No me gustó el debate presidencial, ni el formato ni el pobre espacio para escuchar propuestas. Predominaron los dimes y diretes, aunque sin aportar algo que no conociéramos ya. No hubo entonces algo nuevo que resaltar. Fue soso y aburrido.
Conforme las encuestas que ya se dieron a conocer, la ganadora del debate fue Claudia Sheinbaum, quien mantiene la gran diferencia con respecto a la señora X, aunque creo que el beneficiado fue Jorge Álvarez Máynez, que no tenía nada que perder y si todo que ganar, en tanto, ni iba ser factor de crítica de las dos candidatas, como realmente ocurrió.
Cuando hablábamos del formato nos referimos a que estaban tan apretados los tiempos para la presentación de la temática definida, que no dio oportunidad de explicarse bien o que se comprendiese de mejor manera, más cuando los tres participantes dedicaron gran parte del tiempo para atacar a los otros contendientes y supuestamente desnudarlos, o ponerlos en evidencia.
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No hubo desaguisados con los dos moderadores, no obstante, los cuestionamientos previos hacia ellos, y si críticas en algún momento por el uso irregular del cronómetro a favor de la Señora X, a decir de Máynez, que incluso dio paso a una broma de Claudia Sheinbaum, fuera del orden del debate.
La candidata de la coalición “Sigamos haciendo historia”, se mostró ecuánime y segura de sí misma, no aceptó ninguna provocación y si reviró algunas manifestaciones sobre todo de la señora X, aunque reiteró a su favor lo hecho cuando fue jefa de gobierno capitalina e insistió el carácter de mentirosa de la candidata de la oposición.
Por su parte, Xóchitl Gálvez se mostró en algunos momentos desesperada, como en su insistencia porque volteara a verla Claudia Sheinbaum, lo cual nunca ocurrió, como para mostrar el desdén ante el presunto contrapeso creado por la hidalguense. Sin duda fue un error para la señora X, mostrar de cabeza el escudo nacional en el cierre de su participación, aunque ella al principio haya dicho que fue en protesta, aunque no dijo de qué. El dedicar más tiempo a atacar que a presentar propuestas, le hizo perder la oportunidad de ganar electores, de ahí que por ello concluyamos que fue la gran perdedora del debate.
Salvo su risa fingida y forzada, creo que a Álvarez Máynez no le fue mal, aunque no lo suficiente para superar su bajo porcentaje de aceptación entre los electores. Sin embargo, por lo menos tuvo varias cuestiones innovadoras y de vena política. Como el hecho de su presentación en lengua de señas y el contenido de su discurso de cierre, ubicando a los mexicanos como protagonistas no al presidente de México, y uno de oportunidad política fue, sin duda, fue el guiño a las fuerzas armadas mexicanas, contestándole de paso a la señora X.
Sin embargo, insisto, el debate estuvo por debajo de las expectativas que había provocado desde un principio y los resultados no influirían determinantemente en los electores y su cambio de opción por quien votar. Habrá que ver qué sucede con los dos debates siguientes.
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