Martes, abril 23, 2024

Historia de un cartel

Destacamos

De Rodolfo Gaona Jiménez (León, Gto. 22.01.1888-México DF, 20.05.1975) puede decirse que, como Julio César en las Galias, a España llegó, vio y venció. Y eso que que no le había sido fácil el acceso, pues “Ojitos”, su mentor (Saturnino Frutos, notable banderillero de “Frascuelo”, llegado a México con el atenqueño Ponciano Díaz), tuvo que organizar la alternativa de Rodolfo en la placita de Tetuán de las Victorias (31.05.1908), tras convocar a la crítica madrileña en pleno a un peculiar examen a título de suficiencia en Puerta de Hierro, otro coso, como el de Tetuán, situado en un suburbio de la capital española.

A lo largo de trece temporadas consecutivas y una breve coda (1908 a 1920 y 1923), Gaona toreó en la Península 645 corridas. En 1915 estaba en el cenit de su carrera pero,  paradójicamente, quedó fuera de la feria de Sevilla, del abono madrileño y de otras plazas importantes. La extrañeza general  admitía una explicación con nombre, apellido y dinastía: José Gómez Ortega “Gallito”.

El todopoderoso José.  Contaba “Gallito” con solamente 16 años y 141 días cuando tomó la alternativa de manos de su hermano Rafael, el divino calvo (Sevilla, 28.09.1912). Auténtico superdotado, había causado sensación desde becerrista, y al arribar al escalafón mayor le declaró una guerra sin cuartel a Ricardo Torres “Bombita”, a quien culpaba de obstaculizar sistemáticamente a Rafael “El Gallo”.  En realidad, la escoba de Joselito barrió con toda la generación saliente y en medio de ese empeño quedó Rodolfo Gaona, justo cuando apuntaba a lo más alto, al contrario de los declinantes “Bombita”, “Machaquito” y Vicente Pastor, representantes de una tauromaquia ya en desuso. Los dos primeros se cortaban la coleta a finales de la temporada de 1913, en la que el mexicano participó ese año en 53 funciones, para subir a 64 al año siguiente. Despuntaba la edad de oro, protagonizada centralmente por “Gallito” y el recién doctorado (16.10.13) Juan Belmonte.

Un contexto complicado.  Inocultablemente, Gaona era tan completo como Joselito en los tres tercios, tan templado como Belmonte en el manejo de las telas y, pese a su ánimo desigual, más elegante y cadencioso que ambos. José lo captó enseguida y, para la temporada del 15, impuso a las empresas una condición que excluía al Indio sin necesidad de mencionarlo: sólo aceptaría como alternante más antiguo que él a su hermano Rafael. Indirectamente boicoteado, Gaona sólo actuó ese año en 35 festejos, lejos de los 102 de “Gallito” y los 79 de Belmonte. La imposición de José relegó también a Vicente Pastor, y hasta segundones como Curro Posada y Saleri II sumaron más corridas que el mexicano.

Sin embargo, José no consiguió meter al aro a todas las empresas y tuvo que alternar con Gaona en nueve ocasiones. Dos de ellas en la feria de Pamplona, que constó de tres festejos y, aún sin el atractivo de los encierros mañaneros  que posteriormente le darían fama universal, era la llave de acceso al norte y revestía indudable importancia. Fue así que, el jueves ocho de julio de 1915 partían plaza en el antiguo coso pamplonica las cuadrillas encabezadas por Rodolfo Gaona, Serafín Vigiola “Torquito” y José Gómez “Gallito”, para lidiar toros de Concha y Sierra.

La tarde del par de Pamplona. Los revisteros capitalinos no viajaban entonces de feria en feria, y los diarios de Madrid sólo incluían breves reseñas de los festejos foráneos, en forma de relatos cronológicas poco explícitos y no demasiado confiables. Reproduzco completa la lidia del abreplaza “Cigarrito”, al que corresponde el célebre par de Pamplona, captado con maestría por el fotógrafo Aurelio Rodero, y segundo de los que le colgó Gaona al conchaysierra en alarde de clase, precisión y señorío. De ese toro cortó el leonés la única oreja de la tarde. La reseña, publicada por el diario ABC del día 9, no lleva firma.

PAMPLONA 8, 7 tarde. Con la misma animación de ayer se celebró la segunda corrida de feria.

El toro que rompe plaza, apodado “Cigarrito”, es negro y acomete con bravura cinco veces a los piqueros, proporcionándoles dos tumbos. Uno de los varilargueros pasa a la enfermería contusionado. Los maestros se lucen en quites y oyen muchas palmas.

Gaona toma las banderillas y clava un buen par de frente; repite con otro superior y cierra el tercio con otro de dentro a fuera (palmas). Después realiza una buena faena de muleta, dando pases por alto, por bajo y de trinchera, saliendo achuchado al dar uno de rodillas. Continúa con valentía y deja una estocada delantera, repite y da una gran estocada, entrando bien (ovación y oreja).        

El resto de la reseña, sin mayor compromiso con la fase artística de la lidia, se centra en contabilizar los numerosos encuentros de cada toro con los caballos  (sin aclarar si se trató de puyazos en regla, refilonazos o encontronazos  con caída, que todo eso menudeaba). Consigna que para Torquito hubo palmas y pitos a la muerte de su primero y ovación en el otro, en tanto que la magra cosecha de Joselito fue de pitos al acabar con el toro tercero y aplausos en el cierraplaza, al que banderilleó entre ovaciones. Gaona no repitió éxito en el cuarto. Se deduce que el encierro de Concha y Sierra resultó deslucido.

