Cartas a Gracia
La saturación de información que requieren las autoridades educativas federales y locales Gracia, tiene a supervisores, personal directivo y docente, a madres, padres de familia, niñas, niños y adolescentes, al borde de “un ataque de nervios”; sin que quienes conforman la estructura de mando tengan claro, que cuando implementan las instrucciones de sus jefes inmediatos a raja tabla, violan derechos humanos y laborales de terceros perjudicados. No obstante pandemia y crisis económica, “la burocracia administrativa” de las Secretarías de Educación pierde la perspectiva, convirtiendo a los supervisores, en espías del quehacer de los docentes tanto de las escuelas públicas como privadas, a quienes les han perdido confianza; vigías y delatores pa’ acabar pronto.
No obstante, la falta de confianza de las autoridades educativas rebaza el ámbito del personal docente y alcanza, también, a los mandos medios que se desempeñan al frente de las supervisiones escolares, incluidos sus apoyos técnico-pedagógicos. Trabajadores de la educación que guardan una doble figura profesional; pues son, al mismo tiempo, personal de confianza y, trabajadores que forman parte de la plantilla laboral sindicalizada. Alcanza también a las plataformas de consorcios internacionales con los que la dependencia firmara acuerdos para desarrollar la primera etapa del programa Aprende en Casa; al mismo tiempo que desconocen la instrucción oficial que basa la segunda etapa del programa de referencia, mediante las clases impartidas por televisión y en cadena nacional.
Les pierden la confianza. De otra forma, no se podría explicar que las direcciones del nivel exijan a las supervisiones escolares se conviertan en censores de las actividades que, de manera habitual, realizan directoras y directores de los planteles escolares lo mismo que las maestras y maestros que se desempeñan frente a grupo. Las instrucciones se dictan para cumplirse, faltaba más -pensarían los directores de nivel-: “Deben revisar cuadernillos, indicaciones y sugerencias” y, para que conste que hacen lo que se les manda, deberán acompañar la constancia de cumplimiento “con una captura de pantalla en la que aparezca el supervisor observando la clase”, sin importar lo que dicte la ley que obliga a la protección de datos y se violen derechos humanos.
De la misma manera e ignorando compromisos signados entre el titular de la oficina educativa y el consorcio Google para el uso de algunos de los recursos creados por la transnacional de la informática, mediante los que la empresa proporciona la plataforma Google Classroom, permitiendo el intercambio de datos entre el profesorado y el alumnado y, de la misma manera, el uso de la plataforma Google Meet, que permite se impartan clases mediante la transmisión de imagen y sonido en tiempo real, recursos que podrían ser usados con carácter gratuito por lo menos hasta el 31 de diciembre del 2021. Y, como si todas y todos los actores del sector educativo por el simple hecho de estar a resguardo en casa, no tuviesen nada que hacer, a algún brillante estratega miembro de la burocracia administrativa, se le ocurrió ignorar el mandato de los altos mandos y substituir las plataformas en uso para que se les reemplace por la plataforma Nearpod; “herramienta web/app que te permite crear presentaciones interactivas, una presentación que incluya actividades como cuestionarios, encuestas y actividades, donde el profesor/presentador tiene el control y mueve la presentación”, reza su definición. Plataforma en la que las y los docentes al frente de los grupos virtuales, deberán subir con regularidad, la planeación semanal de las diferentes asignaturas de las que niñas, niños y adolescentes (NNA) podrían obtener los saberes esperados, ignorando que la planeación podría subirse a Googlee utilizando el recurso Google Drive, que permitiría “crear carpetas para almacenar y subir archivos de cualquier tipo”.
Los expertos en el aprendizaje de las TICs, informática y docencia podrían argumentar que una plataforma u otra podrían ser mejores que otras y tener mayor ventaja sobre su uso o el de otras herramientas; sin embargo, suspender medios días de clase para que supervisores -que requieren capacitación- se dediquen toda una semana a capacitar al personal directivo y docente en el uso de una nueva herramienta, alienta la suspensión de dos horas diarias de clase, para que, en sesión del Consejo el Técnico, el supervisor les instruya en detrimento del alumnado, o bien, sesionar a contraturno, violando derechos humanos, al obligarles a participar en reuniones que se realizan en horas no laborables de acuerdo a su contrato de trabajo. Tiempo en el que de por sí, realizan actividades con sus alumnas y alumnos al margen de su horario laboral con las consecuencias de salud que pronto se manifestarán, si no es que ya lo hacen.
Mientras que “algunas autoridades o mandos medios y superiores” les obligan a dar la cara -como sería el caso que te platico en esta carta Gracia-, y a pesar de no ser expertos en el uso de plataformas, las y los supervisores reciben muestras de enojo y malestar, cuando comunican al personal docente que habían seleccionado para video gravar algunos temas seleccionados, las gracias por participar “pues no habían sido seleccionados”, a pesar del arduo trabajo realizado, pero no pagado. Total, que mientras las autoridades educativas insisten en sus ocurrencias, quienes se desempeñan en las supervisiones escolares no quedan bien ni con dios ni con el diablo.