Desde sus imágenes, los ilustradores Amanda Mijangos (Ciudad de México, 1986) y Armando Fonseca (Ciudad de México, 1989) convocan al arrullo. De diferente forma, cercanos a las palabra y a la poesía, llevan también los cantos contenidos en el libro Arrullo de luciérnagas, nanas en lenguas originarias de Puebla que reúne cantos y arrullos en náhuatl, otomí, popoloca, mazateco, mixteco, tepehua y totonaco, todas ellas lenguas originarias habladas actualmente en esta entidad.
Por sus ilustraciones contenidas en el volumen publicado por las Secretarías de Cultura federal y de Puebla a través del programa Alas y Raíces, los artistas fueron reconocidos en la Muestra Internacional de Ilustración de la 57 edición de la Feria del Libro Infantil en Bolonia, Italia, siendo la única obra mexicana seleccionada de entre 4 mil 345 propuestas provenientes de 91 países y regiones del mundo.
Mediante una conversación grabada que podrá ser vista por las redes sociales de este diario, Mijangos y Fonseca cuentan sobre su trabajo en este libro en el que se recopilan más de 20 cantos que en conjunto buscan trascender las fronteras para que nuevas voces canten y valoren las palabras que entretejen y preservan la cultura, pero también las múltiples historias.
En el tiempo extraño y pandémico, cuenta Mijangos, fueron invitados por Alas y Raíces Puebla a participar como ilustradores. Tras acercarse a los textos y a los arrullos, dijeron que sí y se sumaron a este proyecto en el que se involucraron personas de varios ámbitos: investigadores, recopiladores, animadores de salas de lectura, hablantes de lenguas originarios y traductores.
“Era un proyecto redondo que para nosotros representó un interés absoluto por participar y poder hacerlo en colectivo”, señala la ilustradora, pues a pesar de tener su trabajo personal, saben que el crear en conjunto les abre “un universo de posibilidades a las que no llegarían solos”.
Armando Fonseca completa que este libro, en el que participan 17 mujeres promotoras que trabajaron en diferentes comunidades del estado como San Pablito Pahuatlán, San Felipe Otlaltepec, Izúcar de Matamoros, San Jerónimo Xayacatlán, Mecapalapa, Pantepec, Huehuetla, Zapotitlán de Méndez, Cuetzalan, San Sebastián y Tlacotepec, se entretejen muchas voces y tipos de materiales, como es el trabajo que hay detrás de valoración y preservación del arrullo y las lenguas originarias.
Además, apunta, están las palabras, en las que hay imágenes, las mismas que ya están dentro de los propios arrullos: “El arrullo está cerca de la canción, la canción cerca de la poesía, y la poesía esta permeada de imágenes y de apariciones que pueden ser poéticas y dar sentido al mundo”. Así, confía, la imagen que hace la ilustración dialoga con esas imágenes que ya traen los cantos.
El ilustrador publicado por Loqueleo, Alboroto Ediciones, Ediciones Castillo, El Naranjo, Planeta, Tierra Adentro, Letras Libres, Revista de la UNAM y Fundación Saramago continua que como ilustradores les importa que la imagen dialogue con los textos, no como una literalidad, sino que sea capaz de decir algo más y compartir significados.
“Planteamos unas imágenes así. Los arrullos intentan hacer dormir pero las imágenes muestran niños que no duermen, que hacen travesuras, que le jalan la cola al guajolote, que se quieren comer la luna, y juegan, mientras los arrullos intentan hacerlo dormir, y lo logran: gana el sueño y el arrullo”, define sobre la obra aparecida en Arrullo de luciérnagas, nanas en lenguas originarias de Puebla.
Los miembros de CAJA, proyecto de producción de objetos ilustrados editoriales, utilitarios y decorativos señala que este libro es un proyecto con particular cariño, en el que colaboraron con otros amigos que trabajan en la Sierra Norte de Puebla, por lo que están cercanos al territorio con las implicaciones del lugar, la lengua, la comunidad.
Destacaron que es además un libro que habla de México y “como creadores, como ilustradores, se parte de un lugar, al que se pertenece, y de ahí se crean cosas, vinculándose a otros lugares y personas”. Por tanto, poder compartir ese punto de vista que se traduce en imágenes que llegarán al lector, y luego viajen a un lugar como Italia y encuentren un puente con lectores distintos, es “una experiencia espectacular, la razón por la que nos encontramos para hacer imágenes”.
El libro, continúa Mijangos, permite construir ese túnel, esa ventana, a la que se asoma el otro. De paso, señaló que desde la propia edición el equipo que imaginó y desarrolló el proyecto apostaba por algo novedoso: el estar dirigido a una comunidad indígena hablante de lenguas originarias.
“Para nosotros el respeto al texto, a las manos y ojos que va a llegar este objeto libro es esencial. No dejamos de ser unas personas extrañas a la comunidad y lo que menos queremos es que esto sea un objeto en el que se pretende enseñar algo del lugar donde vienen”, anota la ganadora del octavo Catálogo de ilustración Iberoamérica ilustra 2017 y de la Bienal internacional de ilustración de Tallin, Estonia en 2020.
Su propuesta conjunta, plantea, es entonces preguntarse como ilustradores cómo hacer para que esa imagen en vez de definir les ayude a cuestionar al lector, a sentir y a imaginar. “No se trata de cerrar sino abrir lo que sea posible lo que estamos leyendo e interpretando en el texto, y más”.
Por tanto, desearon que los niños lectores que tendrán en sus manos este libro y sus demás proyectos, sean parte de ese diálogo y esos cuestionamientos, juegos, preguntas, lejos de aleccionar y cerca del diálogo.
Sobre el reconocimiento conseguido en la Feria del Libro Infantil en Bolonia, Italia -logro por el cual sus ilustraciones serán presentadas en una gira alrededor del mundo y expuestas en la edición 60 de la Feria del Libro Infantil, la más importante en su tipo a nivel mundial. Mijangos y Fonseca coincidieron que implica el mirar, reconocer y asomarse hacia otra realidad, a la par de que forma parte de los estadios del ilustrador: uno en el que están inmersos en su trabajo, una zona silenciosa en la que se piensa qué y cómo dibujar, y otro espacio en el que se dialoga y se convierte en un puente posible, en miradas que se acercan y llevan a preguntarse.
Destaca que el libro Arrullo de luciérnagas, título que surgió porque la luciérnaga es una constante en cada uno de los cantos no solo como un personaje sino como un elemento metafórico, es de distribución gratuita por medio de las secretarías de Cultura federal y estatal, a la par de que cuenta con un repositorio sonoro digital en el que se contienen los cantos: https://anchor.fm/arrullodeluciernagas.