Según el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Luis Espinosa Rueda, menos de 20 por ciento de las empresas son las que contaminan ríos y se trata en su mayoría de unidades económicas que operan en la clandestinidad.
Tal señalamiento contrasta con los resultados del libro Salud ambiental en la Cuenca del Alto Atoyac. Situación, peligros ambientales y Acciones para reducir el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), coordinado por Gabriela Pérez Castresana, donde participaron un número importante de investigadores. Financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) y elaborado por la Universidad Iberoamericana de Puebla y el Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente, Xabier Gorostiaga, con la participación del Centro “Fray Julián Garcés” de Derechos Humanos y Desarrollo Local, A.C., el Centro Economía Social Juan Garcés, A.C. y Coordinadora por un Atoyac con Vida, se revela que en Puebla y Tlaxcala las enfermedades crónicas no transmisibles han aumentado significativamente, las cuales se pueden desarrollar a través de la inhalación, ingestión y contacto dérmico prolongado de diversas sustancias o elementos químicos presentes en el agua, aire o suelo.
El libro parte de la evidencia reconocida que la elevada contaminación, particularmente de los ríos se debe a que estos son utilizados como drenajes de aguas negras. Tanto los municipios como miles de industrias descargan sus aguas residuales directa o indirectamente a los cauces de los ríos y barrancas. Esto pasa porque no se cumplen las normas de descarga y los mecanismos de vigilancia y regulación son deficientes. Debido a las graves afectaciones a la salud humana provocadas por enfermedades relacionadas con la contaminación ambiental, el gobierno federal ha reconocido a la Cuenca del Alto Atoyac como una Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental (RESA).
Las industrias que generan los mayores impactos en la cuenca son las del sector químico (incluida la petroquímica), textil, metalúrgico, automotriz y de plásticos. Por ejemplo, de acuerdo con el Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se señala a la industria automotriz Volkswagen como la que emite las mayores cantidades de benceno y formaldehído al aire. También se ubica entre las industrias que reportan más emisiones de níquel y plomo hacia los diferentes compartimentos ambientales. Sin embargo, es preciso señalar que la contaminación que genera la automotriz es mucho mayor considerando que hay cientos de empresas dedicadas a la fabricación de autopartes que integran la cadena de suministro.
Por otra parte, se ha evidenciado que menos de 30 por ciento de las industrias medianas y grandes en Puebla y Tlaxcala reporta sus contaminantes al RETC, por lo que la estimación del presidente de Canacintra parece estar muy por debajo de la realidad. Por ello, pensar en la restauración ecológica de la cuenca implica reconocer las causas de fondo de la contaminación y las responsabilidades de cada sector.