Definitivamente, la Madre Tierra es sabia y maravillosa: da al hombre la oportunidad de producir alimentos propios de cada época del año. Con estos intensos calores de mayo ¡qué tal una rebanada de sandía fresca, roja, dulce y jugosa! ¡qué tal una rebanada de piña dulce y fresca! ¡o una rica ensalada de pepinos acompañados de una fresca lechuga sangría! Cualquiera que sea me encanta, pero su producción requiere de agua, como el humano mismo, para cumplir con sus funciones fisiológicas y metabólicas; por eso, ahora urgen las lluvias.
Las altas temperaturas siguen afectando los ecosistemas y la vida humana, la desertificación se acelera y las enfermedades aumentan. El ciclo hidrológico se ha modificado; la siembra de cultivo de alimentos, los campos, las praderas, el ganado, la fauna silvestre, y los bosques, reclaman la lluvia. Ahora que las campañas electorales están en marcha, las promesas de las y los candidatos se derraman en sus discursos; lo cierto que no se les ha visto plantar un árbol, y mucho menos intentar cuidarlo hasta que de su sombra.
Empresas del ramo refresquero se han apoderado de manantiales y cuerpos de agua; incluso usando la biblia en mano, al más perverso estilo franciscano del siglo XVI, dando a cambio diminutas obras sociales. Caso Chiapas que, en medio de su pobreza, se ha convertido en el consumidor número uno del refresco negro; por supuesto, la diabetes se ha disparado alarmantemente. Corredores industriales siguen desplazando tierras de cultivo y se asientan en las mejores cuencas hidrológicas. Los niveles de contaminación de las aguas industriales pierden sentido mediante el soborno, resultándoles más barato a las empresas corromper que instalar plantas tratadoras de agua.
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En la industria de la madera se estima que el 60 por ciento de ésta, proviene de la tala ilegal; el asesinato de guardabosques, crece cada día. Los bosques son ecosistemas de los más importantes en el planeta, ahí nacen los manantiales y arroyos, son fuente de vida que producen lluvia.
Aparentemente el planeta tuvo un respiro durante el periodo crítico de la pandemia; sin embargo, diversos organismos afirman que no hay indicios de un crecimiento más ecológico: las emisiones de dióxido de carbono han aumentando de nuevo rápidamente luego de una disminución pasajera debida a la desaceleración de la economía. Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera se mantienen en niveles sin precedente. La temperatura media mundial durante los últimos cinco años es de las más altas jamás registrada; vamos en la dirección incorrecta y la crisis hídrica ha llegado en diversas regiones.
Entre muchas de las acciones para atenuar las altas temperaturas, al alcance de todos y de enorme trascendencia, es plantar árboles, ¡muchos árboles! Son termorreguladores, atraen la lluvia y alimentan mantos acuíferos, dan poderosa sombra, atrapan la polución, son refugio de polinizadores, y de aves canoras.
Hablando de las zonas urbanas, México tiene de los más bajos niveles de área verde por habitante a nivel mundial. En territorios rurales el deterioro de los recursos naturales es alarmante debido a la minería, la instalación de rellenos sanitarios con normatividad laxa, la extracción de diversos materiales, y extracción de agua que cada vez se envía más a las ciudades.
No pasa un solo día sin tener un impacto en el mundo que te rodea. Lo que haces marca la diferencia, y tienes que decidir qué tipo de diferencia quieres marcar.
La mayor amenaza para nuestro planeta es la creencia de que alguien más lo salvará; la responsabilidad es colectiva pero la indiferencia parece ganar terreno.
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