El domingo dos de junio será la hora cero de un ejercicio democrático, donde el pueblo de México tendrá la palabra decisoria. A partir de los casi cien millones de ciudadanos que están inscritos en la lista nominal de electores y que se manifestarán por una visión y propuesta de nación, la del conservadurismo representada por la señora X; o la del progresismo encabezada por Claudia Sheinbaum; Álvarez Máynez y el Movimiento Ciudadano, desde un principio le apostaron a ser el fiel de la balanza y no necesariamente disputar el triunfo en las urnas.
Conforme lo muestran la mayoría de las encuestas, es previsible el resultado, ya que todas ubican arriba, con una diferencia de más de veinte puntos, a la candidata morenista y, aunque la señora X juegue con un presunto empate técnico, o incluso ella estar por encima, la realidad no es esa y ello quedará evidenciado al final de la jornada electoral.
En Puebla, al parecer se repetirá el escenario, con una ventaja significativa del candidato a la gubernatura, Alejandro Armenta Mier, en relación al candidato del PAN, el ex edil de la capital del Estado, Eduardo Rivera Pérez, quien se adelanta como ganador de la contienda, como lo declaró en actos públicos en Izúcar de Matamoros y Atlixco, cuando según las encuestas recientes, no tiene a menor posibilidad.
Te podría interesar: Continuar con la reconstrucción del Estado
En los últimos días, en el ámbito nacional y local, la oposición conservadora le está apostando a ganarse al elector indeciso y/o que tradicionalmente no vota y así acortar la diferencia que tiene con respecto al primer lugar, que insistimos, tiene más de veinte puntos de diferencia. Por su parte, el propio Instituto Nacional Electoral, INE, ha señalado que está haciendo lo necesario para lograr el setenta por ciento de la participación electoral, lo cual sería una cifra histórica.
De darse las cosas como se señala, sería un buen indicio para la legitimización del proceso, con ello se cerraría el camino para el cuestionamiento del proceso y la impugnación del mismo, aun cuando el resultado pueda cerrarse, lo cual es improbable, por lo menos, nacionalmente y en Puebla. Otro escenario pudiese presentarse en estados como Jalisco, Guanajuato o Ciudad de México y, por ende, dar pasos a disputas postelectorales, tanto políticas como legales. Esperemos que no sea así.
Mucho ayudaría la gran distancia entre el resultado del puntero y del segundo lugar, como para que éste último cuestione el proceso mismo y actúe en consecuencia, más si resulta que puede lograrse el Plan C del morenismo y la Cuarta Transformación, con lo que reduciría a su mínima expresión al conservadurismo y así daría más confianza al nuevo gobierno, para impulsar la reforma del Poder Judicial. Aquí sí tengo mis dudas, como lo he venido diciendo en anteriores colaboraciones, aunque espero equivocarme, pues ello daría paso a un escenario político más complicado y reposicionaría a la oposición que se convertiría en un efectivo contrapeso, aunque siga siendo una minoría evidente.
También puedes leer: Tercer debate presidencial