultura y, en ese caso, se asimila al concepto de recurso genético.”
[11] “90% del maíz de las tortillas en México es transgénico: Académica de la unam”. [Recurso digital consultado: marzo de 2020]. https://www.fundacionunam.org.mx/unam-al-dia/90-del-maiz-de-las-tortillas-en-mexico-es-transgenico-academica-de-la-unam/