Cada día aumenta la incertidumbre de la permanencia de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y del mismo Tratado. Esta percepción está presente en los tres países miembros, dadas las dificultades que se han presentado para alcanzar los objetivos que cada uno de ellos busca y que son incompatibles entre ellos. Esto demuestra una vez más, que no existe libre comercio y que en éste no hay lugar para que todos ganen, y que al tratar de regularlo, siempre una de las partes trata de anteponerse frente a los otros, los cuales no quieren perder posiciones, lo que terminará por que todos se levanten de la mesa de renegociaciones.
Estados Unidos (EU) insiste en reducir su déficit de comercio exterior (y tiene el derecho de plantearlo) para impulsar su producción y empleo, a través de aumentar las reglas de origen a su favor (en el caso de la industria automotriz plantea aumentar las reglas de origen hasta 85 por ciento desde el actual 62.5 por ciento, y quiere que 50 por ciento sea de contenido estadounidense), además con la eliminación del Capítulo 19, e introducción de las salvaguardas, limitará la entrada de aquellas importaciones que afecten la producción de su país, también quiere reducir el acceso de las empresas mexicanas y canadienses a los contratos públicos estadounidenses para recuperar las compras gubernamentales para sus productores, y con la eliminación de las barreras fitosanitarias quiere incrementar las exportaciones agrícolas, y frente a todo ello hay resistencia por parte de los gobiernos de Canadá y México, los cuales al parecer no cederán a tales posturas. A ello se suma las posiciones de Estados Unidos y Canadá, de que México incremente salarios para frenar el incentivo que tienen sus empresas para establecerse en México, y en cambio el gobierno y los empresarios de México han señalado que no incrementarán los salarios, que éste es un precio de mercado y que es su ventaja competitiva y que prefieren dejar el Tratado que incrementar los salarios, lo que refleja como las ganancias de los empresarios mexicanos y de las empresas transnacionales han dependido de los altos niveles de explotación a los trabajadores mexicanos.
A estas diferencias, se suma la posición de empresarios de los tres países contra la cláusula de rescisión de cinco años al acuerdo comercial que quiere introducir el gobierno de Estados Unidos, ya que argumentan que ello genera incertidumbre a sus decisiones de inversión. Con dicha cláusula el gobierno de EU quiere revisar el Tratado cada cinco años, para verificar que si no responde a sus intereses se revisaría de nuevo, lo que refleja que todo debe actuar a su favor para que continúe, y en ello México saldrá perdiendo, por lo que nuestro país no debe continuar con el TLCAN, debido a que ni le ha favorecido, dado el bajo crecimiento alcanzado, y los problemas de desindustrialización, de subempleo, de pérdida de autosuficiencia alimentaria, como por los bajos salarios y los altos niveles de endeudamiento existentes, y menos se revertirá ello con las condiciones que EU quiere imponer en estas renegociaciones.
Se ha señalado por parte del gobierno que al eliminarse el TLCAN, nuestro comercio con Estados Unidos y Canadá se regularía por las normas de la Organización Mundial del Comercio, donde solo “3 por ciento de las exportaciones mexicanas a EU enfrentarán ‘picos arancelarios’, como las camionetas ligeras que pagarán un arancel de 25 por ciento y algunas frutas y vegetales, como sandía, melón, brócoli o espárrago, que podrían pagar entre 17 y 20 por ciento, pero las más importantes, como aguacates y jitomates, no rebasarán la tasa de 3 por ciento”. Y que caerían más las ventas de productos agroindustriales que ellos realizan al país, que las que nosotros les vendemos, y que nosotros nos favoreceríamos con los aranceles de nación más favorecida, por la situación de economía en desarrollo. Sin embargo, las exportaciones manufactureras que México realiza, serán las más afectadas, dados los altos aranceles que EU establecería, así como por las barreras de salvaguardas.
El gobierno mexicano, en vez de tener como Plan B, crecer hacia el mercado interno a través de la sustitución de importaciones, se pronuncia por diversificar más el comercio a través de mayores Tratados Comerciales y liberalizando nuevos sectores que permitan rápidamente integrarse a la economía mundial, sin considerar el bajo crecimiento que muestra la economía y el comercio mundial, y que no hemos sido exitosos en la estrategia de crecimiento hacia fuera.
México no está preparado para cambio de rumbo. Sigue apostando a uno que nos lleva a crisis económicas frecuentes, a bajo crecimiento y a que el país no nos pertenezca. El gobierno no tiene Proyecto de Nación alguno que sea soberano, e impulse el crecimiento, el empleo y la distribución del ingreso.