Discordias y aclaración. Los pormenores de la placa obtenida por Aurelio Rodero del segundo par de Gaona a “Cigarrito” los iba a proporcionar a los medios el propio fotógrafo, acuciado por ciertas insinuaciones de que, dada la perfección y belleza de la instantánea,  podría tratarse de un montaje trucado y no de una foto auténtica. Para poner las cosas en claro, Rodero envió un mensaje aclaratorio al semanario El Fenómeno, que había atizado la duda desde su filiación conocidamente gallista.

Señor Director de El Fenómeno: Leo con gran sorpresa unas líneas que aparecen en el semanario de su digna dirección, referentes a un par de banderillas de Gaona. Como quiera que a mí me afecta más, mucho más, que al periódico que publicó esa instantánea, por ser un servidor quien obtuvo dicha fotografía, quiero ser yo mismo el que ponga en claro este asunto. El texto de su pregunta dice: “¿Se puede saber en qué corrida de feria del año actual y en qué toro y en qué lugar de lidia salió el toro ése, en el que Rodolfo Gaona está clavando un par de banderillas por el lado izquierdo en la plaza de Pamplona?” Ahora se me ocurre pensar a mí que es tonta, infantil e inocente la pregunta: lo primero porque no debe conocer la plaza de Pamplona; y lo segundo porque bien claro dice la población que es; si no está conforme y quiere saber todos los datos referentes a esa instantánea se los diré bien clarito para que los entienda:

Población: Pamplona; corrida, segunda de feria; toro de Concha y Sierra, negro, No. 28; lugar en que se lidió, primero, y fecha de todo ello, 8 de julio de 1915. Y si quiere saber más, Gaona vestía de plomo y oro, y la máquina que hizo dicha fotografía es Nette, seis y medio por nueve, con objetivo Zeiss f.1.4.5 de 120 milímetros, placa Guilleminot, revelada en mi casa particular, Quintana 21, 3º izq., Madrid, con revelador metol hidroquinona, hecho exclusivamente para mí; y revelé, tanto esa placa como las 68 que obtuve de aquella feria, el día 12 de julio del presente año, de diez y media a doce de la noche… ¿Queda satisfecho el señor de la preguntita con todos estos detalles?”

La muy precisa aclaración en realidad relanzó a la fama al par de Pamplona como ejemplo de precisión y belleza, lo mismo por parte de quién captó el instante como de quien lo propició con insuperable arte banderillero.

Escuela y secuela. Aunque de acuerdo con su propio autor el par de Pamplona no tuvo nada de especial –“habré clavado cientos como ése”–, lo que pone de relieve es el dominio del temple como la mejor característica de Gaona en el segundo tercio: la conversión de una suerte básicamente atlética en un lance del más puro toreo, desde el cite hasta la consumación del par. No se trataba ya de superar por piernas la embestida, lo cual sin duda demanda dominio de los terrenos y tino al clavar, sino de irla consintiendo y graduando a lo largo de la suerte, marcada su cadencia por el torero hasta convertirla no ya en alarde de exacta geometría sino en un lance de suprema categoría estética.

Sobre ese inmejorable modelo florecería la aristocracia banderillera mexicana de generaciones subsecuentes, los Armilla, Balderas, Solórzano, Carnicerito de México, Luis Castro, Ricardo Torres, David Liceaga, Carlos Arruza, Calesero, Cañitas, Gregorio, Procuna, y más contemporáneamente Raúl García, Mauro Liceaga, Antonio Lomelín, Chucho hijo, Manolo Arruza, además de subalternos tan destacados con los palos como Juan “Armilla”, Pepe López, los Felipe González padre e hijo,  Alfredo Acosta, Christian Sánchez…

El mano a mano de San Sebastián. En eso radicó la superioridad banderillera de Gaona sobre Joselito, de lo cual es ejemplo un episodio ocurrido al año siguiente, cuando ya fue inevitable la incorporación del Indio Grande como partícipe de la terna de oro de la edad de oro del toreo. Fue en el Chofre de San Sebastián–la plaza y afición favoritas de Rodolfo–, durante la lidia del quinto toro del mano a mano suyo con Joselito, cuando el mexicano tomó los palos e invitó a José a compartir el tercio. Salió por delante “Gallito” y puso un gran par, pero al disponerse a colocar el suyo, Gaona lo retó –“Así no… andándole al toro”–, dado que José lo hacía todo con gran celeridad. Y le puso la muestra, acentuando la suave cadencia india que lo caracterizaba. Era el turno de Joselito que, efectivamente, antes de apretar a correr y clavar en lo alto, le anduvo un buen trecho al de Santa Coloma. Pero no tanto ni con tanta sangre fría como Rodolfo, que las enfatizó aún más al cerrar el tercio, de modo que la gente prolongó la fuerza de la ovación mientras le reclamaba a “Gallito”:  “José, hay que andarles a los toros, aprende a Gaona”. “Esa tarde –recordaría el Indio Grande–, la única oreja concedida me la llevé yo a la fonda”.

En 1916, la terna Gaona-Joselito-Belmonte se anunció hasta tres veces en la plaza de Madrid. Y otras dos al año siguiente, incluida la célebre corrida del Montepío de Toreros, la de “los dos solos”, que admiró y aclamó a los dos primeros pero consagró para los restos al Pasmo de Triana.

Ultimas

De aprobarse la reforma de AMLO, jueces podrían ser electos por votación, apunta Sánchez Galindo

René Sánchez Galindo (RSG), consejero adjunto de Legislación de la Presidencia de la República de México, señala que, en...
- Anuncios -
- Anuncios -