La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que la proporción de habitantes que se sienten inseguros en la ciudad de Puebla ha crecido; mientras en marzo de este año 72.3 por ciento de habitantes de 18 y más años de edad percibían a la capital poblana como insegura, para junio llegó a 76.7 por ciento. Los resultados de la misma, difundidos ayer, arrojan que casi ocho de cada 10 personas no se sienten seguras de radicar en el municipio de Puebla.
La percepción de seguridad, como lo conceptualiza el Inegi, es la sensación que tiene la población de ser víctima de algún hecho delictivo o evento que pueda atentar contra su seguridad, integridad física o moral, vulnere sus derechos y la conlleve al peligro, daño o riesgo.
Llama la atención que en Puebla el grueso de su población se sienta más insegura que en zonas de recurrente violencia como Acapulco y en Reynosa, Tamaulipas. Las múltiples violencias que han aflorado desde tiempo atrás se han agudizado, por ejemplo el caso de las ejecuciones, los desmembrados y embolsados se ha vuelto cotidiano; las redes de narcomenudeo y el control de los territorios, así como la baja eficiencia de la Fiscalía del estado, donde muy pocos de los hechos de violencia se esclarecen, aunado a la poca coordinación entre las corporaciones policíacas que deben combatir los delitos, ha generado un clima de impunidad y al mismo tiempo de inseguridad para el conjunto de la población.
Además, la vida cotidiana de la mayoría de las personas, donde su medio de movilidad es el transporte público, ha sido víctima de asaltos. No es fortuito que la capital poblana se colocó en junio pasado como la tercera ciudad en el país con la mayor percepción de inseguridad en el transporte público; 91.2 por ciento de la población sintió desconfianza al utilizarlo.
Por ello es un gran desafío para los próximos gobiernos en sus diversos ámbitos de competencia, poder cambiar la situación que hoy nos aqueja en materia de violencia e impunidad, que deriva en una percepción tan alta de inseguridad.