El cielo colándose por la que fue una cúpula en un templo de Izúcar de Matamoros y los daños estructurales que lastimaron las nervaduras del templo de San Martín de Tours en Huaquechula son las imágenes encargadas de abrir el video producido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que da cuenta de los daños dejados por los sismos de 2017 y las labores de intervención y recuperación a lo largo de más de ocho años.
Denominado Culminación de los trabajos de restauración tras los sismos de 2017, la producción disponible en INAH Tv da cuenta del papel de los especialistas de dicha institución en torno al patrimonio cultural mueble e inmueble que fue afectado por los seísmos del 7 y el 19 de septiembre en varios estados del país, incluido Puebla.
En más de 25 minutos, el video contiene los testimonios de arqueólogos, arquitectos, restauradores, etnólogos, antropólogos, directivos y trabajadores, y la forma en que actuaron tras los sismos.
En dicho material audiovisual se da cuenta de la forma en que fueron retirados los bienes muebles, como esculturas, pinturas, retablos y demás elementos materiales y rituales conservados en los templos afectados por los sismos, práctica que dejó ver “la falta de registro de los bienes culturales en los recintos religiosos”, como señala Denisse Ochoa Gutiérrez, psicóloga educativa del INAH.
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Se da cuenta también de las brigadas llamadas a cabo desde la dirección hacia los centros INAH, con visitas y supervisaciones que ocurrieron incluso durante la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19, un suceso que entrecruzó la atención al patrimonio afectado, como fue el caso de la Brigada San Cristóbal Tepontla, de San Pedro Cholula o la plática sostenida en el propio Izúcar de Matamoros, municipio mixteca gravemente afectado.
Aparece además lo hecho en torno a la realización de los criterios de intervención en inmuebles y bienes muebles como órganos y pinturas murales, que dejaron ver además las necesidades de conservación y cuidado futuro, como menciona la restauradora Norma Cristina Peña.
Otro aspecto evidente en el video del INAH es el trabajo mantenido con las empresas y organismos de la sociedad civil que también colaboraron en la recuperación del patrimonio, pues se hicieron supervisiones, dictámenes y contribución de proyectos, y catálogos de conceptos.
“Estar involucrados en proyectos de sismos es un reto en su conjunto, porque hay que atender varios factores; en primer lugar, debe de hacerse en un tiempo determinado, lo menor posible, para que este patrimonio pueda volver a la comunidad a la que pertenece”, opinó Diego Jáuregui, restaurador del INAH.
En el relato visual se da cuenta de la etapa de ejecución y el papel de los especialistas en la intervención de los inmuebles, en la que participó la Coordinación Nacional de Monumentos y Sitios así como las comunidades y autoridades religiosas, que son quienes tienen hacen uso de estos espacios.
Como ejemplo, fue el derrumbe de bóvedas y el arrastre de retablos o daños en la pintura de caballete que sucedió al interior de los templos, como fue el caso del templo de San Martín de Tours, en Huaquechula, que generó la necesidad de hacer desprendimientos de pintura mural para hacer el cocido de grietas, una labor realizada por especialistas de larga trayectoria y nuevos restauradores.
“Capitalicemos todo lo que aprendimos en todo este período de atención de bienes afectados por el sismo de 2017 en muchos sentidos (…) Normalmente uno consulta lo que hay en archivo ya a pesar de que gran parte de los inmuebles ya habían sido afectados en el sismo de 1999, no tuvimos toda la información que nos hubiera facilitado el diagnóstico, la intervención, incluso la recopilación de la información inicial en las primeras brigadas. Pudimos establecer no sólo metodologías, podríamos incluso definir protocolos, y creo que todo este trabajo conjunto podría quedar registrado, documentado, consultable e incluso integrado en protocolos que nos sirvan para enfrentar una emergencia o siniestro similar”, llamó Claudia Salgado, restauradora del INAH.
En suma, se da cuenta como esta mano de obra fue una confluencia de un equipo de especialistas e instituciones, así como de las empresas y los ciudadanos en general. Todos esos factores, además, quedaron contenidos en los expedientes técnicos elaborados por el INAH, que permitieron la licitación, la contratación de servicios y las ejecuciones de las obras.
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Al cierre del video se habla de otro renglón: de la difusión y divulgación para dar a conocer los trabajos de recuperación a través de materiales documentales, gráficos y visuales, de las obras realizadas en municipios seriamente afectados como Atlixco.
Como concluye el etnólogo Franco de Jesús Mendoza, lo sucedido en 2017 tiene que ver con un aprendizaje: que los sismos más que desastres naturales son más bien desastres sociales. “Más allá del movimiento telúrico y del terremoto, los verdaderos retos vienen después, socialmente. Si bien son siniestros que no podemos evitar, porque van a volver a suceder, como un aprendizaje que nos debe quedar es que son desastres sociales, que justamente nos afecta como sociedad, como comunidad, como institución”.