Una
Pasas ante la fuente de la bañista,
con la cual –te he confiado te recuerdo.
Entonces te asombras: “qué bien me encuentras”.
Pero sólo percibes lo sinuoso
de tu cuerpo, no adviertes la sonrisa
donde copulan tus labios de cabrita
con los ojos de paloma.
Dos
Vas de la sonrisa a la carcajada.
Arqueas el cuerpo al cielo
y con tus senos
flechas dos arcángeles.
Tres
Por mitad sufro y gozo:
¿Me ciegas con un beso
o me alumbras al besarme?
Cuatro
Cuelgan de tu cuello
chupamirtos muertos,
espinas en zarzas,
dijes como espadas,
trofeos de valientes,
cartas de cobardes:
Torres de memorias.
Cinco
La paz de tu abdomen:
un descanso hacia el monte.
Seis
La ciudad no se ve
en estas laderas.
Sólo oigo su clamor
y me marea el vibrar de la gente
cuando tus cabellos se agitan
y te tiembla una multitud de hombros y pechos.
Siete
En un sueño me pedías que abriera
la cerca y atara mi corcel al árbol.
Adentro me esperabas desvestida
con los labios húmedos
y el pelo derramado.
Oí el galope, luego mis pasos.
Abrí la cerca,
pasé a tu casa,
alcé tu rostro,
trenzamos nuestros cuerpos.
Mas un relincho del caballo
desatándose en el corral,
me hunde en la reiterada pesadilla
de tu ausencia.